29 Octubre 2007
Hay una calma sepulcral en la casa del hombre que mató a su mujer en un hotel
La vivienda amaneció esta mañana con las persianas bajas y las luces del comedor encendidas. Los vecinos están desconcertados y quieren saber porqué "Pablito" está sedado. Por Miguel Velardez - Enviado especial.
DESCONSOLADOS. “María Marta era una chica alegre, un pan de Dios”, recordaron el hermano y la cuñada de la víctima. LA GACETA / ENRIQUE GALINDEZ
Desde que la noticia del crimen de María Marta Arias llegó a la ciudad santiagueña de La Banda, los vecinos del barrio San Martín -donde vivía el matrimonio- sólo tienen preguntas. Quieren saber dónde está internado Pablo Antonio Amín (“Pablito”, como era conocido), cómo es ese lugar, si volverá pronto al vecindario y, sobre todo, porqué está sedado.
Ayer, la casa de la pareja amaneció en el mismo estado en que los jóvenes la dejaron, antes de partir a Tucumán, donde el fin de semana los alcanzó la tragedia.
Las luces encendidas del comedor y del patio, las persianas bajas en las ventanas y el silencio absoluto en el interior la convertían en un escenario parecido a un cementerio. Desde el sábado, cuando Amín y su esposa viajaron en su automóvil, nadie ha regado las plantas del vistoso jardín construido en la entrada.
Hasta esta madrugada, la Policía bandeña aún no había recibido ningún pedido oficial desde Tucumán para intervenir en el caso, ni se había notificado sobre el hecho. Por eso, nadie entró a la casa, ubicada en Cervantes 234.
Hay tanto silencio, que desde la calle puede oírse el teléfono cuando suena cada tanto, como ahogándose de ruido sin que nadie pueda atenderlo.
Ayer, la casa de la pareja amaneció en el mismo estado en que los jóvenes la dejaron, antes de partir a Tucumán, donde el fin de semana los alcanzó la tragedia.
Las luces encendidas del comedor y del patio, las persianas bajas en las ventanas y el silencio absoluto en el interior la convertían en un escenario parecido a un cementerio. Desde el sábado, cuando Amín y su esposa viajaron en su automóvil, nadie ha regado las plantas del vistoso jardín construido en la entrada.
Hasta esta madrugada, la Policía bandeña aún no había recibido ningún pedido oficial desde Tucumán para intervenir en el caso, ni se había notificado sobre el hecho. Por eso, nadie entró a la casa, ubicada en Cervantes 234.
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