13 Enero 2008
Afirma que el gobierno de Néstor Kirchner ha sido exitoso y que, por eso, su esposa, Cristina Fernández, mantuvo los equipos de trabajo. Por eso, sostiene que es esperable que la Presidenta intente mantener el rumbo anterior. "Pero la realidad es cambiante y, necesariamente, habrá cambios". El concepto es del economista argentino, graduado en la Universidad de Chicago, Enrique Blasco Garma. En una entrevista con LA GACETA, el también empresario y consultor dijo que, en el país, las principales novedades para este año radicarán en la lucha contra la inflación y en los aumentos salariales (con conflictos gremiales de por medio). Asimismo, afirma que crecerán los impuestos y las tarifas de los servicios, junto a contenciones de gastos en personal para mantener el superávit fiscal y hacer frente a los pagos de la deuda. En relación con la energía, apuntó que el gobierno de Cristina deberá tomar medidas para aumentar la disponibilidad, en electricidad, en agua potable y en transporte. Y sostuvo que la inseguridad requerirá mayores esfuerzos.
- ¿Qué observa en el exterior?
- La crisis crediticia, la inflación y la demanda global internacional. Desde aquí, seguiremos con atención los precios de los commodities, por su gran impacto en la rentabilidad, en la generación de empleo y en las cuentas fiscales argentinas. El precio del petróleo condicionará la actividad en la mayoría de los países. Con respecto a la política fiscal, ahora, pasadas las elecciones, los gobiernos provinciales deberán ajustar sus cuentas.
- ¿Hay salida para la escalada inflacionaria? ¿Cuál sería? ¿Por qué cree que no se aplican las medidas necesarias para frenarla?
- Primero debiéramos ponernos de acuerdo sobre las causas de la escalada inflacionaria. Una visión sólida afirma que se emite de más; apoyada en la comprobación de que la inflación es un fenómeno monetario. Sin embargo, otros economistas serios sostienen que el Banco Central sólo emite lo que la gente demanda, a cambio de dólares. Y que por lo tanto no hay exceso de emisión. A mi juicio ambas posiciones tienen parte de razón. Lo que falta reconocer es que todo sistema monetario requiere de un ancla nominal. Es decir, fijar un objetivo como una meta de inflación, o de crecimiento de agregados monetarios, o un tipo de cambio nominal. Al carecer de esa ancla, aunque la emisión monetaria sea la demandada, la inflación será la que la población proyecte. En la experiencia argentina, el ancla más creíble ha sido el tipo de cambio nominal, como la convertibilidad durante 10 años y medio. En ausencia de un ancla general, el control de precios es una alternativa. Pero, también, otras anclas alternativas no resultarían creíbles con un Indec devaluado y con un gobierno que no tolera un Banco Central verdaderamente independiente.
- ¿Es preocupante el nivel de inflación que tenemos? ¿Por qué?
- La inflación es siempre preocupante, pues significa incertidumbre y entorpece los planes personales y empresarios. Pero los más pobres y los jubilados son los más castigados.
- ¿Se podrá mantener el nivel de crecimiento?
- Más que gran crecimiento, hemos experimentado una gran recuperación. Entre 1997 y 2007, por habitante, la Argentina ha crecido en pesos constantes un 1,48%, pero en dólares constantes presenta una reducción del 4,78%, lo que es el peor decrecimiento entre los países de la región, ya que en Brasil, por ejemplo, la cifra para dólares constantes es de -0,64%; en Colombia, -0,54% y en el resto de los países, como Chile, México, Perú y Venezuela, los números son positivos, según cifras del FMI. Es decir que el desempeño argentino no fue tan notable, en la última década. El mundo creció mucho más. De ahora en adelante, la expansión dependerá de cuan hábil sea la sociedad argentina en resolver sus conflictos.
- ¿Cuáles son, para usted, los tres principales problemas que presenta el plan económico?
- El principal inconveniente es la concentración de las decisiones en la Presidencia. Han perdido protagonismo el sector privado y los entes reguladores, como se percibe en materia energética, por ejemplo, y también las demás instituciones. Ello genera incertidumbre y disminuye el crédito.
- ¿Cuáles son las tres principales virtudes que observa?
- La principal virtud es la gobernabilidad que supo imprimir. Ello redujo los riesgos y permitió la extraordinaria recuperación de las actividades.
- ¿Qué lectura hace de las turbulencias internacionales en los mercados?
- Se trata de una crisis crediticia muy importante, que contraerá la demanda global en buena parte del mundo. Fallaron las entidades crediticias y los organismos de control en detectar las fallas en los créditos que estaban acordando. Como consecuencia, los inversores de todo el mundo se vuelven más desconfiados, los spreads de tasas se agrandan. Pero en el fondo, creo que se superará porque los dirigentes de las entidades están tomando las medidas adecuadas para restablecer la confianza, lo que ocurrirá luego de un tiempo más o menos prolongado. Las crisis financieras han afectado siempre al resto del mundo. En la Argentina, esas crisis se potenciaron por falencias de nuestras instituciones en proteger las propiedades y derechos. Ante la contracción de la torta, los sectores tratan de que lo sufran otros. Por ajustes económicos, el PBI de Estados Unidos cayó un 2,5%, en términos reales, entre el segundo y el cuarto trimestre de 1974, precipitando el "Rodrigazo", de 1975. Por ajustes monetarios, para combatir la inflación del dólar, se produjo la crisis de la deuda, de 1982, que impactó a Argentina y otros países latinoamericanos. Otros episodios ocurrieron en 1989, 1994, 1997, 1998, 2001. Todos nos impactaron. No hay motivos para esperar lo contrario ahora. Por eso, debemos precavernos de las consecuencias.
- ¿Qué observa en el exterior?
- La crisis crediticia, la inflación y la demanda global internacional. Desde aquí, seguiremos con atención los precios de los commodities, por su gran impacto en la rentabilidad, en la generación de empleo y en las cuentas fiscales argentinas. El precio del petróleo condicionará la actividad en la mayoría de los países. Con respecto a la política fiscal, ahora, pasadas las elecciones, los gobiernos provinciales deberán ajustar sus cuentas.
- ¿Hay salida para la escalada inflacionaria? ¿Cuál sería? ¿Por qué cree que no se aplican las medidas necesarias para frenarla?
- Primero debiéramos ponernos de acuerdo sobre las causas de la escalada inflacionaria. Una visión sólida afirma que se emite de más; apoyada en la comprobación de que la inflación es un fenómeno monetario. Sin embargo, otros economistas serios sostienen que el Banco Central sólo emite lo que la gente demanda, a cambio de dólares. Y que por lo tanto no hay exceso de emisión. A mi juicio ambas posiciones tienen parte de razón. Lo que falta reconocer es que todo sistema monetario requiere de un ancla nominal. Es decir, fijar un objetivo como una meta de inflación, o de crecimiento de agregados monetarios, o un tipo de cambio nominal. Al carecer de esa ancla, aunque la emisión monetaria sea la demandada, la inflación será la que la población proyecte. En la experiencia argentina, el ancla más creíble ha sido el tipo de cambio nominal, como la convertibilidad durante 10 años y medio. En ausencia de un ancla general, el control de precios es una alternativa. Pero, también, otras anclas alternativas no resultarían creíbles con un Indec devaluado y con un gobierno que no tolera un Banco Central verdaderamente independiente.
- ¿Es preocupante el nivel de inflación que tenemos? ¿Por qué?
- La inflación es siempre preocupante, pues significa incertidumbre y entorpece los planes personales y empresarios. Pero los más pobres y los jubilados son los más castigados.
- ¿Se podrá mantener el nivel de crecimiento?
- Más que gran crecimiento, hemos experimentado una gran recuperación. Entre 1997 y 2007, por habitante, la Argentina ha crecido en pesos constantes un 1,48%, pero en dólares constantes presenta una reducción del 4,78%, lo que es el peor decrecimiento entre los países de la región, ya que en Brasil, por ejemplo, la cifra para dólares constantes es de -0,64%; en Colombia, -0,54% y en el resto de los países, como Chile, México, Perú y Venezuela, los números son positivos, según cifras del FMI. Es decir que el desempeño argentino no fue tan notable, en la última década. El mundo creció mucho más. De ahora en adelante, la expansión dependerá de cuan hábil sea la sociedad argentina en resolver sus conflictos.
- ¿Cuáles son, para usted, los tres principales problemas que presenta el plan económico?
- El principal inconveniente es la concentración de las decisiones en la Presidencia. Han perdido protagonismo el sector privado y los entes reguladores, como se percibe en materia energética, por ejemplo, y también las demás instituciones. Ello genera incertidumbre y disminuye el crédito.
- ¿Cuáles son las tres principales virtudes que observa?
- La principal virtud es la gobernabilidad que supo imprimir. Ello redujo los riesgos y permitió la extraordinaria recuperación de las actividades.
- ¿Qué lectura hace de las turbulencias internacionales en los mercados?
- Se trata de una crisis crediticia muy importante, que contraerá la demanda global en buena parte del mundo. Fallaron las entidades crediticias y los organismos de control en detectar las fallas en los créditos que estaban acordando. Como consecuencia, los inversores de todo el mundo se vuelven más desconfiados, los spreads de tasas se agrandan. Pero en el fondo, creo que se superará porque los dirigentes de las entidades están tomando las medidas adecuadas para restablecer la confianza, lo que ocurrirá luego de un tiempo más o menos prolongado. Las crisis financieras han afectado siempre al resto del mundo. En la Argentina, esas crisis se potenciaron por falencias de nuestras instituciones en proteger las propiedades y derechos. Ante la contracción de la torta, los sectores tratan de que lo sufran otros. Por ajustes económicos, el PBI de Estados Unidos cayó un 2,5%, en términos reales, entre el segundo y el cuarto trimestre de 1974, precipitando el "Rodrigazo", de 1975. Por ajustes monetarios, para combatir la inflación del dólar, se produjo la crisis de la deuda, de 1982, que impactó a Argentina y otros países latinoamericanos. Otros episodios ocurrieron en 1989, 1994, 1997, 1998, 2001. Todos nos impactaron. No hay motivos para esperar lo contrario ahora. Por eso, debemos precavernos de las consecuencias.
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