22 Abril 2008
ORGULLOSA. Romina Vizcarra frente a su lugar de trabajo. “Nuestro labor es muy importante”, afirmó. LA GACETA/HECTOR PERALTA
Durante cuatro días a la semana le gusta estar con su familia y es fanática de la música latina. Tiene 21 años y sueña con estudiar Medicina. Su sangre es azul. No porque tenga algún título nobiliario, sino porque su familia tiene tradición policial. Su padre formó parte de la fuerza de seguridad, y su hermano también es policía. Por eso, en su casa, a ninguno le sorprendió que ella haya querido seguir la misma carrera. El año pasado, Romina Vizcarra egresó de la Escuela de Policía como oficial; pidió ser destinada a la Dirección General de Drogas Peligrosas y el viernes se convirtió en la primera mujer que comanda una comisión policial. Fue su grupo el que descubrió en Trancas un bolso en el que habían escondido tres kilos de cocaína. "No me puse nerviosa cuando vi la droga. Sí me temblaron las piernas cuando llegué a la base y vi el revuelo que había causado el operativo. Estoy orgullosa. Siempre soñé con que iba a descubrir droga", aseguró.
Romina es una de las tres mujeres que trabajan en Drogas Peligrosas. Además de ella, hay otros cinco oficiales. Tras el procedimiento, se cansó de recibir saludos y felicitaciones. "Debutaste", le decían, mientras ella se bajaba la visera de la gorra para disimular el rubor.
- ¿Por qué elegiste la Dirección de Drogas Peligrosas?
- Ya lo tenía decidido. Hasta armé una carpeta para ofrecerme. Por suerte me aceptaron. Aquí estoy haciendo lo que me gusta.
- ¿Qué te atraía?
- La manera en que se trabaja. Aquí es distinto a cualquier otra dependencia policial. Es un mundo aparte, que hay que conocer muy bien para hacer un buen trabajo. Por eso no es común que alguien quiera hacer algo así.
- ¿Qué te decían tus compañeros de promoción?
- Me daban la razón. Sé que se presentaron varios, pero no tuvieron la misma suerte que yo.
- ¿Cómo reaccionó tu familia?
- Me apoyaron muchísimo, especialmente mi hermano. Ellos sabían que a mí me intrigaba mucho cómo era este trabajo. Por eso no me pusieron trabas.
- ¿Cómo fue tu preparación?
- No mucha, porque hace tres meses que estoy trabajando en el área. Los jefes, oficiales y suboficiales más antiguos me preparan muchísimo. Eso me ayudó.
- ¿Es el primer procedimiento en el que secuestró droga?
- No. Estuve en el otro en el que se secuestró un kilo de pasta base, también en Trancas. Pero en esa oportunidad formaba parte de un equipo y no lo dirigía, como ocurrió en esta oportunidad.
- ¿Tenían algún dato sobre el paso de la droga?
- No. Fue en un control de rutina. Muchos no lo saben, pero requisamos todos los ómnibus. En este tuvimos suerte, porque era el octavo que revisamos. Hay días en los que controlamos unos 80 y no encontramos nada. El éxito radica en controlarlos a todos.
- ¿Cómo es esta tarea?
- Muy sacrificada, porque a veces estamos toda la noche trabajando, sin importar si hace frío o si está lloviendo. Además, hay que convencer a los pasajeros para que no se ofusquen por la tarea que debemos desarrollar. Tratamos de hablar con ellos para que no se molesten tanto.
- Siendo mujer, ¿este es un trabajo como cualquier otro?
- Siempre y cuando reciba la capacitación necesaria, sí. Yo quiero seguir aprendiendo y capacitándome para crecer en mi profesión. Espero seguir aquí. Me gusta mucho lo que hago.
Hora de las fotos. Se saca del cinturón la pistola reglamentaria y las esposas. Se pinta los labios y posa. No por ser oficial Romina Vizcarra deja de ser coqueta.
Romina es una de las tres mujeres que trabajan en Drogas Peligrosas. Además de ella, hay otros cinco oficiales. Tras el procedimiento, se cansó de recibir saludos y felicitaciones. "Debutaste", le decían, mientras ella se bajaba la visera de la gorra para disimular el rubor.
- ¿Por qué elegiste la Dirección de Drogas Peligrosas?
- Ya lo tenía decidido. Hasta armé una carpeta para ofrecerme. Por suerte me aceptaron. Aquí estoy haciendo lo que me gusta.
- ¿Qué te atraía?
- La manera en que se trabaja. Aquí es distinto a cualquier otra dependencia policial. Es un mundo aparte, que hay que conocer muy bien para hacer un buen trabajo. Por eso no es común que alguien quiera hacer algo así.
- ¿Qué te decían tus compañeros de promoción?
- Me daban la razón. Sé que se presentaron varios, pero no tuvieron la misma suerte que yo.
- ¿Cómo reaccionó tu familia?
- Me apoyaron muchísimo, especialmente mi hermano. Ellos sabían que a mí me intrigaba mucho cómo era este trabajo. Por eso no me pusieron trabas.
- ¿Cómo fue tu preparación?
- No mucha, porque hace tres meses que estoy trabajando en el área. Los jefes, oficiales y suboficiales más antiguos me preparan muchísimo. Eso me ayudó.
- ¿Es el primer procedimiento en el que secuestró droga?
- No. Estuve en el otro en el que se secuestró un kilo de pasta base, también en Trancas. Pero en esa oportunidad formaba parte de un equipo y no lo dirigía, como ocurrió en esta oportunidad.
- ¿Tenían algún dato sobre el paso de la droga?
- No. Fue en un control de rutina. Muchos no lo saben, pero requisamos todos los ómnibus. En este tuvimos suerte, porque era el octavo que revisamos. Hay días en los que controlamos unos 80 y no encontramos nada. El éxito radica en controlarlos a todos.
- ¿Cómo es esta tarea?
- Muy sacrificada, porque a veces estamos toda la noche trabajando, sin importar si hace frío o si está lloviendo. Además, hay que convencer a los pasajeros para que no se ofusquen por la tarea que debemos desarrollar. Tratamos de hablar con ellos para que no se molesten tanto.
- Siendo mujer, ¿este es un trabajo como cualquier otro?
- Siempre y cuando reciba la capacitación necesaria, sí. Yo quiero seguir aprendiendo y capacitándome para crecer en mi profesión. Espero seguir aquí. Me gusta mucho lo que hago.
Hora de las fotos. Se saca del cinturón la pistola reglamentaria y las esposas. Se pinta los labios y posa. No por ser oficial Romina Vizcarra deja de ser coqueta.
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