14 Junio 2008
Insostenible situación
El gran problema que se generó con las retenciones tiene que tener una solución institucional. Si son legales se deberán respetar como un acto político que los ciudadanos valorarán para las próximas elecciones. Si son ilegales lo tiene que determinar la Justicia, para lo cual, la última palabra la tiene la Corte Suprema. No se pretende que dicte una sentencia sin el debido proceso y respeto del derecho de defensa. Lo que si puede es, mientras se tramita el juicio, dictar una medida cautelar que determine la no disponibilidad de las retenciones por parte del Estado hasta la resolución definitiva. Dictada la decisión final por resultar legales las retenciones, el Ejecutivo nacional hará uso de ellas. Por el contrario, de ser ilegales, se restituirán a los productores que les retuvieron.
Imitar a los que saben
En una de las tantas instituciones de gordos anónimos se elige entre ellos al moderador, pero sólo por un período y sin reelección, ya que se comprobó que si se le permitía otro mandato iba a dirigir mal al grupo y se descuidaba él -engordaba-. Hoy el mal que nos aqueja es grave, y todo por culpa de un mandatario que quiere eternizarse en el poder. Sería bueno imitar a esa institución de gordos anónimos para que los gobernantes no sigan “engordando” y terminen matando de hambre a todo un pueblo. La pelea por las retenciones es de una persona contra todos los campesinos. ¿A los otros poderes del Estado le pusieron mordaza? Qué pasa si humildemente llamamos por el problema a una “conciliación obligatoria” y los sentamos a dialogar. ¿Por qué tanta urgencia en aplicar las retenciones? Si esas benditas retenciones son para el pueblo, de esta forma no nos llegarán nunca. El país está parado. Hay un pueblo que espera, pero su paciencia tiene un límite.
Los pastos sin la vaca
Lizardo Díaz Sal es mi alumno, y escribió esta alegoría de la realidad argentina: “Había una vaca próspera para ser vendida, que vivía en una zona de verdes praderas. Pero no estaba muy contenta, y dijo: “qué aburrimiento... No veo el sentido de estar con estos pastos eternos. Al día siguiente la vaca murió y se terminó la zona de verdes praderas...”. La vaca próspera es todo lo que produce la Argentina. Su descontento es por no llegar a su máximo potencial. Eso genera su tristeza y muerte, que acarrea el final del campo.
El gran problema que se generó con las retenciones tiene que tener una solución institucional. Si son legales se deberán respetar como un acto político que los ciudadanos valorarán para las próximas elecciones. Si son ilegales lo tiene que determinar la Justicia, para lo cual, la última palabra la tiene la Corte Suprema. No se pretende que dicte una sentencia sin el debido proceso y respeto del derecho de defensa. Lo que si puede es, mientras se tramita el juicio, dictar una medida cautelar que determine la no disponibilidad de las retenciones por parte del Estado hasta la resolución definitiva. Dictada la decisión final por resultar legales las retenciones, el Ejecutivo nacional hará uso de ellas. Por el contrario, de ser ilegales, se restituirán a los productores que les retuvieron.
Amanda Elisabeth Danón / [email protected]
Imitar a los que saben
En una de las tantas instituciones de gordos anónimos se elige entre ellos al moderador, pero sólo por un período y sin reelección, ya que se comprobó que si se le permitía otro mandato iba a dirigir mal al grupo y se descuidaba él -engordaba-. Hoy el mal que nos aqueja es grave, y todo por culpa de un mandatario que quiere eternizarse en el poder. Sería bueno imitar a esa institución de gordos anónimos para que los gobernantes no sigan “engordando” y terminen matando de hambre a todo un pueblo. La pelea por las retenciones es de una persona contra todos los campesinos. ¿A los otros poderes del Estado le pusieron mordaza? Qué pasa si humildemente llamamos por el problema a una “conciliación obligatoria” y los sentamos a dialogar. ¿Por qué tanta urgencia en aplicar las retenciones? Si esas benditas retenciones son para el pueblo, de esta forma no nos llegarán nunca. El país está parado. Hay un pueblo que espera, pero su paciencia tiene un límite.
jorge guntern / [email protected]
Los pastos sin la vaca
Lizardo Díaz Sal es mi alumno, y escribió esta alegoría de la realidad argentina: “Había una vaca próspera para ser vendida, que vivía en una zona de verdes praderas. Pero no estaba muy contenta, y dijo: “qué aburrimiento... No veo el sentido de estar con estos pastos eternos. Al día siguiente la vaca murió y se terminó la zona de verdes praderas...”. La vaca próspera es todo lo que produce la Argentina. Su descontento es por no llegar a su máximo potencial. Eso genera su tristeza y muerte, que acarrea el final del campo.
Angel Alum / Av. San Ramón 446 -Tucumán
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