Los ancianos se sienten como una mochila pesada

Los ancianos se sienten como una mochila pesada

La inaccesibilidad al transporte, la inseguridad y la falta de respeto provocan que muchos adultos mayores terminen por encerrarse en sus casas.

LARGA ESPERA. Una abuela aguarda a que llegue el colectivo para viajar hasta el centro; sabe que deberá hacer un gran esfuerzo para trasladarse. LA GACETA / INES QUINTEROS ORIO LARGA ESPERA. Una abuela aguarda a que llegue el colectivo para viajar hasta el centro; sabe que deberá hacer un gran esfuerzo para trasladarse. LA GACETA / INES QUINTEROS ORIO
20 Enero 2008
“Somos como un mochila; así nos hace sentir la sociedad”. Teresa Graneros tiene 79 años y cada vez que sale de su casa tiene ganas de llorar. “Cuando  vas caminando te empujan, no te piden disculpas. Si te agarran mal parada terminás en el piso. No sé qué le pasa a la gente; es como si no fueran a ser viejos nunca”, reniega.
Aquellos que alguna vez fueron parte importante de la sociedad hoy dicen sentirse discriminados e, incluso, tratados como una carga. La ciudad es hostil con la tercera edad: colectivos con escalones altos, choferes que no esperan a que bajen -como pueda-, carteles con letras chicas, cajeros automáticos indescifrables, pocos hospitales con infraestructura adecuada para atenderlos, veredas rotas, accesos dificultosos a los edificios, y golpes y empujones.
No es fácil la vida en la ciudad para quienes pasaron la barrera de los 65 años. El paso del tiempo dejó sus huellas: un caminar pausado y tembloroso. El solo hecho de salir a pagar un cuenta, ir al médico o a una reunión familiar es para ellos una odisea. Por eso, muchos terminan recluyéndose en sus casas.

Estudio
La Organización Mundial de la Salud (OMS) realizó una investigación en la que señala que  se espera que en las próximas décadas el índice de envejecimiento ascienda considerablemente, y se eleven las cifras de adultos mayores con respecto a la de jóvenes. Esto se acompaña también con un incremento en la esperanza de vida.
Los expertos de la OMS indican por esto que hay aspectos que se deben cuidar para que una ciudad sea amigable con sus mayores. Estos son: los espacios verdes y las construcciones urbanas, el transporte, la participación en la vida social, el respeto y la inclusión, el apoyo comunitario y los servicios de salud, entre otros.
Nilda Yusef tiene 69 años y, a pesar de sus dolencias, decide no quedarse en su casa y mantenerse lo más activa posible. Asiste a los cursos de la Escuela para Adultos Mayores, (EPAM). “Me siento agredida constantemente. Si vas a hacer alguna compra los vendedores no te atienden bien. El tema de la inseguridad es muy fuerte para nosotros que somos víctimas constante para los arrebatadores; que esto cambie depende de todos”, expresó.

Estabilidad
Leonor Romero, de 88 años, vive en Yerba Buena. Todas la semanas se reúne con sus compañeras del Centro de Jubilados Mujeres Fraternales. Para ella, una de las  mayores complicaciones es usar el colectivo. “La estabilidad cuando una se hace grande se va perdiendo; me cuesta mucho subir a los micros. Tienen los escalones altos y los choferes nunca paran cerca de la vereda, para que nos sea más fácil acceder. Ni hablemos de los días de lluvia: yo no puedo saltar el charco, así que siempre termino mojándome los pies. Cuando me tengo que bajar, lo hago por adelante, porque de otra forma seguro termino arrastrada”, expresó.
Los que optan por los autos de alquiler no están exentos de peligros. Nilda Ponce tiene 77 años y siempre viaja con la plata justa en la mano. Sin embargo, esto no evitó que la estafaran. “Una vez el taxista no quiso recibirme la plata. Me dijo que le diera otro billete porque ese estaba roto. Tanto insistió que saqué el dinero que tenía escondido para pagar la tarjeta. Le dí $ 50; no sé en que momento me los cambió, pero él decía que le había dado solo $ 5. Me puse tan nerviosa que no atiné a decirle nada. Desde ese día, algún familiar siempre me acompaña cada vez que tengo que pagar algo”, relató.
Escaleras interminables y en mal estado, largas colas para cobrar o realizar un trámite de la obra social y pocas sillas disponibles aumentan las quejas de los abuelos. La mayoría de los edificios del Estado, incluso los hospitales, no cumplen con las condiciones mínimas para facilitar su uso, según denunciaron. “Como si fuera poco, si uno necesita ir a un médico especialista de un hospital tiene que pasar toda la noche haciendo cola, con el riesgo de enfermarse”, dijo Juan Carlos Silvera, de 78 años.
Ir al cine o al teatro implica toda una odisea. Esther Chanful es la presidenta de un Centro de Jubilados al que asisten Teresa, Nilda y Leonor. Ella cuenta su experiencia: “Cuando fui al (Centro Cultural) Virla, hasta que pude llegar a mi asiento ya había empezado todo, y eso que no uso bastón, si no tardaba más. Otro tema es cuando vas a cobrar. Todos tenemos que esperar horas enteras parados en los bancos”.

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