16 Abril 2008
ENTRE LAS NUBES DE HUMO. El frío del mediodía estimuló el consumo de los populares sandwich de chorizo. LA GACETA/JUAN PABLO SANCHEZ NOLI
Parte del folclore de cualquier acontecimiento (artístico, deportivo o político) son los vendedores de comida, apostados en el lugar.
Algunos vendedores pasaron la noche en vela para llegar a la inauguración del nuevo hospital de Aguilares. Tras haber alimentado a los hinchas de San Martín, el lunes por la noche, en la ciudadela, mudaron su puesto al sur. Es el caso, por ejemplo, de Pedro Juárez y de su hermano José, choripaneros de San Cayetano. “De esto vivimos. Sea quien sea que venga o hable, nosotros vendemos”, afirmaron.
Cuando se les consultó si tendrían mercadería suficiente para toda la jornada confesaron: “sí, pero también tenemos suficiente sueño; esperemos aguantar”. Los Juárez no fueron los únicos que pasaron de un acto deportivo a una ceremonia política. “Cuando llegamos, de madrugada, ya había otros”, dijeron. El “chori” se ofrecía a $ 5. Y se vendía bastante.
También se ofrecía sánguches de milanesa. A $ 5 (parecía que todos puestos habían acordado los precios), se vendían al por mayor. “Sí, está saliendo bastante a esta hora (las 12), pero seguramente más tarde van a venir más”, auguró Dante, el dueño de un quiosco que, además de sánguches, vendía juguetes. ¿Y esto?, preguntó LA GACETA. “Se vende un poco menos que la comida, pero les compran a los hijos para que no molesten”, explicó. Un soldado o una pistola de plástico también cotizaban a $ 5. Una opción fría eran los sánguches de mortadela y queso. Claudia Villagra los ofrecía a $ 2. “Las ventas andan bien. A la mañana tomaron café, pero, al mediodía, empezaron con la comida”, dijo.
Algunos vendedores pasaron la noche en vela para llegar a la inauguración del nuevo hospital de Aguilares. Tras haber alimentado a los hinchas de San Martín, el lunes por la noche, en la ciudadela, mudaron su puesto al sur. Es el caso, por ejemplo, de Pedro Juárez y de su hermano José, choripaneros de San Cayetano. “De esto vivimos. Sea quien sea que venga o hable, nosotros vendemos”, afirmaron.
Cuando se les consultó si tendrían mercadería suficiente para toda la jornada confesaron: “sí, pero también tenemos suficiente sueño; esperemos aguantar”. Los Juárez no fueron los únicos que pasaron de un acto deportivo a una ceremonia política. “Cuando llegamos, de madrugada, ya había otros”, dijeron. El “chori” se ofrecía a $ 5. Y se vendía bastante.
También se ofrecía sánguches de milanesa. A $ 5 (parecía que todos puestos habían acordado los precios), se vendían al por mayor. “Sí, está saliendo bastante a esta hora (las 12), pero seguramente más tarde van a venir más”, auguró Dante, el dueño de un quiosco que, además de sánguches, vendía juguetes. ¿Y esto?, preguntó LA GACETA. “Se vende un poco menos que la comida, pero les compran a los hijos para que no molesten”, explicó. Un soldado o una pistola de plástico también cotizaban a $ 5. Una opción fría eran los sánguches de mortadela y queso. Claudia Villagra los ofrecía a $ 2. “Las ventas andan bien. A la mañana tomaron café, pero, al mediodía, empezaron con la comida”, dijo.
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