11 Febrero 2008
Mala comunicación en el sector azucarero
Los cañeros dicen que falta diálogo con los industriales tucumanos, y estos a su vez se quejan -por lo bajo- de las gestiones que realizan sus pares del norte a favor del precio. Por Fernando García Soto - Redacción LA GACETA.
Definitivamente, no es buena la comunicación entre los factores azucareros tucumanos, especialmente entre industriales y cañeros. A pocos meses del inicio de una nueva zafra, que contará con grandes volúmenes de caña, los agricultores aseguran que prácticamente no existe diálogo entre las partes. Esto, a su entender, derivará en una campaña en la que las decisiones se irán tomando sobre la marcha. Lo más grave es que, aparentemente, el proceso no comenzará con la base sólida que significaría un precio razonable. Hay verdadera preocupación por los elevados costos en el sector, y por la posibilidad de que se generalicen quebrantos, especialmente entre los pequeños productores.
La City tucumana ya está desbordada de cheques rebotados de cañeros, o de órdenes de pago que estos comercializan a valores que les resultan viles, y que representan una verdadera oportunidad de negocios para los propietarios de las innumerables “cuevas” que operan en Tucumán. La necesidad de financiamiento se percibe sólo con el termómetro del precio del azúcar, que es bajo para que la actividad se desarrolle en términos de rentabilidad. Lo singular es que se vende mucho, pese a que se estima que en pocos meses incluso podría faltar azúcar en el mercado interno, dado lo ajustado que significó lo obtenido de la zafra 2007.
Lo cierto es que están dadas las condiciones para que Tucumán lleve a cabo una gran zafra azucarera, con volúmenes de azúcar que podrían ser similares a los que se proyectaban el año pasado, cuando se calculaba una producción de máxima de 1,7 millón de toneladas. Este pronóstico finalmente no se trasuntó en resultados, porque el cañaveral tucumano fue azotado por heladas históricas que hicieron caer nada menos que en 400.000 toneladas las estimaciones. Pero si este año no se registran inclemencias climáticas de la magnitud de las ocurridas en la temporada 2007, es probable que el mercado termine inundado de azúcar, hecho que impactaría en forma directa en los precios internos y, en consecuencia, en los ingresos de los azucareros y de las provincias que los contienen. Esta posibilidad será discutida mañana, cuando los principales referentes de la industria azucarera argentina se reúnan en Buenos Aires para hablar sobre comercialización y abastecimiento.
El encuentro entre industriales azucareros de Tucumán y del “norte” (Jujuy y Salta) será uno más de varios que se vienen realizando entre estos sectores. Sin embargo, pareciera que las reuniones no prosperan demasiado, o al menos los resultados no satisfacen a la mayoría. De hecho, los cañeros están molestos porque sus ingresos por la venta de su azúcar se mantienen inalterables desde hace meses, frente a costos productivos, financieros y fiscales que crecen dramáticamente. Los industriales tucumanos conocen esta situación y les preocupa que se acreciente el malestar de sus socios, los agricultores, quienes a su vez no se sienten debidamente representados por los empresarios vernáculos. Los cañeros de Cactu y UCIT aseguran que prácticamente no mantienen diálogo con los industriales del CART, afirmación que rechazan rotundamente desde esta institución. Los desencuentros entre ambos sectores ya se venían manifestando a fines del año pasado, cuando Cactu publicó una dura solicitada en LA GACETA en la que la entidad cuestionaba el rol dirigencial de los industriales durante la zafra 2007. Los cañeros aseguran que dialogan mejor con los industriales de Jujuy y Salta que con los de Tucumán.
Pero no sólo falta comunicación o entendimiento entre cañeros e industriales tucumanos. Algunos dueños de ingenios de nuestra provincia piensan que las gestiones que los empresarios del norte llevan a cabo ante el Gobierno nacional, a favor de los precios del azúcar, no conducen a ningún lado. Aunque estas manifestaciones no se realizan públicamente, por primera vez en varios años se percibe un cierto resquebrajamiento de las relaciones entre los industriales azucareros tucumanos y los del norte, que desde hacía bastante tiempo se venían desarrollando en un ámbito de correcta armonía.
A diferencia de otros sectores productivos de la Argentina, la actividad azucarera -con la dirigencia del norte a la cabeza- decidió privilegiar una relación confortable y amigable con el Gobierno nacional, que sólo busca el control de la inflación, aun a costa de tergiversar los índices que elabora y difunde el Indec. La postura conservadora de los industriales tiene ventajas y desventajas: un beneficio es que el sector azucarero puede seguir gozando de barreras arancelarias que impiden el ingreso de azúcares del Mercosur, principalmente del imprevisible Brasil. Además, se asegura que no será objeto de retenciones a las exportaciones, que tanto afectan a las actividades granarias. Las desventajas son que la brecha entre el precio del azúcar en góndola y los valores de otros alimentos de la canasta crece en forma sostenida, en detrimento del producto que genera la riqueza del NOA. La principal consecuencia de la decisión de allanarse plenamente a las necesidades de un Gobierno que no deja de hacer crecer el gasto público es un precio del azúcar aplanado que frena las expectativas económicas de un sector que podría avanzar mucho más rápido que en la actualidad.
La City tucumana ya está desbordada de cheques rebotados de cañeros, o de órdenes de pago que estos comercializan a valores que les resultan viles, y que representan una verdadera oportunidad de negocios para los propietarios de las innumerables “cuevas” que operan en Tucumán. La necesidad de financiamiento se percibe sólo con el termómetro del precio del azúcar, que es bajo para que la actividad se desarrolle en términos de rentabilidad. Lo singular es que se vende mucho, pese a que se estima que en pocos meses incluso podría faltar azúcar en el mercado interno, dado lo ajustado que significó lo obtenido de la zafra 2007.
Lo cierto es que están dadas las condiciones para que Tucumán lleve a cabo una gran zafra azucarera, con volúmenes de azúcar que podrían ser similares a los que se proyectaban el año pasado, cuando se calculaba una producción de máxima de 1,7 millón de toneladas. Este pronóstico finalmente no se trasuntó en resultados, porque el cañaveral tucumano fue azotado por heladas históricas que hicieron caer nada menos que en 400.000 toneladas las estimaciones. Pero si este año no se registran inclemencias climáticas de la magnitud de las ocurridas en la temporada 2007, es probable que el mercado termine inundado de azúcar, hecho que impactaría en forma directa en los precios internos y, en consecuencia, en los ingresos de los azucareros y de las provincias que los contienen. Esta posibilidad será discutida mañana, cuando los principales referentes de la industria azucarera argentina se reúnan en Buenos Aires para hablar sobre comercialización y abastecimiento.
El encuentro entre industriales azucareros de Tucumán y del “norte” (Jujuy y Salta) será uno más de varios que se vienen realizando entre estos sectores. Sin embargo, pareciera que las reuniones no prosperan demasiado, o al menos los resultados no satisfacen a la mayoría. De hecho, los cañeros están molestos porque sus ingresos por la venta de su azúcar se mantienen inalterables desde hace meses, frente a costos productivos, financieros y fiscales que crecen dramáticamente. Los industriales tucumanos conocen esta situación y les preocupa que se acreciente el malestar de sus socios, los agricultores, quienes a su vez no se sienten debidamente representados por los empresarios vernáculos. Los cañeros de Cactu y UCIT aseguran que prácticamente no mantienen diálogo con los industriales del CART, afirmación que rechazan rotundamente desde esta institución. Los desencuentros entre ambos sectores ya se venían manifestando a fines del año pasado, cuando Cactu publicó una dura solicitada en LA GACETA en la que la entidad cuestionaba el rol dirigencial de los industriales durante la zafra 2007. Los cañeros aseguran que dialogan mejor con los industriales de Jujuy y Salta que con los de Tucumán.
Pero no sólo falta comunicación o entendimiento entre cañeros e industriales tucumanos. Algunos dueños de ingenios de nuestra provincia piensan que las gestiones que los empresarios del norte llevan a cabo ante el Gobierno nacional, a favor de los precios del azúcar, no conducen a ningún lado. Aunque estas manifestaciones no se realizan públicamente, por primera vez en varios años se percibe un cierto resquebrajamiento de las relaciones entre los industriales azucareros tucumanos y los del norte, que desde hacía bastante tiempo se venían desarrollando en un ámbito de correcta armonía.
A diferencia de otros sectores productivos de la Argentina, la actividad azucarera -con la dirigencia del norte a la cabeza- decidió privilegiar una relación confortable y amigable con el Gobierno nacional, que sólo busca el control de la inflación, aun a costa de tergiversar los índices que elabora y difunde el Indec. La postura conservadora de los industriales tiene ventajas y desventajas: un beneficio es que el sector azucarero puede seguir gozando de barreras arancelarias que impiden el ingreso de azúcares del Mercosur, principalmente del imprevisible Brasil. Además, se asegura que no será objeto de retenciones a las exportaciones, que tanto afectan a las actividades granarias. Las desventajas son que la brecha entre el precio del azúcar en góndola y los valores de otros alimentos de la canasta crece en forma sostenida, en detrimento del producto que genera la riqueza del NOA. La principal consecuencia de la decisión de allanarse plenamente a las necesidades de un Gobierno que no deja de hacer crecer el gasto público es un precio del azúcar aplanado que frena las expectativas económicas de un sector que podría avanzar mucho más rápido que en la actualidad.
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