27 Diciembre 2007
INOLVIDABLE. Uno de los planteles del “santo” que integró Gutiérrez (con la cinta de capitán). Brilló a la par de los mejores jugadores de los años 80.
Punto de vista de Pedro Pablo Robles, compañero en San Martín.
El "Coyita" fue mi amigo y no puedo más que recordarlo de la mejor manera. Era un jugador diferente, una persona especial, un muy buen tipo, con problemas como cualquiera. San Martín necesitó mucho de él en ese momento (década del 80), porque nos hacía ganar partidos. En una de las memorables finales contra Concepción FC llegó tarde a concentrar, pero al otro día se levantó y ganamos por su producción. Nosotros simplemente debíamos cuidar que la pelota no entrara en nuestro arco. Era un crack.
La historia de su llegada a San Martín comenzó a principios de los 80. En Ledesma ya lo nombraban como alguien a tener en cuenta, de grandes condiciones. Nos tocó ir con el primer equipo a jugar un partido y pudimos marcarlo bien. Luego vino a Tucumán y formamos un lindo grupo con Ricardo Troitiño y Carlos Díaz, en el cual no faltaban los asados y los buenos momentos. A mí me decía "Mogui" o "Chala".
Daniel jugaba libre, no tenía puesto, le sobraba capacidad para ir por todo el frente de ataque. Era un roca; rápido, en el pique corto y en el largo.
Cuando se trata de personas especiales no se les debe reprochar demasiado, más que nada hay que cuidarlas y protegerlas. El era un tipo divertido y había que entenderlo. Así lo hicieron dos buenos entrenadores como "Pucho" Reynoso y Chabay, y por eso sacaron lo mejor del "Coyita". Fue un amigo de esos que no se olvidan jamás.
El "Coyita" fue mi amigo y no puedo más que recordarlo de la mejor manera. Era un jugador diferente, una persona especial, un muy buen tipo, con problemas como cualquiera. San Martín necesitó mucho de él en ese momento (década del 80), porque nos hacía ganar partidos. En una de las memorables finales contra Concepción FC llegó tarde a concentrar, pero al otro día se levantó y ganamos por su producción. Nosotros simplemente debíamos cuidar que la pelota no entrara en nuestro arco. Era un crack.
La historia de su llegada a San Martín comenzó a principios de los 80. En Ledesma ya lo nombraban como alguien a tener en cuenta, de grandes condiciones. Nos tocó ir con el primer equipo a jugar un partido y pudimos marcarlo bien. Luego vino a Tucumán y formamos un lindo grupo con Ricardo Troitiño y Carlos Díaz, en el cual no faltaban los asados y los buenos momentos. A mí me decía "Mogui" o "Chala".
Daniel jugaba libre, no tenía puesto, le sobraba capacidad para ir por todo el frente de ataque. Era un roca; rápido, en el pique corto y en el largo.
Cuando se trata de personas especiales no se les debe reprochar demasiado, más que nada hay que cuidarlas y protegerlas. El era un tipo divertido y había que entenderlo. Así lo hicieron dos buenos entrenadores como "Pucho" Reynoso y Chabay, y por eso sacaron lo mejor del "Coyita". Fue un amigo de esos que no se olvidan jamás.