22 Marzo 2008
Estos días de marzo vienen complicados para la gestión del gobernador. Al traspié que sufrió en la designación de Francisco Sassi Colombres en la Corte Suprema se le suma ahora la renuncia del ministro de Desarrollo Productivo. Aunque se trata de razones y de actitudes diferentes, ambos casos evidencian las dificultades que registra la actual administración en mantener la sintonía con las políticas que impulsa el Gobierno nacional. José Alperovich salió a mostrar su apoyo a la posición oficial con duros calificativos a las protestas de los productores, pero sus palabras no sólo cayeron mal a los hombres de campo que participan en los cortes de ruta: detonaron también en el ánimo de José Manuel Paz, que terminó por convencerse de que no podía seguir en el Ministerio. En distintos ámbitos del campo se descontaba que Paz iba a abandonar las funciones ante la continuidad del conflicto. ¿Cómo se mantuvo un agricultor reconocido, un ex presidente de la Rural tucumana en un mundo en donde se construyen las políticas con enormes diferencias con el sector de donde proviene? ¿Está en entredicho el perfil político con el que armó y mantiene su gabinete Alperovich? "Se debió haber ido antes, no podía aceptar las barbaridades que dicen de nosotros", dijeron ruralistas cuando se enteraron de la decisión del funcionario. Paz estuvo haciendo equilibrio entre las decisiones que tomaba su propio Gobierno y las que esperaban sus pares del campo. No siempre logró que el gobernador lo reconociera como interlocutor del sector empresario y, aunque entusiasta, tampoco logró imponer en el Gobierno las reivindicaciones que la actividad agrícola esperaba. Incluso, en los últimos meses, su poder pareció declinar cuando el ministro de Gobierno, Edmundo Jimenez, fue nombrado por Alperovich para contener los reclamos empresariales. Al final, sus propias convicciones pesaron mucho más.