17 Octubre 2007
Un buen equilibrio entre las calorías ingeridas y las gastadas es la única manera de obtener y mantener un peso sano. Pero muchas veces el factor de desequilibrio lo da la debilidad humana por los dulces. Un estudio demostró que los dulces deberían componer un 9 % de la dieta; pero los argentinos consumen un 19 %. Expertos de distintas disciplinas aseguraron que resulta imprescindible no prohibirlos en la dieta, sino saber limitarlos.
La preferencia natural de los humanos hacia el azúcar parece ser esencial para los procesos básicos de la vida. Lo dulce guía a los mamíferos recién nacidos hacia alimentos y bebidas seguros y nutritivos; mientras que lo amargo señala, de algún modo, un potencial peligro. Pero todas las calorías, vengan de carbohidratos, proteínas o grasas, cuando son excesivas, causan sobrepeso y obesidad. He aquí la cuestión.
Declaración
"No hay que prohibir los dulces, sino aprender a administrarlos". Esta fue la síntesis de la Declaración del Consenso Científico sobre lo Dulce y los Endulzantes.
El informe fue elaborado en la ciudad de Bruselas y en él se basa el programa "Managing Sweetness" de Oldways, una ONG internacional que cuenta con el auspicio de diversas entidades de la salud, entre ellas, la Federación Argentina de Graduados en Nutrición (Fagran). La institución ya realizó algunas de sus seciones en Argentina.
La declaración reconoce que los tres sabores que tienen mayor aceptación son, en orden de preferencia, el dulce, el salado y el umami (asociado con aminoácidos). En cambio, lo agrio y lo amargo suelen ser evitados.
El informe recuerda, también, que la digestión y el metabolismo humano no diferencian los azúcares que se encuentran naturalmente en los alimentos que se consumen de aquéllos que se adicionan en cada comida. Esta es una de las razones por las que el consumo debe ser moderado, ya que el exceso puede generar un aumento de la masa corporal.
En este sentido, todos los azúcares aportan cuatro calorías por gramo. La mayor parte de la glucosa (el combustible primario que el organismo quema para generar energía para las células y poder mantener el organismo con vida) se obtiene de los alimentos ricos en carbohidratos, frutas, lácteos y bebidas, según el estudio.
El cerebro, por su parte, consume el 20 % de la energía corporal. Los músculos y el hígado almacenan parte de la glucosa sobrante (glucógeno). El resto se deposita en forma de grasa en el tejido adiposo. Una frecuencia elevada de consumo de azúcares y otros carbohidratos fermentables llevan , entonces, al sobrepeso. Y además, combinada con la falta de una apropiada higiene bucal, aumenta el riesgo de caries dentales.
La preferencia natural de los humanos hacia el azúcar parece ser esencial para los procesos básicos de la vida. Lo dulce guía a los mamíferos recién nacidos hacia alimentos y bebidas seguros y nutritivos; mientras que lo amargo señala, de algún modo, un potencial peligro. Pero todas las calorías, vengan de carbohidratos, proteínas o grasas, cuando son excesivas, causan sobrepeso y obesidad. He aquí la cuestión.
Declaración
"No hay que prohibir los dulces, sino aprender a administrarlos". Esta fue la síntesis de la Declaración del Consenso Científico sobre lo Dulce y los Endulzantes.
El informe fue elaborado en la ciudad de Bruselas y en él se basa el programa "Managing Sweetness" de Oldways, una ONG internacional que cuenta con el auspicio de diversas entidades de la salud, entre ellas, la Federación Argentina de Graduados en Nutrición (Fagran). La institución ya realizó algunas de sus seciones en Argentina.
La declaración reconoce que los tres sabores que tienen mayor aceptación son, en orden de preferencia, el dulce, el salado y el umami (asociado con aminoácidos). En cambio, lo agrio y lo amargo suelen ser evitados.
El informe recuerda, también, que la digestión y el metabolismo humano no diferencian los azúcares que se encuentran naturalmente en los alimentos que se consumen de aquéllos que se adicionan en cada comida. Esta es una de las razones por las que el consumo debe ser moderado, ya que el exceso puede generar un aumento de la masa corporal.
En este sentido, todos los azúcares aportan cuatro calorías por gramo. La mayor parte de la glucosa (el combustible primario que el organismo quema para generar energía para las células y poder mantener el organismo con vida) se obtiene de los alimentos ricos en carbohidratos, frutas, lácteos y bebidas, según el estudio.
El cerebro, por su parte, consume el 20 % de la energía corporal. Los músculos y el hígado almacenan parte de la glucosa sobrante (glucógeno). El resto se deposita en forma de grasa en el tejido adiposo. Una frecuencia elevada de consumo de azúcares y otros carbohidratos fermentables llevan , entonces, al sobrepeso. Y además, combinada con la falta de una apropiada higiene bucal, aumenta el riesgo de caries dentales.
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