27 Diciembre 2007
Aceleraba en el área y a cobrar
Un análisis de Guillermo Monti, prosecretario de Redacción LA GACETA.
TARTAGAL. En su ciudad natal nadie lo olvida.
En Ledesma juega un fenómeno. En aquella época -principios de los 80- los datos pasaban de boca en boca y no había videos que engañaran a dirigentes cándidos. A los jugadores se los veía en la cancha y se cerraba el trato con la plata en la mano. Ese coyita petiso, morrudo, encarador, rápido, obsesionado con el gol, tan simple como el fútbol mismo era, efectivamente, un fenómeno. San Martín lo trajo en el momento justo y lo disfrutó a fondo. En el borde del área, Gutiérrez ponía la quinta y el pique corto dejaba a los defensores clavados al piso.
Definía como los dioses y le pegaba a la pelota con potencia y precisión; en movimiento o de tiro libre. Después de un 3 a 3 en el "José Amalfitani", por un Nacional, los dirigentes de Vélez quedaron enloquecidos y poco después se lo llevaron. De ahí pasó a Boca. Se murió muy joven el "Coya". Fue su elección. Así vivió: feliz con la pelota, siéndo en todo momento él mismo.
Definía como los dioses y le pegaba a la pelota con potencia y precisión; en movimiento o de tiro libre. Después de un 3 a 3 en el "José Amalfitani", por un Nacional, los dirigentes de Vélez quedaron enloquecidos y poco después se lo llevaron. De ahí pasó a Boca. Se murió muy joven el "Coya". Fue su elección. Así vivió: feliz con la pelota, siéndo en todo momento él mismo.