01 Junio 2008
"El nido vacío", la reconstrucción a partir de la ausencia
Leonardo es un dramaturgo que enfrenta con escasos recursos las situaciones que le propone el arribo a la crisis de la mediana edad; casado desde hace muchos años con Marta, extrovertida e hiperactiva, vive la extraña experiencia de reformular su pareja cuando los hijos abandonan la casa paterna. Por Juan Carlos Di LulloREDACCION LA GACETA
Daniel Burman vuelve a entregar al público un buen filme, y nuevamente centra el relato en la exploración de la intimidad de sus personajes. Tal como ocurre en “El abrazo partido” o en “Derecho de familia”, el realizador pone el peso de la obra en la descripción minuciosa de las criaturas que imagina para narrar su historia. En este caso cuenta con el aporte inestimable de Oscar Martínez, un actor infalible, y de Cecilia Roth, perfecta para el personaje de Marta, además de la siempre eficaz presencia de Arturo Goetz (el inolvidable padre de Daniel Hendler en “Derecho de familia”). Burman hace un interesante uso de los primerísimos planos, para que el espectador disfrute hasta del más mínimo gesto de los actores; y logra que esas sutiles expresiones sirvan de sustento a la pintura de la crisis que desata en el seno de una pareja de mediana edad la partida de los hijos y la búsqueda de soluciones que emprende cada uno. Marta parece adaptarse mejor a la situación: retoma sus estudios, frecuenta a sus amigos, acude a sesiones de apoyo. Pero Leonardo se muestra cada vez más irritable y no consigue encontrar un espacio que lo contenga; a partir de las conversaciones que mantiene con un neurólogo al que conoce casualmente, emprenderá un viaje introspectivo que lo conducirá a sorprendentes revelaciones. Con un tratamiento temporal que le debe mucho al cine de Woody Allen, Burman presenta al espectador una propuesta inteligente, con toques de humor y con rubros técnicos cubiertos con solvencia. Un filme como para seguir creyendo en la calidad de nuestro cine.
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