06 Abril 2008
Las "águilas" aprovecharon bien los errores
Buenos Aires aguantó y en el último minuto les arruinó en el parque la fiesta a los "naranjas". Por Tomás Gray -Redacción LA GACETA.
FESTEJO. Los jugadores de Buenos Aires celebran y levantan la copa.
Fue un golpe tremendo. Directo al corazón. De los jugadores y del cuerpo técnico, primero, y de los miles de hinchas que fueron a “La Caldera” para ver campeones a los “naranjas”. Todos se habían preparado para vivir una gran fiesta. No pudo ser. Un minuto, nada más, separó la gloria del dolor. Ese minuto fatal en el que los tucumanos se descuidaron fue suficiente para que las “águilas” picotearan a la presa y aterrizaran en el in-goal.
Una lástima, porque los “naranjas” habían realizado un gran sacrificio y un campeonato extraordinario. Pero finales son finales y Buenos Aires la jugó como tal, con la paciencia y la concentración necesarias para quebrar al rival en el momento justo.
En un duelo decisivo no se pueden cometer errores. Y Tucumán los cometió. Uno clave: al minuto de juego (los “naranjas” arrancaron acelerados y decididos a llevarse por delante al campeón), los locales tuvieron la oportunidad de sumar tres puntos con un penal otorgado casi frente a los palos. No se aprovechó la opción y lo jugaron rápidamente. Esos tres puntos que no se anotaron terminaron costando caro. Lección: en una final no se pueden desaprovechar las oportunidades para anotar.
El partido no fue bueno para el público. Para los entendidos resultó muy técnico, muy cerrado, con una gran presión ejercida por los dos equipos y con dos impecables defensas que bloquearon los espacios para atacar. Fue una final muy táctica y con mucha utilización del pie. Pero le faltó el picante, un condimento que muchas veces hace falta (la audacia para buscar las variantes ofensivas).
Se sabía que iba a ser una batalla de forwards. Para eso se prepararon los dos equipos. Quedó claro en la cancha. En esta pulseada los “naranjas” contaron con una mayor obtención y prevalecieron en el scrum, una formación que generó muchos problemas, en especial en la lucha entre los pilares Bruno Cuezzo y Gonzalo Begino.
Tanto insistir con los delanteros, estos se fueron desgastando y cuando la pelota salió a los backs se sucedieron las imprecisiones. Quizás por los nervios o por la tremenda presión. Fue un test- match. Mucho estudio, mucha táctica, mucha defensa, poco riesgo.
Los “naranjas” fueron ganando de punta a punta pero aflojaron al final. Es como liderar una maratón desde la largada y quedarse cuando faltan 500 metros. Fue un golpe duro. Buenos Aires ganó porque tuvo la concentración y la paciencia para definir. Esperó y remató. Tucumán jugó mucho tiempo en campo rival y sólo facturó con tres penales.
Además... Buenos Aires también jugó a lo Tucumán, con el corazón y aguantando hasta el final. Se llevó el premio mayor. Los “naranjas” deberán esperar un año más. El equipo está; necesita continuidad.
“Si bien no veníamos jugando como otros años, lo importante era ganar, ese era nuestro gran objetivo. La definición de un partido tan parejo se produjo por una desatención de Tucumán, lo que llevó al try a Buenos Aires. Con esa pequeña ventaja ganamos la final”, destacó el capitán Pablo Gómez Cora.
“Buenos Aires fue un justo ganador en un partido muy cerrado y peleado. Se jugó mucho en la mitad de la cancha. Fue muy importante no bajar los brazos nunca y definimos en la última jugada. Tras haber logrado el tricampeonato está claro que Buenos Aires es un grande”, añadió el hooker Gambarini.
“Nunca había jugado una final, por eso no quería perder. Ganamos por la calidad de jugadores que tenemos, es un orgullo ser parte de este equipo. Es un sueño hecho realidad”, dijo Alejandro Campos.
Siento una alegría inmensa, creo que es el campeonato más lindo de todos. No veníamos jugando bien, pero sabíamos que el equipo iba a dejar el corazón dentro de la cancha hasta el último minuto, y lo dejó. Estas finales se ganan medio a cero, uno a cero, pero hay que ganarlas. Quiero destacar la entrega, el juego y el tackle de Tucumán, y felicito a los jugadores de Buenos Aires, que dejaron todo en la cancha. Yo estaba confiado en que en algún momento el partido se iba a definir a nuestro favor. Fue una jugada preparada del line que habitualmente nos sale y una patada increíble de “Fede” Serra. Siento una alegría enorme.
Una lástima, porque los “naranjas” habían realizado un gran sacrificio y un campeonato extraordinario. Pero finales son finales y Buenos Aires la jugó como tal, con la paciencia y la concentración necesarias para quebrar al rival en el momento justo.
En un duelo decisivo no se pueden cometer errores. Y Tucumán los cometió. Uno clave: al minuto de juego (los “naranjas” arrancaron acelerados y decididos a llevarse por delante al campeón), los locales tuvieron la oportunidad de sumar tres puntos con un penal otorgado casi frente a los palos. No se aprovechó la opción y lo jugaron rápidamente. Esos tres puntos que no se anotaron terminaron costando caro. Lección: en una final no se pueden desaprovechar las oportunidades para anotar.
El partido no fue bueno para el público. Para los entendidos resultó muy técnico, muy cerrado, con una gran presión ejercida por los dos equipos y con dos impecables defensas que bloquearon los espacios para atacar. Fue una final muy táctica y con mucha utilización del pie. Pero le faltó el picante, un condimento que muchas veces hace falta (la audacia para buscar las variantes ofensivas).
Se sabía que iba a ser una batalla de forwards. Para eso se prepararon los dos equipos. Quedó claro en la cancha. En esta pulseada los “naranjas” contaron con una mayor obtención y prevalecieron en el scrum, una formación que generó muchos problemas, en especial en la lucha entre los pilares Bruno Cuezzo y Gonzalo Begino.
Tanto insistir con los delanteros, estos se fueron desgastando y cuando la pelota salió a los backs se sucedieron las imprecisiones. Quizás por los nervios o por la tremenda presión. Fue un test- match. Mucho estudio, mucha táctica, mucha defensa, poco riesgo.
Los “naranjas” fueron ganando de punta a punta pero aflojaron al final. Es como liderar una maratón desde la largada y quedarse cuando faltan 500 metros. Fue un golpe duro. Buenos Aires ganó porque tuvo la concentración y la paciencia para definir. Esperó y remató. Tucumán jugó mucho tiempo en campo rival y sólo facturó con tres penales.
Además... Buenos Aires también jugó a lo Tucumán, con el corazón y aguantando hasta el final. Se llevó el premio mayor. Los “naranjas” deberán esperar un año más. El equipo está; necesita continuidad.
“Ganamos la final porque nunca bajamos los brazos”
Entró cuando faltaban 16 minutos y se convirtió en el héroe de la noche. Cosas de la vida: el hooker Agustín Costa Repetto reemplazó al tucumano que juega en Buenos Aires, Pablo Gambarini, y anotó el try del triunfo en el último minuto, el que les dio a las “águilas” el título número 34, el tercero consecutivo. “El try se dio tras una jugada preparada por la boca del line. Alejandro Abadie me dio el pase y corrí hasta el in-goal para anotar. Sabíamos que iba a ser un partido duro, pero también que dura 80 minutos. Por eso ganamos, porque mantuvimos la concentración hasta el final y nunca bajamos los brazos”, comentó Costa Repetto luego de recibir decenas de abrazos.“Si bien no veníamos jugando como otros años, lo importante era ganar, ese era nuestro gran objetivo. La definición de un partido tan parejo se produjo por una desatención de Tucumán, lo que llevó al try a Buenos Aires. Con esa pequeña ventaja ganamos la final”, destacó el capitán Pablo Gómez Cora.
“Buenos Aires fue un justo ganador en un partido muy cerrado y peleado. Se jugó mucho en la mitad de la cancha. Fue muy importante no bajar los brazos nunca y definimos en la última jugada. Tras haber logrado el tricampeonato está claro que Buenos Aires es un grande”, añadió el hooker Gambarini.
“Nunca había jugado una final, por eso no quería perder. Ganamos por la calidad de jugadores que tenemos, es un orgullo ser parte de este equipo. Es un sueño hecho realidad”, dijo Alejandro Campos.
Jugaron con el corazón
Punto de vista. Por Eduardo Fernández Gill - entrenador de Buenos Aires.
Punto de vista. Por Eduardo Fernández Gill - entrenador de Buenos Aires.
Siento una alegría inmensa, creo que es el campeonato más lindo de todos. No veníamos jugando bien, pero sabíamos que el equipo iba a dejar el corazón dentro de la cancha hasta el último minuto, y lo dejó. Estas finales se ganan medio a cero, uno a cero, pero hay que ganarlas. Quiero destacar la entrega, el juego y el tackle de Tucumán, y felicito a los jugadores de Buenos Aires, que dejaron todo en la cancha. Yo estaba confiado en que en algún momento el partido se iba a definir a nuestro favor. Fue una jugada preparada del line que habitualmente nos sale y una patada increíble de “Fede” Serra. Siento una alegría enorme.