06 Marzo 2008
TAREA. La mandataria afirmó que trabajará para descomprimir la tensión. DYN
BUENOS AIRES (por Walter Schmidt)- Una semana atrás, el viaje que Cristina Fernández emprendió ayer rumbo a Caracas para la firma de un nuevo acuerdo bilateral con su colega Hugo Chávez, prácticamente pasaba inadvertido.
Luego de la operación militar que Colombia efectuó en suelo ecuatoriano, y que derivó en la muerte de Raúl Reyes, el viaje de Fernández de Kirchner a Venezuela se convirtió casi en una cuestión de Estado. En particular, después de que Chávez calificara de criminal y de mafioso al colombiano Alvaro Uribe.
Desde que los Kirchner llegaron al poder, el gobierno hace equilibrio para mostrarse aliado de Chávez, en algunas ocasiones, y distante de él, cuando busca enviar un mensaje hacia Brasil y a los países desarrollados. Desafortunadamente, a diferencia de otros países, la Argentina no posee una política de Estado en relación a su agenda exterior. Los objetivos son planteados según el gobierno de turno, que -el de Cristina no es la excepción- nunca se preocupa en crear una suerte de Consejo donde el arco político consensúe qué perfil debe tener.
Por eso, hasta puede causar envidia cómo -pese a que están en plena campaña- los postulantes presidenciales John Mc Cain (republicano) o Hillary Clinton y Barack Obama (demócratas) manifestaron su apoyo a Colombia. Se puede estar o no de acuerdo con la opinión, pero, mas allá de la bandería política, Estados Unidos tiene muy clara su política de Estado hacia el mundo.
En América del Sur, Brasil y Chile pueden ser dos ejemplos a seguir. Pero lo cierto es que el acuerdo de ayer a la tarde al que arribaron Ecuador y Colombia en la OEA, descomprime un poco la expectativa sobre el viaje de Cristina a Caracas. No obstante, cualquier palabra suya a favor del venezolano será captada al instante por toda la región, y también por Washington.
Por eso no es casual que en la Casa Rosada se preocupen en aclarar que la posición argentina contra la acción de Colombia en territorio ecuatoriano, responde más a respaldar a Ecuador que a Chávez.
Detrás de ello descansa también el interés de la Presidenta de aliarse a la causa de su colega francés, Nicolas Sarkozy, para liberar a Ingrid Betancourt. No en vano, la mandataria lo reitera en todo acto público -como el de camioneros-; y hoy, a su llegada a Caracas, se reunirá con la madre de Betancourt, Yolanda Pulecio. La Argentina y los países de la región acertaron al sacar a Chávez y a las FARC de la discusión en la OEA. Pero ese equilibrio debe ser sostenido en el tiempo, incluso en la reunión con Chávez, en el Palacio Miraflores. (DyN)
Luego de la operación militar que Colombia efectuó en suelo ecuatoriano, y que derivó en la muerte de Raúl Reyes, el viaje de Fernández de Kirchner a Venezuela se convirtió casi en una cuestión de Estado. En particular, después de que Chávez calificara de criminal y de mafioso al colombiano Alvaro Uribe.
Desde que los Kirchner llegaron al poder, el gobierno hace equilibrio para mostrarse aliado de Chávez, en algunas ocasiones, y distante de él, cuando busca enviar un mensaje hacia Brasil y a los países desarrollados. Desafortunadamente, a diferencia de otros países, la Argentina no posee una política de Estado en relación a su agenda exterior. Los objetivos son planteados según el gobierno de turno, que -el de Cristina no es la excepción- nunca se preocupa en crear una suerte de Consejo donde el arco político consensúe qué perfil debe tener.
Por eso, hasta puede causar envidia cómo -pese a que están en plena campaña- los postulantes presidenciales John Mc Cain (republicano) o Hillary Clinton y Barack Obama (demócratas) manifestaron su apoyo a Colombia. Se puede estar o no de acuerdo con la opinión, pero, mas allá de la bandería política, Estados Unidos tiene muy clara su política de Estado hacia el mundo.
En América del Sur, Brasil y Chile pueden ser dos ejemplos a seguir. Pero lo cierto es que el acuerdo de ayer a la tarde al que arribaron Ecuador y Colombia en la OEA, descomprime un poco la expectativa sobre el viaje de Cristina a Caracas. No obstante, cualquier palabra suya a favor del venezolano será captada al instante por toda la región, y también por Washington.
Por eso no es casual que en la Casa Rosada se preocupen en aclarar que la posición argentina contra la acción de Colombia en territorio ecuatoriano, responde más a respaldar a Ecuador que a Chávez.
Detrás de ello descansa también el interés de la Presidenta de aliarse a la causa de su colega francés, Nicolas Sarkozy, para liberar a Ingrid Betancourt. No en vano, la mandataria lo reitera en todo acto público -como el de camioneros-; y hoy, a su llegada a Caracas, se reunirá con la madre de Betancourt, Yolanda Pulecio. La Argentina y los países de la región acertaron al sacar a Chávez y a las FARC de la discusión en la OEA. Pero ese equilibrio debe ser sostenido en el tiempo, incluso en la reunión con Chávez, en el Palacio Miraflores. (DyN)
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