24 Febrero 2008
La Habana.- ¿El ex presidente Fidel Castro? ¿“Compañero” y ya no “comandante”? Por esperada que fuera la noticia de un relevo histórico en la cúpula del poder de Cuba tras año y medio de enfermedad del mandatario, a muchos cubanos les cuesta aún acostumbrarse a la idea de que, a partir de hoy, deberán cambiar el modo en que se referían a su líder tradicional. Los 614 diputados -entre ellos el propio Fidel Castro- elegidos en las elecciones del 20 de enero se reunirán el hoy en su primera sesión parlamentaria de la Legislatura, cita en la que deberán elegir de entre sus filas el nuevo Consejo de Estado.
El presidente de dicho organismo es a la vez jefe de Estado y de gobierno. Desde que se institucionalizó este sistema, en 1976, Fidel siempre ocupó ese puesto.
La mayor parte de las apuestas sobre quién será el sucesor de Fidel se centran en una sola persona: su hermano Raúl. Su nombre es la respuesta inmediata de la mayoría de los cubanos a los que se le pregunta al respecto.
Ni en los medios diplomáticos, ni entre buena parte de los analistas internacionales que han empezado a hacer cábalas sobre los cambios o reformas que puedan introducirse en la isla, se cuestiona tampoco que al frente de estas estará el general de cuatro estrellas y ministro desde hace casi medio siglo de las poderosas Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
Ningún bendecido
En su mensaje de renuncia, Fidel Castro se abstuvo de citar un nombre concreto para su sustitución. Se limitó a afirmar que el proceso cubano dispone de cuadros de la vieja guardia que cuentan con la autoridad y la experiencia para, junto a generaciones más nuevas, garantizar el reemplazo. Cabe la posibilidad de que otro nombre salga de la votación de hoy, por ejemplo, el del actual vicepresidente, Carlos Lage.
Algunos afirman que Raúl tiene la capacidad para implementar los cambios que reclama una sociedad agobiada por el bajo nivel de vida, resultado de décadas de bloqueo económico por parte de Estados Unidos, pese a las garantías en materia educacional y de salud. Su designación como presidente supondría la institucionalización de una situación de facto que, señalan, le dará los recursos necesarios para iniciar unos cambios a los que ya apuntó durante su interinato, al hablar de la necesidad de “reformas estructurales” o de un “exceso de prohibiciones y medidas legales”. En opinión de otros, en cambio, todo seguirá igual y será Fidel, desde las sombras, quien continuará gobernando en la isla. (DPA)
El presidente de dicho organismo es a la vez jefe de Estado y de gobierno. Desde que se institucionalizó este sistema, en 1976, Fidel siempre ocupó ese puesto.
La mayor parte de las apuestas sobre quién será el sucesor de Fidel se centran en una sola persona: su hermano Raúl. Su nombre es la respuesta inmediata de la mayoría de los cubanos a los que se le pregunta al respecto.
Ni en los medios diplomáticos, ni entre buena parte de los analistas internacionales que han empezado a hacer cábalas sobre los cambios o reformas que puedan introducirse en la isla, se cuestiona tampoco que al frente de estas estará el general de cuatro estrellas y ministro desde hace casi medio siglo de las poderosas Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR).
Ningún bendecido
En su mensaje de renuncia, Fidel Castro se abstuvo de citar un nombre concreto para su sustitución. Se limitó a afirmar que el proceso cubano dispone de cuadros de la vieja guardia que cuentan con la autoridad y la experiencia para, junto a generaciones más nuevas, garantizar el reemplazo. Cabe la posibilidad de que otro nombre salga de la votación de hoy, por ejemplo, el del actual vicepresidente, Carlos Lage.
Algunos afirman que Raúl tiene la capacidad para implementar los cambios que reclama una sociedad agobiada por el bajo nivel de vida, resultado de décadas de bloqueo económico por parte de Estados Unidos, pese a las garantías en materia educacional y de salud. Su designación como presidente supondría la institucionalización de una situación de facto que, señalan, le dará los recursos necesarios para iniciar unos cambios a los que ya apuntó durante su interinato, al hablar de la necesidad de “reformas estructurales” o de un “exceso de prohibiciones y medidas legales”. En opinión de otros, en cambio, todo seguirá igual y será Fidel, desde las sombras, quien continuará gobernando en la isla. (DPA)
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