10 Abril 2008
Cuatro minutos con Rod Stewart
La intimidad de una entrevista acelerada con el músico que actuará mañana y el sábado en Buenos Aires. Por Bebe Contepomi - Asesor periodístico.
EN AVION. Stewart confesó que en 1978 visitó de incógnito la Argentina para ver un partido de Escocia en el Mundial.
Acabo de estar con Rod Stewart. Así de simple, así de rápido. Tenía pautada una entrevista de 15 minutos en un lujoso hotel de Buenos Aires, donde está descansando junto a con familia, para dar los dos shows previstos en la cancha de Vélez. Uno se imagina a Rod como uno persona alegre, carismática y divertida. Y seguramente lo es. Pero también es una estrella única del rock y eso, a veces, atenta contra la bondad. La entrevista prevista de 15 minutos se transformó en una mini charla de cuatro minutos, con un Rod apuradísimo y con pocas ganas de explayarse.
Es que tenía que irse a Chile en su jet privado para dar su show ahí antes de los dos conciertos en Buenos Aires. "La primera vez que estuve en Argentina fue en 1978, cuando vine al Mundial de fútbol a ver un partido de Escocia. Tuve un fuerte incidente en un bar...", empieza Stewart, confirmando por primera vez su presencia allá por fines de los 70 en nuestro país, algo que estaba solamente en las leyendas populares. "Después volví hace 19 años para cantar y hoy estoy de nuevo aquí. La primera sensación que tuve fue la de encontrarme con una ciudad mucho mas limpia y luminosa", siguió Rod Stewart, tal vez sin saber lo que nos costó conseguir tener un poco más resplandeciente a Buenos Aires.
"Amo a la gente de este país porque ama el rock y el fútbol como yo. Los padres de Carlos Tevez (hoy en día megaestrella de Manchester United de Inglaterra) pidieron entradas para venir a verme a uno de los shows. Mi único problema con Argentina son los paparazzis, porque la gente es cálida y respetuosa", terminó diciendo en la breve entrevista, antes de despedirse anunciando su inminente viaje a Chile. Pero antes aclaró: "va a ser un show de rock. Con todos los clásicos de mi carrera y nada de jazz". Así quiso dejar en claro que su etapa crooner no será de la partida argentina. Y ahí si, Rod Stewart se fue como un rayo. Lo volveremos a ver recién sobre el escenario
De acuerdo con la prestigiosa revista Billboard, la gira de Stewart es una de las tres más exitosas del año, detrás de la de Roger Waters y la del Cirque du Soleil. El músico, de 63 años, espera revalidar sus pergaminos de histórico rockero ante más de 80.000 personas en sus dos conciertos.
Sus pedidos a los organizadores fueron variados y acordes con los de una estrella de rock: media docena de botellas de carísimos vinos franceses, dos limusinas y 24 pelotas de fútbol. El británico también pidió un camarín alfombrado, limpio y bien iluminado, con baño y ducha privada, plancha, tabla de planchar, secador de pelo, dos percheros grandes con ruedas, 12 batas y seis toallas de mano.
Para antes y después del show, Stewart exigió todo tipo de bebidas. Entre ellas, tres botellas de vino blanco Chassagne Montrachet, tres de tinto Chateu Lafite Rothschild, dos de ron Bacardi blanco y 12 de cerveza St. Pauli Girl. Y, como buen inglés, el artista solicitó una pava eléctrica con saquitos de té de la variedad English Breakfast, azúcar, leche y seis tazas con sus correspondientes platos.
Ah, y seguramente también pidió poco contacto con la prensa... pero eso no importa. Los cuatro minutos de entrevista alcanzaron para verlo de cerca y robarle algunas palabras. Aunque los verdaderos pingos se ven en el escenario. Y ahí no habrá dudas. Seguro.
Es que tenía que irse a Chile en su jet privado para dar su show ahí antes de los dos conciertos en Buenos Aires. "La primera vez que estuve en Argentina fue en 1978, cuando vine al Mundial de fútbol a ver un partido de Escocia. Tuve un fuerte incidente en un bar...", empieza Stewart, confirmando por primera vez su presencia allá por fines de los 70 en nuestro país, algo que estaba solamente en las leyendas populares. "Después volví hace 19 años para cantar y hoy estoy de nuevo aquí. La primera sensación que tuve fue la de encontrarme con una ciudad mucho mas limpia y luminosa", siguió Rod Stewart, tal vez sin saber lo que nos costó conseguir tener un poco más resplandeciente a Buenos Aires.
"Amo a la gente de este país porque ama el rock y el fútbol como yo. Los padres de Carlos Tevez (hoy en día megaestrella de Manchester United de Inglaterra) pidieron entradas para venir a verme a uno de los shows. Mi único problema con Argentina son los paparazzis, porque la gente es cálida y respetuosa", terminó diciendo en la breve entrevista, antes de despedirse anunciando su inminente viaje a Chile. Pero antes aclaró: "va a ser un show de rock. Con todos los clásicos de mi carrera y nada de jazz". Así quiso dejar en claro que su etapa crooner no será de la partida argentina. Y ahí si, Rod Stewart se fue como un rayo. Lo volveremos a ver recién sobre el escenario
De acuerdo con la prestigiosa revista Billboard, la gira de Stewart es una de las tres más exitosas del año, detrás de la de Roger Waters y la del Cirque du Soleil. El músico, de 63 años, espera revalidar sus pergaminos de histórico rockero ante más de 80.000 personas en sus dos conciertos.
Sus pedidos a los organizadores fueron variados y acordes con los de una estrella de rock: media docena de botellas de carísimos vinos franceses, dos limusinas y 24 pelotas de fútbol. El británico también pidió un camarín alfombrado, limpio y bien iluminado, con baño y ducha privada, plancha, tabla de planchar, secador de pelo, dos percheros grandes con ruedas, 12 batas y seis toallas de mano.
Para antes y después del show, Stewart exigió todo tipo de bebidas. Entre ellas, tres botellas de vino blanco Chassagne Montrachet, tres de tinto Chateu Lafite Rothschild, dos de ron Bacardi blanco y 12 de cerveza St. Pauli Girl. Y, como buen inglés, el artista solicitó una pava eléctrica con saquitos de té de la variedad English Breakfast, azúcar, leche y seis tazas con sus correspondientes platos.
Ah, y seguramente también pidió poco contacto con la prensa... pero eso no importa. Los cuatro minutos de entrevista alcanzaron para verlo de cerca y robarle algunas palabras. Aunque los verdaderos pingos se ven en el escenario. Y ahí no habrá dudas. Seguro.