19 Junio 2008
BUENOS AIRES.- El Gobierno nacional pareció iniciar el camino para desandar la escalada confrontativa con el campo, al incluirlo en un gran acuerdo nacional con todos los sectores y trasladar la discusión por las retenciones al Congreso nacional. En menos de 24 horas la presidenta Cristina Kirchner decidió, primero, hacer partícipe al Parlamento de la decisión sobre las retenciones móviles y, en segundo término, tender una mano al campo para ser parte del acuerdo del Bicentenario para “mejorar nuestras políticas agropecuarias para producir más”.
Está claro que el cambio de actitud tuvo por origen la participación en protestas callejeras -cacerolazos- de ciudadanos que nada tenían que ver con el campo, pero que manifestaron un reclamo que llegó hasta el último despacho de la Casa Rosada: “Queremos diálogo, basta de conflicto”. En ese pedido, mucho tuvo que ver la figura de Luis D’Elía, cuyas palabras no sólo fueron rechazadas por gran parte de la sociedad sino también por sindicalistas, y dirigentes peronistas. Los Kirchner, interpretaron el mensaje y trasladaron al Congreso la iniciativa de retenciones, bajo una condición: o se aprueba o se desaprueba. No se modifica. Sin embargo, la empresa no es tan sencilla ni verticalista como la Casa Rosada tal vez creía.
Hay legisladores oficialistas que no están dispuestos a aprobar el proyecto sin modificación alguna. Algunos diputados cordobeses y bonaerenses, por citar sólo dos ejemplos, han señalado sus reparos. Mas aún, en la Concertación Plural de los radicales K que encabeza el vicepresidente, Julio Cobos, -el mismo que el domingo pasado propuso al Congreso como ámbito de discusión- se distanciaron del Gobierno nacional. “Todos los legisladores de este espacio que encabeza Cobos tenemos la postura de no votar un proyecto si no hay modificaciones”, advirtió el jefe de ese bloque, el diputado Daniel Katz. Esos dichos retumbaron en el oficialismo. Es casi inevitable que el proceso de aprobación en el parlamento provoque una escisión en el kirchnerismo. Habrá que observar el grado de división.
Reunión de trabajo
Rápidamente el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, convocó a los titulares de las bancadas en Diputados y Senado, Agustín Rossi y Miguel Pichetto, a una “reunión de trabajo”. Allí, se acordó: aprobar el proyecto a libro cerrado pero posibilitando algunas normas complementarias y habilitando la discusión de todos los temas que requiera la oposición sin que afecten la iniciativa del Gobierno. Esas normas complementarias están relacionados, por ejemplo, con garantizar el retorno de las retenciones a los pequeños y medianos productores, para que el resultado final sea del 35%, como antes de la resolución 125.
La Rosada intentará avanzar en la negociación de otros temas del agro, como la leche y la carne, con aquellos sectores que no están representados en los cortes de rutas.
Está claro que el cambio de actitud tuvo por origen la participación en protestas callejeras -cacerolazos- de ciudadanos que nada tenían que ver con el campo, pero que manifestaron un reclamo que llegó hasta el último despacho de la Casa Rosada: “Queremos diálogo, basta de conflicto”. En ese pedido, mucho tuvo que ver la figura de Luis D’Elía, cuyas palabras no sólo fueron rechazadas por gran parte de la sociedad sino también por sindicalistas, y dirigentes peronistas. Los Kirchner, interpretaron el mensaje y trasladaron al Congreso la iniciativa de retenciones, bajo una condición: o se aprueba o se desaprueba. No se modifica. Sin embargo, la empresa no es tan sencilla ni verticalista como la Casa Rosada tal vez creía.
Hay legisladores oficialistas que no están dispuestos a aprobar el proyecto sin modificación alguna. Algunos diputados cordobeses y bonaerenses, por citar sólo dos ejemplos, han señalado sus reparos. Mas aún, en la Concertación Plural de los radicales K que encabeza el vicepresidente, Julio Cobos, -el mismo que el domingo pasado propuso al Congreso como ámbito de discusión- se distanciaron del Gobierno nacional. “Todos los legisladores de este espacio que encabeza Cobos tenemos la postura de no votar un proyecto si no hay modificaciones”, advirtió el jefe de ese bloque, el diputado Daniel Katz. Esos dichos retumbaron en el oficialismo. Es casi inevitable que el proceso de aprobación en el parlamento provoque una escisión en el kirchnerismo. Habrá que observar el grado de división.
Reunión de trabajo
Rápidamente el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, convocó a los titulares de las bancadas en Diputados y Senado, Agustín Rossi y Miguel Pichetto, a una “reunión de trabajo”. Allí, se acordó: aprobar el proyecto a libro cerrado pero posibilitando algunas normas complementarias y habilitando la discusión de todos los temas que requiera la oposición sin que afecten la iniciativa del Gobierno. Esas normas complementarias están relacionados, por ejemplo, con garantizar el retorno de las retenciones a los pequeños y medianos productores, para que el resultado final sea del 35%, como antes de la resolución 125.
La Rosada intentará avanzar en la negociación de otros temas del agro, como la leche y la carne, con aquellos sectores que no están representados en los cortes de rutas.