21 Marzo 2008
Buenos Aires.- El virulento cruce entre el campo y el Gobierno alcanzó niveles estratosféricos en las últimas horas, que por ahora lo ubican en un callejón sin salida. Las declaraciones desde uno y otro lado le hicieron un flaco favor a un conflicto de larga data, cuya raíz es el modelo económico aplicado por la Argentina desde el 2002, donde se reservó al campo un rol clave en el mantenimiento del superávit fiscal, vía impuestos a las exportaciones.
La fuerza de los dichos del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, llamaron la atención y trajeron preocupación; reflejan que el conflicto está a un tris de salirse de cauce.
Los productores no dieron un paso atrás ni siquiera para tomar impulso: hablaron de saqueo y profundizaron la medida de fuerza.
El presidente de la Sociedad Rural, Luciano Miguens, dijo que están esperando que el Gobierno entienda que el campo es un sector que hace al país.
En medio de estas declaraciones altisonantes, el conflicto quedó empantanado.
Es que el Gobierno llama al diálogo pero aclara que no hará cambios en el cuestionado esquema de retenciones móviles.
Dar marcha atrás con esa medida casi obligaría al ministro Martín Lousteau a dar un paso al costado, porque es el padre de la criatura.
Del otro lado, la dirigencia agropecuaria está presionada por las bases que le exigen un paro por tiempo indeterminado hasta forzar al Gobierno a modificar de rumbo, si no quiere caer en desabastecimiento. Ocurre que se trata del paro agropecuario más prolongado de los últimos 30 años, donde las cartas están echadas y cada jugador se muestra decidido a mantenerse en sus trece, en un conflicto que se empieza a radicalizar en forma temeraria.
La fuerza de los dichos del jefe de Gabinete, Alberto Fernández, llamaron la atención y trajeron preocupación; reflejan que el conflicto está a un tris de salirse de cauce.
Los productores no dieron un paso atrás ni siquiera para tomar impulso: hablaron de saqueo y profundizaron la medida de fuerza.
El presidente de la Sociedad Rural, Luciano Miguens, dijo que están esperando que el Gobierno entienda que el campo es un sector que hace al país.
En medio de estas declaraciones altisonantes, el conflicto quedó empantanado.
Es que el Gobierno llama al diálogo pero aclara que no hará cambios en el cuestionado esquema de retenciones móviles.
Dar marcha atrás con esa medida casi obligaría al ministro Martín Lousteau a dar un paso al costado, porque es el padre de la criatura.
Del otro lado, la dirigencia agropecuaria está presionada por las bases que le exigen un paro por tiempo indeterminado hasta forzar al Gobierno a modificar de rumbo, si no quiere caer en desabastecimiento. Ocurre que se trata del paro agropecuario más prolongado de los últimos 30 años, donde las cartas están echadas y cada jugador se muestra decidido a mantenerse en sus trece, en un conflicto que se empieza a radicalizar en forma temeraria.
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