04 Noviembre 2007
Creer en la superstición, en el fondo, pone en evidencia una falta de confianza en la providencia de Dios. “Si uno dice que confia en Dios, no puede estar sujeto a esos rituales para eludir la mala suerte, como evitar pasar por debajo de una escalera”, explicó el profesor Angel Núñez Molina, especialista en religiosidad popular.
El experto alertó acerca de la contradicción de creer en ritos paganos y al mismo tiempo proclamar que se tiene fe en Dios. “Respecto de esta cuestión, el catecismo de la Iglesia Católica que se editó en 1992 habla exclusivamente de la incompatibilidad entre la fe católica y todas estas supersticiones -agregó Núñez Molina-. No existe la casualidad para el católico sino la causalidad. Todas las cosas que suceden tienen una causa. Son permitidas por Dios y muchas veces buscadas por el propio hombre. Si uno maneja borracho y choca, no es por la lechuza o el gato que se cruzó. Dios siempre respeta la libertad del hombre de hacer el bien o el mal”.
La Iglesia recomienda no creer en brujerías y poderes que obran en nuestra contra, porque -como dice San Pablo- nadie nos puede separar del amor de Dios, ni siquiera la muerte.
“Al destino lo va forjando uno mismo, con la ayuda Dios. La creencia en horóscopos refleja nuestras propias inseguridades -advirtió-. Decimos de boca que creemos y confiamos en Dios, pero en el fondo no es verdad”.
Tampoco recomienda adherirse a cadenas y promesas, que pretenden condicionar a los santos o a la Virgen. “Abundan esos rituales que nos amenazan con que si no hacemos tres días determinada oración o rito, nos vendrá la desgracia”, señaló.
El experto alertó acerca de la contradicción de creer en ritos paganos y al mismo tiempo proclamar que se tiene fe en Dios. “Respecto de esta cuestión, el catecismo de la Iglesia Católica que se editó en 1992 habla exclusivamente de la incompatibilidad entre la fe católica y todas estas supersticiones -agregó Núñez Molina-. No existe la casualidad para el católico sino la causalidad. Todas las cosas que suceden tienen una causa. Son permitidas por Dios y muchas veces buscadas por el propio hombre. Si uno maneja borracho y choca, no es por la lechuza o el gato que se cruzó. Dios siempre respeta la libertad del hombre de hacer el bien o el mal”.
La Iglesia recomienda no creer en brujerías y poderes que obran en nuestra contra, porque -como dice San Pablo- nadie nos puede separar del amor de Dios, ni siquiera la muerte.
“Al destino lo va forjando uno mismo, con la ayuda Dios. La creencia en horóscopos refleja nuestras propias inseguridades -advirtió-. Decimos de boca que creemos y confiamos en Dios, pero en el fondo no es verdad”.
Tampoco recomienda adherirse a cadenas y promesas, que pretenden condicionar a los santos o a la Virgen. “Abundan esos rituales que nos amenazan con que si no hacemos tres días determinada oración o rito, nos vendrá la desgracia”, señaló.