Les llevan historias a niños y a ancianos

"Cuentacuentos".

TAREA. Los cuentacuentos deben elegir los textos y preparar sus voces.  LA GACETA / INES QUINTERROS ORIO TAREA. Los cuentacuentos deben elegir los textos y preparar sus voces. LA GACETA / INES QUINTERROS ORIO
28 Abril 2008
Ensaya una y otra vez su expresión y prepara su voz para el relato. Cada día, sale con el libro bajo el brazo a contar historias. En la narración oral descubrió no sólo una pasión, sino también una forma de percibir algunos ingresos.
Silvina Pérez Lucena es una “cuentacuentos”. Como ella, varios jóvenes preparan textos para relatar y a cambio ganan unos pesos. La figura del narrador, aunque existe desde hace muchos años, se reactivó en los últimos tiempos, especialmente como una salida laboral.
Los grupos de chicos son sus clientes más numerosos. Arman grupos y les cuentan cuentos. No obstante, Silvina, junto con tres compañeros que trabajan en el mismo rubro, también encontró un público muy interesante entre los ancianos. “Cada sábado, en el geriátrico nos esperan los abuelos. Se viven momentos muy especiales, porque cuando terminamos de leer los libros, ellos quieren que les contemos sobre nuestra vida personal”, detalla Silvina.
La “cuentacuentos” relata que los abuelos son grandes narradores. “Que alguien les lleve historias los emociona, porque un geriátrico es un lugar de mucho silencio, donde nadie les habla demasiado. Lo único que se escucha en forma permanente en una radio. Cuando nos ven, se desesperan por hablar”, comenta.
Pérez Lucena apunta que su tarea no es sencilla y que lucha por perfeccionar su oralidad. “Es un trabajo muy grande, no siempre bien remunerado porque la gente no cree que leer cuentos necesite ser redituable. Pasamos horas eligiendo el texto y luego preparando el relato”, explica.

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