27 Enero 2008
Tengo miedo. La tarde es gris y la tristeza del cielo se abre como una boca de muerto. Tiene mi corazón un llanto de princesa olvidada en el fondo de un palacio desierto. (Pablo Neruda).
Se propaga casi solo y lo deforma todo. Anula, deprime, paraliza y acobarda. Común a todos los hombres, el miedo no debiera ser una de tantas emociones. Pero en algunos casos, sobrepasa los límites saludables y nos convierte en un saco de temores.
"Los seres humanos tenemos miedos. Incluso, convivimos con ellos. Siempre habrá algo que nos haga zozobrar. El hombre sabe que hay factores que le provocan sufrimiento, como la enfermedad, el hambre, el frío, la pobreza, la soledad, la locura y la exclusión, entre otros. Esa persistente amenaza de dolor es la raíz de todos los temores", sentencia la doctora en Psicología Marta Gerez Ambertín.
Desde su punto de vista, a medida que crecemos calibramos las fragilidades y contabilizamos los miedos. Afortunadamente, se pueden tomar medidas para aminorarlos.
"Lo primero es aceptar esa fragilidad", explica la terapeuta, y cita al escritor Amos Oz, quien dijo que frente a un gran incendio están los que huyen para salvar su pellejo, los que escapan y luego escriben a los diarios una carta pidiendo la renuncia de los funcionarios, y los que enfrentan el fuego y buscan apagarlo con lo que tienen a mano, aunque sea una cuchara de té.
Del mismo modo, ante el miedo, podemos escondernos, querellar contra los demás o emplear, aunque sea una cucharita, para hacerle frente. "Esos que se quedan lo hacen porque su responsabilidad social y moral los sostiene frente al pánico. Se han construido, descubierto o inventado algo más poderoso que el terror: la fidelidad a sus convicciones", explica.
Y ejemplifica: "es el alemán que esconde al judío, el soldado que se niega a acatar órdenes aberrantes o el funcionario que no participa de una trenza corrupta". Todos arriesgan, aun con turbación, su tranquilidad o su vida.
- ¿Cuál es la diferencia entre la angustia y el miedo?
- Muy acertadamente, durante la epidemia de cólera de hace unos años, se decía que no había que tener miedo, sino cuidado. Es decir, era necesario tomar medidas. Sin duda, la publicidad tuvo en cuenta la diferencia psicológica entre angustia y miedo. Aunque se diga con frecuencia ?me muero de un susto?, no es el pavor el que mata, sino la ansiedad.
- ¿Cómo se manifiesta esa ansiedad?
- La angustia puede matar porque se trata de un sentimiento ante un peligro indeterminado que no se sabe de dónde viene ni qué lo produce. Por ello, no se localiza con la razón, sino que se siente con el cuerpo. Hay dificultad para respirar, agitación cardíaca y temblores. La angustia es uno de los sentimientos más insoportables.
- ¿Se puede controlar el pavor?
- El miedo, si bien es un sentimiento que produce malestar, es mucho más manejable, porque es causado por algo concreto. Es decir, se puede circunscribir. Y así, saber a qué recursos batallar para pelear con él. Por eso, al tener miedo hay que contar con la valentía de reconocerlo (sólo los cobardes lo niegan).
- ¿De qué modo influye la sociedad?
- En una comunidad como la nuestra, más de consumidores que de ciudadanos, existe una tendencia a huir del miedo, aturdiéndose en el consumo. Sin embargo, esa es la peor de las evasiones, porque nos deja a merced de los peligros que nos rodean. En lugar de aplacarlos, los agranda.
"No hay que cubrirse con la frazada, tampoco fugarse o salir de compras. Sino aprender a convivir con ellos y a enfrentarlos con los ojos abiertos", finaliza la terapeuta.
"A la muerte. No pienso en ella ni soy obsesivo, pero siento miedo. También me asusta la pérdida de los seres queridos". (Omar Hasán, rugbista).
"A la mentira". (Héctor Zaraspe, coreógrafo).
"A la inseguridad". (Andrés "Pigu" Romero, golfista).
"Al Alzheimer". (César Pelli, arquitecto).
"A la muerte". (Alejandro Romay, productor televisivo).
"Mi mayor temor se cumplió el año pasado, que fue la pérdida de un ser querido". (Juan Soler, actor).
"Dejo que las cosas fluyan y trato de disfrutar cada instante, sin temores". (Marianela Mirra, ganadora de "Gran Hermano 4").
Se propaga casi solo y lo deforma todo. Anula, deprime, paraliza y acobarda. Común a todos los hombres, el miedo no debiera ser una de tantas emociones. Pero en algunos casos, sobrepasa los límites saludables y nos convierte en un saco de temores.
"Los seres humanos tenemos miedos. Incluso, convivimos con ellos. Siempre habrá algo que nos haga zozobrar. El hombre sabe que hay factores que le provocan sufrimiento, como la enfermedad, el hambre, el frío, la pobreza, la soledad, la locura y la exclusión, entre otros. Esa persistente amenaza de dolor es la raíz de todos los temores", sentencia la doctora en Psicología Marta Gerez Ambertín.
Desde su punto de vista, a medida que crecemos calibramos las fragilidades y contabilizamos los miedos. Afortunadamente, se pueden tomar medidas para aminorarlos.
"Lo primero es aceptar esa fragilidad", explica la terapeuta, y cita al escritor Amos Oz, quien dijo que frente a un gran incendio están los que huyen para salvar su pellejo, los que escapan y luego escriben a los diarios una carta pidiendo la renuncia de los funcionarios, y los que enfrentan el fuego y buscan apagarlo con lo que tienen a mano, aunque sea una cuchara de té.
Del mismo modo, ante el miedo, podemos escondernos, querellar contra los demás o emplear, aunque sea una cucharita, para hacerle frente. "Esos que se quedan lo hacen porque su responsabilidad social y moral los sostiene frente al pánico. Se han construido, descubierto o inventado algo más poderoso que el terror: la fidelidad a sus convicciones", explica.
Y ejemplifica: "es el alemán que esconde al judío, el soldado que se niega a acatar órdenes aberrantes o el funcionario que no participa de una trenza corrupta". Todos arriesgan, aun con turbación, su tranquilidad o su vida.
- ¿Cuál es la diferencia entre la angustia y el miedo?
- Muy acertadamente, durante la epidemia de cólera de hace unos años, se decía que no había que tener miedo, sino cuidado. Es decir, era necesario tomar medidas. Sin duda, la publicidad tuvo en cuenta la diferencia psicológica entre angustia y miedo. Aunque se diga con frecuencia ?me muero de un susto?, no es el pavor el que mata, sino la ansiedad.
- ¿Cómo se manifiesta esa ansiedad?
- La angustia puede matar porque se trata de un sentimiento ante un peligro indeterminado que no se sabe de dónde viene ni qué lo produce. Por ello, no se localiza con la razón, sino que se siente con el cuerpo. Hay dificultad para respirar, agitación cardíaca y temblores. La angustia es uno de los sentimientos más insoportables.
- ¿Se puede controlar el pavor?
- El miedo, si bien es un sentimiento que produce malestar, es mucho más manejable, porque es causado por algo concreto. Es decir, se puede circunscribir. Y así, saber a qué recursos batallar para pelear con él. Por eso, al tener miedo hay que contar con la valentía de reconocerlo (sólo los cobardes lo niegan).
- ¿De qué modo influye la sociedad?
- En una comunidad como la nuestra, más de consumidores que de ciudadanos, existe una tendencia a huir del miedo, aturdiéndose en el consumo. Sin embargo, esa es la peor de las evasiones, porque nos deja a merced de los peligros que nos rodean. En lugar de aplacarlos, los agranda.
"No hay que cubrirse con la frazada, tampoco fugarse o salir de compras. Sino aprender a convivir con ellos y a enfrentarlos con los ojos abiertos", finaliza la terapeuta.
¿A qué le teme?: confidencias de famosos
"A la muerte. No pienso en ella ni soy obsesivo, pero siento miedo. También me asusta la pérdida de los seres queridos". (Omar Hasán, rugbista).
"A la mentira". (Héctor Zaraspe, coreógrafo).
"A la inseguridad". (Andrés "Pigu" Romero, golfista).
"Al Alzheimer". (César Pelli, arquitecto).
"A la muerte". (Alejandro Romay, productor televisivo).
"Mi mayor temor se cumplió el año pasado, que fue la pérdida de un ser querido". (Juan Soler, actor).
"Dejo que las cosas fluyan y trato de disfrutar cada instante, sin temores". (Marianela Mirra, ganadora de "Gran Hermano 4").
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