16 Marzo 2008
“Voy a luchar por él, porque tiene que salir adelante”, dijo con firmeza Asunción, una mujer que desde hace ocho años lucha para sacar a su hijo del mundo de las drogas. El joven, de 19 años, consume estupefacientes desde los 11. En estos días, la familia espera ansiosa que lo trasladen a Buenos Aires para iniciar un intenso tratamiento contra las adicciones. En diálogo con LA GACETA, Asunción compartió los pormenores del dramático caso en el que está inmerso su hijo.
- ¿En que momento comenzó a sospechar que su hijo era adicto a las drogas?
- Cuando iba a la escuela y aún era muy chico. De un día para el otro lo noté raro, aislado y agresivo. Estaba distinto, porque él no era así. Después de hablar con sus maestras y consultarles me recomendaron que lo hiciera entrevistarse con una psicóloga.
- ¿Cuándo comprendió la gravedad del problema?
- Al poco tiempo de descubrir que él se drogaba, cuando desde la escuela lo llevaron a mi casa porque estaba con una sobredosis. Tenía 12 años en ese momento. Ese día comenzó mi lucha.
- ¿Qué drogas ingiere su hijo?
- Consume de todo un poco, desde paco hasta pegamento, que es lo que más utiliza. Para colmo, mezcla las sustancias con alcohol y con otras drogas. Eso lo pone muy agresivo, al punto de que hace poco tiempo agredió a su hermano. No tenía idea de lo que estaba haciendo. Su pareja, de 18 años, también se droga. Lo que más me preocupa es que tienen un bebé de dos años; la situación es horrible.
- ¿Por qué cree que su hijo comenzó a consumir drogas?
- Cuando me separé de mi marido lo colmé de amor, pero fue un amor sin límites y eso no está bien. Eso me provoca un poco de culpa. Hoy comprendo que hay que dar mucho amor y contención, pero prohibiendo ciertas cosas. Pero el desencadenante fue que su papá cayó preso. Se descontroló y no pudo asumir lo que estaba pasando.
- ¿Cómo está su hijo ahora?
- Un doctor me dijo que tiene dañadas las partes frontal y lateral del cerebro. Si no deja las drogas, en poco tiempo puede sufrir muerte cerebral. Estoy luchando para que en los próximos días lo llevemos a Buenos Aires. El Gobierno, después de largas discusiones y de darme la espalda mil veces, va a pagar la internación. Mi familia y yo estamos esperando con desesperación los últimos trámites.
- ¿Cómo hace usted para estar racional y no demostrar su desesperación?
- Desde hace años me ayuda una profesional del hospital Avellaneda. Una aprende mucho en las terapias. Hay que estar preparada para ayudar a nuestros hijos y yo quiero que el mío salga adelante. Es mi único objetivo y no voy a parar. No voy a bajar los brazos hasta lograr que tenga un vida normal, como cualquier chico de su edad.
- ¿En que momento comenzó a sospechar que su hijo era adicto a las drogas?
- Cuando iba a la escuela y aún era muy chico. De un día para el otro lo noté raro, aislado y agresivo. Estaba distinto, porque él no era así. Después de hablar con sus maestras y consultarles me recomendaron que lo hiciera entrevistarse con una psicóloga.
- ¿Cuándo comprendió la gravedad del problema?
- Al poco tiempo de descubrir que él se drogaba, cuando desde la escuela lo llevaron a mi casa porque estaba con una sobredosis. Tenía 12 años en ese momento. Ese día comenzó mi lucha.
- ¿Qué drogas ingiere su hijo?
- Consume de todo un poco, desde paco hasta pegamento, que es lo que más utiliza. Para colmo, mezcla las sustancias con alcohol y con otras drogas. Eso lo pone muy agresivo, al punto de que hace poco tiempo agredió a su hermano. No tenía idea de lo que estaba haciendo. Su pareja, de 18 años, también se droga. Lo que más me preocupa es que tienen un bebé de dos años; la situación es horrible.
- ¿Por qué cree que su hijo comenzó a consumir drogas?
- Cuando me separé de mi marido lo colmé de amor, pero fue un amor sin límites y eso no está bien. Eso me provoca un poco de culpa. Hoy comprendo que hay que dar mucho amor y contención, pero prohibiendo ciertas cosas. Pero el desencadenante fue que su papá cayó preso. Se descontroló y no pudo asumir lo que estaba pasando.
- ¿Cómo está su hijo ahora?
- Un doctor me dijo que tiene dañadas las partes frontal y lateral del cerebro. Si no deja las drogas, en poco tiempo puede sufrir muerte cerebral. Estoy luchando para que en los próximos días lo llevemos a Buenos Aires. El Gobierno, después de largas discusiones y de darme la espalda mil veces, va a pagar la internación. Mi familia y yo estamos esperando con desesperación los últimos trámites.
- ¿Cómo hace usted para estar racional y no demostrar su desesperación?
- Desde hace años me ayuda una profesional del hospital Avellaneda. Una aprende mucho en las terapias. Hay que estar preparada para ayudar a nuestros hijos y yo quiero que el mío salga adelante. Es mi único objetivo y no voy a parar. No voy a bajar los brazos hasta lograr que tenga un vida normal, como cualquier chico de su edad.