Woody Allen vuelve a hacer alarde de su genio en una obra que es pura anarquía

Woody Allen vuelve a hacer alarde de su genio en una obra que es pura anarquía

Por Marcelo Damiani. El multifacético cineasta ejercita otra vez su talento sobre el cuento cómico, el relato satírico o la viñeta humorística. Así comió Zaratustra es un título del volumen que refiere al supuesto hallazgo de un libro de Friedrich Nietszche, que lleva por nombre Sigue mi dieta.

PIES EN LA TIERRA. Muchos textos del último libro de Woody se inspiran en la realidad. PIES EN LA TIERRA. Muchos textos del último libro de Woody se inspiran en la realidad.
04 Noviembre 2007
Pura anarquía es el último libro de Woody Allen. Acá, de la misma forma que en Cómo acabar de una vez por todas con la cultura, Sin plumas y Perfiles, vuelve a ejercitar su talento sobre el cuento cómico, el relato satírico o la viñeta humorística. No hace falta más que mirar el índice para saber que eso que hemos llamado Máquina Woody (LA GACETA Literaria, 15/04/07) está de vuelta. Ahí están títulos como Errar es humano; flotar, divino (sobre esas sectas que pululan por todas partes y que son capaces de prometer y pedir cualquier cosa a cambio de nada); Sam, le has puesto demasiado aroma a ese pantalón (sobre la idea de hacer ropa con olores especiales, entre muchas otras funciones, como la de batería para cargar el celular, por ejemplo); Calistenia, urticaria, montaje final (sobre una colonia de vacaciones para niños índigo con aspiraciones cinematográficas); Atención, genios: Pagos sólo al contado (sobre el pago en especies), y Así comió Zaratustra (sobre el supuesto hallazgo del libro Sigue mi dieta, de Nietzsche). No obstante casi todos los textos tienen el ya famoso Toque Woody, ese comentario, chiste o frase inesperada, dicha como al pasar, que vale por todo el resto. En sus mejores momentos, Allen construye textos tan intensos que se entiende perfectamente por qué no pueden extenderse más allá de unas pocas páginas, ya que de otra manera su brillo se disolvería del todo. Es el caso de Tirar demasiado de la cuerda, un relato espectacular de una situación simple pero usando toda la parafernalia técnica discursiva de la física moderna. Algo similar ocurre con Sorpresa en el juicio de la Disney, en el que un abogado de la famosa compañía de dibujos interroga a un testigo bastante inusual: "Abogado: ¿Tiene la bondad el testigo de dar su nombre? Testigo: Mickey Mouse. Abogado: Por favor, diga al tribunal su profesión. Testigo: Roedor animado". Tal vez no esté de más aclarar que por la declaración de Mr. M. Mouse desfilarán otras luminarias como Pluto, Goofy, el Pato Donald, Bugs Bunny, Dumbo, Bamby, el Pato Lucas, El Coyote, El Correcaminos, y Tom y Jerry, mezclados con Tom Hanks, Jack Nicholson, Warren Beatty, Sean Penn y Tom Cruise y Nicole Kidman, antes de su divorcio, claro.
Por otra parte, como no podía ser de otro modo, en el volumen también están las consabidas preocupaciones filosóficas de Allen. Así, en Pluma de alquiler, un escritor con inclinaciones existencialistas que acepta el encargo de novelar un episodio de Los tres chiflados y no se le ocurre mejor idea que hacer que Curly, Larry y Moe piensen como epígonos de Sartre y de Kierkegaard, en un gesto que recuerda a la excelente Barton Fink (1993) de los hermanos Coen. En la misma veta se encuentra Por encima de la ley, por debajo del sommier, al postular el carácter absurdo de un crimen que todos consideran atroz: sacarles las etiquetas a los colchones ajenos. Claro que, como subraya el narrador, estamos hablando de la policía estatal de Amarillo, considerada la crème de la crème, en la que, por ejemplo un agente, como Boggs "había suspendido el examen escrito dos veces, primero porque no fue capaz de explicar a Wittgenstein a entera satisfacción del sargento de guardia, después por equivocarse en su traducción de Ovidio. Una señal de la entrega de Boggs fue que tomó clases particulares, y su tesis final sobre Jane Austen se había convertido en un clásico entre la patrulla motorizada".
Por último, hay una sutil característica que diferencia este volumen de relatos de los anteriores publicados por Allen, y es que acá hay muchos textos que han nacido de la lectura de artículos periodísticos. El mundo, parece querer decirnos Woody soterradamente, no sólo se ha convertido un chiste (mucho más) fácil, sino también en un lugar sobre el que ya no sabemos si reír o llorar. Porque, como todo buen cómico sabe -en especial si ha leído a Aristóteles-, el único problema del humor parece ser que hay mucha -demasiada- gente que nunca se lo toma en serio.© LA GACETA

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