28 Marzo 2008
El INTA Famaillá asiste con preferencia a los pequeños y medianos productores tucumanos, a través de un equipo de extensión y transferencia de tecnología. La intención es mejorar la competitividad de las cadenas en cada territorio, en un marco de sustentabilidad y cuidado del medio ambiente.
En ese contexto, la ejecución del Programa Federal de Apoyo al Desarrollo Rural (Profeder), junto con el programa Cambio Rural, permite la asistencia de 310 PyME agropecuarias (apícolas, turismo rural, horticultura, frutales), a 80 familias dentro del Programa Familiar (PROFAM), y a otras 400 familias a través del Proyecto Minifundio.
El grupo de Turismo Rural, con base en Tafí del Valle, se destaca entre las actividades innovadoras del programa, ya que está incluido en la red nacional de Turismo Rural del INTA. Hasta el momento, son 10 las estancias y establecimientos agro-ganaderos, que tienen la posibilidad de ampliar sus actores con la incorporación de microempresas artesanales.
El ProHuerta atiende a 30.000 cultivares familiares, comunitarios y escolares, y a través del Programa Seguridad Alimentaria y Agua Segura se asiste a familias carenciadas del este tucumano.
Las autoridades del INTA Famaillá destacaron que para estos logros no sólo trabajan los técnicos y personal de la institución, sino que colaboran el Gobierno provincial, las municipalidades, las comunas, los centros de investigación, y las universidades.
Un apoyo fundamental
La mención sobre el rol que le cabe a Asociación Cooperadora dentro del esquema funcional del EEA INTA Famaillá, merece un párrafo aparte.
La entidad le cedió sus tierras en comodato a la Cooperadora para que las administre y para que sus fondos sean invertidos en la investigación y la transferencia tecnológica. Este esquema se cumple desde su creación, y permitió oxigenar un presupuesto supeditado a las disponibilidad de la casa central.
La Cooperadora no persigue fines de lucro y sólo apoya con la producción a la actividad del INTA.
Su principal actividad es la producción de caña de azúcar en los terrenos de Famaillá. En esa finca se logró, desde 2000 a la fecha, pasar de un cañaveral de 300 kilogramos/surco a los actuales 1.300, con un manejo sustentable sin quema y con tecnología que se transfiere al productor cañero año tras año.
En ese contexto, la ejecución del Programa Federal de Apoyo al Desarrollo Rural (Profeder), junto con el programa Cambio Rural, permite la asistencia de 310 PyME agropecuarias (apícolas, turismo rural, horticultura, frutales), a 80 familias dentro del Programa Familiar (PROFAM), y a otras 400 familias a través del Proyecto Minifundio.
El grupo de Turismo Rural, con base en Tafí del Valle, se destaca entre las actividades innovadoras del programa, ya que está incluido en la red nacional de Turismo Rural del INTA. Hasta el momento, son 10 las estancias y establecimientos agro-ganaderos, que tienen la posibilidad de ampliar sus actores con la incorporación de microempresas artesanales.
El ProHuerta atiende a 30.000 cultivares familiares, comunitarios y escolares, y a través del Programa Seguridad Alimentaria y Agua Segura se asiste a familias carenciadas del este tucumano.
Las autoridades del INTA Famaillá destacaron que para estos logros no sólo trabajan los técnicos y personal de la institución, sino que colaboran el Gobierno provincial, las municipalidades, las comunas, los centros de investigación, y las universidades.
Un apoyo fundamental
La mención sobre el rol que le cabe a Asociación Cooperadora dentro del esquema funcional del EEA INTA Famaillá, merece un párrafo aparte.
La entidad le cedió sus tierras en comodato a la Cooperadora para que las administre y para que sus fondos sean invertidos en la investigación y la transferencia tecnológica. Este esquema se cumple desde su creación, y permitió oxigenar un presupuesto supeditado a las disponibilidad de la casa central.
La Cooperadora no persigue fines de lucro y sólo apoya con la producción a la actividad del INTA.
Su principal actividad es la producción de caña de azúcar en los terrenos de Famaillá. En esa finca se logró, desde 2000 a la fecha, pasar de un cañaveral de 300 kilogramos/surco a los actuales 1.300, con un manejo sustentable sin quema y con tecnología que se transfiere al productor cañero año tras año.
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