01 Julio 2008
enfermo. Puccio tenía problemas físicos desde 1985, dijo su abogado.
Buenos Aires.- “Yo no soy un asesino, soy un inocente, jamás le hice daño a nadie”. Esta fue una de las frases que más repitió Alejandro Puccio, uno de los integrantes de una banda que secuestró y asesinó a empresarios en los 80. El ex jugador del seleccionado argentino de rugby Los Pumas, murió el viernes, a los 49 años, gozando de un beneficio de libertad condicional que le había otorgado la Justicia hace ocho meses.
El joven tenía una doble vida. Para muchos, era un joven exitoso de San Isidro, de novia y amigos muy bien posicionados en la elite de aquellos tiempos. Pero esa imagen cambió el 23 agosto de 1985, cuando la Policía Federal, en un cinematográfico operativo, descubrió que él era uno de los integrantes de la banda que después fue bautizada como el “clan de los Puccio”.
La banda, que fue liderada por el padre del rugbier, Arquímedes Puccio, fue acusada de los secuestros de los empresarios Eduardo Aulet, el 5 de mayo de 1983; Emilio Naum, el 22 de junio de 1984; Ricardo Manoukian, el 22 de julio de 1982, y Nélida Bollini de Prado, el 23 de julio de 1985. Esta última fue la única que sobrevivió.
A pesar de todas las sospechas, Alejandro sólo fue condenado a reclusión perpetua por el secuestro y posterior crimen de Manoukian en 1991. La víctima era amigo personal del joven y, según los investigadores, él lo engañó para que sus cómplices lo tomaran cautivo.
Una pesadilla
El ex rugbier, dentro de prisión, aseguró haber vivido una pesadilla. Intentó quitarse la vida en cuatro oportunidades; la más conocida fue el 8 de noviembre de 1985, cuando se arrojó esposado desde un quinto piso y falló en su intento.
En prisión estudió Psicología en el Centro Universitario Devoto y se casó en 1993 con Nancy Arrat. En 1997 salió en libertad porque no había sentencia firme contra él. En ese tiempo vivió con su esposa y trabajó en una empresa repartiendo agua gasificada. En setiembre de 1999 la Suprema Corte bonaerense confirmó su condena y ordenó que volviera tras las rejas. En 2000, se dio la posibilidad de que Puccio saliera: fue cuando su defensa planteó el beneficio de la libertad condicional, al amparo de la ley del “dos por uno”. Consiguió salidas transitorias para trabajar, pero un escrache en el lugar donde debía presentarse en una clínica psiquiátrica complicó los permisos.
Miguel Buigo, abogado del ex jugador de Los Pumas, confirmó que Alejandro murió el viernes pasado en un centro asistencial de Avellaneda, donde fue tratado por una infección generalizada. Dijo que fue una secuela del golpe de 1985.
Desde hacía ocho meses, se encontraba en libertad. (DyN, Telam y Especial)
El joven tenía una doble vida. Para muchos, era un joven exitoso de San Isidro, de novia y amigos muy bien posicionados en la elite de aquellos tiempos. Pero esa imagen cambió el 23 agosto de 1985, cuando la Policía Federal, en un cinematográfico operativo, descubrió que él era uno de los integrantes de la banda que después fue bautizada como el “clan de los Puccio”.
La banda, que fue liderada por el padre del rugbier, Arquímedes Puccio, fue acusada de los secuestros de los empresarios Eduardo Aulet, el 5 de mayo de 1983; Emilio Naum, el 22 de junio de 1984; Ricardo Manoukian, el 22 de julio de 1982, y Nélida Bollini de Prado, el 23 de julio de 1985. Esta última fue la única que sobrevivió.
A pesar de todas las sospechas, Alejandro sólo fue condenado a reclusión perpetua por el secuestro y posterior crimen de Manoukian en 1991. La víctima era amigo personal del joven y, según los investigadores, él lo engañó para que sus cómplices lo tomaran cautivo.
Una pesadilla
El ex rugbier, dentro de prisión, aseguró haber vivido una pesadilla. Intentó quitarse la vida en cuatro oportunidades; la más conocida fue el 8 de noviembre de 1985, cuando se arrojó esposado desde un quinto piso y falló en su intento.
En prisión estudió Psicología en el Centro Universitario Devoto y se casó en 1993 con Nancy Arrat. En 1997 salió en libertad porque no había sentencia firme contra él. En ese tiempo vivió con su esposa y trabajó en una empresa repartiendo agua gasificada. En setiembre de 1999 la Suprema Corte bonaerense confirmó su condena y ordenó que volviera tras las rejas. En 2000, se dio la posibilidad de que Puccio saliera: fue cuando su defensa planteó el beneficio de la libertad condicional, al amparo de la ley del “dos por uno”. Consiguió salidas transitorias para trabajar, pero un escrache en el lugar donde debía presentarse en una clínica psiquiátrica complicó los permisos.
Miguel Buigo, abogado del ex jugador de Los Pumas, confirmó que Alejandro murió el viernes pasado en un centro asistencial de Avellaneda, donde fue tratado por una infección generalizada. Dijo que fue una secuela del golpe de 1985.
Desde hacía ocho meses, se encontraba en libertad. (DyN, Telam y Especial)
NOTICIAS RELACIONADAS
Lo más popular