10 Octubre 2007
CONDENADO. Seromba fue penado a 15 años de prisión. FOTO TOMADA DE ELOBSERVATODO.CL
NAIROBI, Kenia.- El sacerdote Christian Von Wernich es el segundo representante de la Iglesia Católica en ser condenado por su participación en crímenes de lesa humanidad. El primero fue el ruandés Athanase Seromba quien, el 13 de diciembre de 2006, fue encontrado culpable de genocidio por el Tribunal Penal de ese país africano.
La corte internacional entendió que Seromba había facilitado, en abril de 1994, la muerte de más de 2.000 personas de la etnia tutsis, que huían de sus rivales, los hutus. Por eso, lo condenó a 15 años de prisión.
Cuando se produjo la matanza, Seromba se desempeñaba como párroco en Nyange, un pueblo de la provincia de Kibuye.
Más de 2.000 tutsis que huían de las persecuciones étnicas se abarrotaron en la iglesia que él tenía a su cargo. Como consecuencia, la parroquia comenzó a ser regularmente atacada por las milicias hutus.
Seromba tomó entonces la decisión por la que luego sería condenado: mandó a derribar el templo con máquinas excavadoras, terminando así con la vida de los pocos sobrevivientes que quedaban.
La corte lo condenó por genocidio y crímenes contra la humanidad en la modalidad de exterminio y consideró como agravante que el sacerdote era muy conocido en la comunidad y que muchos feligreses confiaban en él. (Especial)
La corte internacional entendió que Seromba había facilitado, en abril de 1994, la muerte de más de 2.000 personas de la etnia tutsis, que huían de sus rivales, los hutus. Por eso, lo condenó a 15 años de prisión.
Cuando se produjo la matanza, Seromba se desempeñaba como párroco en Nyange, un pueblo de la provincia de Kibuye.
Más de 2.000 tutsis que huían de las persecuciones étnicas se abarrotaron en la iglesia que él tenía a su cargo. Como consecuencia, la parroquia comenzó a ser regularmente atacada por las milicias hutus.
Seromba tomó entonces la decisión por la que luego sería condenado: mandó a derribar el templo con máquinas excavadoras, terminando así con la vida de los pocos sobrevivientes que quedaban.
La corte lo condenó por genocidio y crímenes contra la humanidad en la modalidad de exterminio y consideró como agravante que el sacerdote era muy conocido en la comunidad y que muchos feligreses confiaban en él. (Especial)
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