10 Mayo 2008
PESE A TODO. La población de las zonas más afectadas por el ciclón acudirá a las urnas el próximo 24 de mayo. REUTERS
RANGUN, Birmania.- "Escribo desde el fin del mundo. Un infierno de piedras, trozos de hierro y árboles caídos. Rangún es un inmenso cenagal. Ahora los troncos bloquean las carreteras, cierran los cruces, se mezclan con una maraña de cables iluminados por breves chispazos. La culpa la tiene el viento, la lluvia y los muros de agua de decenas de metros".
Ese es el encabezado del texto que el periodista italiano Dimafoni Mastrogiacomo, del diario "La Repúbblica", mandó a su periódico desde Myanmar, y que más tarde tradujo al castellano el madrileño "El País". El enviado a la zona que la semana pasada fue azotada por un ciclón relató que que se produjeron ráfagas de 250 kilómetros por hora que se llevaron por delante tejados, levantaron puentes y destrozaron pilones de cemento.
"Lo que ven es un verdadero Apocalipsis -continuó el periodista en su crónica-. En la oscuridad de la noche y bajo un cielo aún henchido de lluvia, miles de personas caminan a lo largo de un recorrido lleno de obstáculos. Muchos se caen, se vuelven a levantar, arrastrados por un río de agua que les empuja hacia el valle".
El reportero relató que su vuelo, procedente de Bangkok, llegó de noche a la región devastada. Junto a él volaron además cuatro voluntarios, los primeros a los que la Junta Militar encerrada en Naypyidaw -a 400 kilómetros de Yangon- permitió entrar por el momento.
Myanmar está aturdida, asombrada, resignada. Se habla de 100.000 muertos, de tres millones de desplazados y de decenas de miles de personas sin agua y sin alimentos. "La gente lo ha perdido todo", le dijo al cronista el taxista que lo condujo desde el aeropuerto al centro de la ciudad.
"Tenemos hambre, nos estamos muriendo", añadió el conductor, con voz apenas audible.
- "¿Y los militares?", le preguntó Mastrogiacomo. "Existen, pero sólo durante el día. Limpian las calles, cortan árboles y quitan las vallas publicitarias caídas", contestó. Lejos de estar equivocado, el humilde hombre grafica la realidad del país.
De hecho, hoy se supo que la Junta Militar de Birmania (Myanmar) prosigue adelante con su plan de celebrar hoy un referéndum para aprobar su proyecto constitucional, pese a los llamamientos en contra de la Organización de las Naciones Unidas.
En tanto, la población de las zonas más afectadas por el ciclón -Rangún y 47 caseríos del delta del Irrawaddy- acudirán a las urnas el próximo 24 de mayo. Los centros electorales de los distritos que votan este sábado abrieron a las 6 (hora local) y cerrarán a las 16.
La televisión estatal les dijo repetidamente a los ciudadanos que es su "deber patriótico" aprobar la nueva constitución que consagra el dominio político de la Junta, a cargo del país de 53 millones de personas desde un golpe de estado en 1962. (Reuters-Especial)
Ese es el encabezado del texto que el periodista italiano Dimafoni Mastrogiacomo, del diario "La Repúbblica", mandó a su periódico desde Myanmar, y que más tarde tradujo al castellano el madrileño "El País". El enviado a la zona que la semana pasada fue azotada por un ciclón relató que que se produjeron ráfagas de 250 kilómetros por hora que se llevaron por delante tejados, levantaron puentes y destrozaron pilones de cemento.
"Lo que ven es un verdadero Apocalipsis -continuó el periodista en su crónica-. En la oscuridad de la noche y bajo un cielo aún henchido de lluvia, miles de personas caminan a lo largo de un recorrido lleno de obstáculos. Muchos se caen, se vuelven a levantar, arrastrados por un río de agua que les empuja hacia el valle".
El reportero relató que su vuelo, procedente de Bangkok, llegó de noche a la región devastada. Junto a él volaron además cuatro voluntarios, los primeros a los que la Junta Militar encerrada en Naypyidaw -a 400 kilómetros de Yangon- permitió entrar por el momento.
Myanmar está aturdida, asombrada, resignada. Se habla de 100.000 muertos, de tres millones de desplazados y de decenas de miles de personas sin agua y sin alimentos. "La gente lo ha perdido todo", le dijo al cronista el taxista que lo condujo desde el aeropuerto al centro de la ciudad.
"Tenemos hambre, nos estamos muriendo", añadió el conductor, con voz apenas audible.
- "¿Y los militares?", le preguntó Mastrogiacomo. "Existen, pero sólo durante el día. Limpian las calles, cortan árboles y quitan las vallas publicitarias caídas", contestó. Lejos de estar equivocado, el humilde hombre grafica la realidad del país.
De hecho, hoy se supo que la Junta Militar de Birmania (Myanmar) prosigue adelante con su plan de celebrar hoy un referéndum para aprobar su proyecto constitucional, pese a los llamamientos en contra de la Organización de las Naciones Unidas.
En tanto, la población de las zonas más afectadas por el ciclón -Rangún y 47 caseríos del delta del Irrawaddy- acudirán a las urnas el próximo 24 de mayo. Los centros electorales de los distritos que votan este sábado abrieron a las 6 (hora local) y cerrarán a las 16.
La televisión estatal les dijo repetidamente a los ciudadanos que es su "deber patriótico" aprobar la nueva constitución que consagra el dominio político de la Junta, a cargo del país de 53 millones de personas desde un golpe de estado en 1962. (Reuters-Especial)
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