10 Octubre 2007
Condenan a Von Wernich por su rol en la represión
Es el primer sacerdote de la Iglesia Católica en Latinoamérica castigado por violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. La Justicia dio por probada su participación en actos de tortura. Prometía libertad a los presos a cambio de que delataran a sus compañeros.
PRESENTE. Christian von Wernich, de 69 años, estuvo frente al tribunal que lo condenó. Y ejerció el derecho de hablar antes de conocer su sentencia. NA
La Plata.- El sacerdote Christian von Wernich, de 69 años, se convirtió en el primer representante de la Iglesia Católica latinoamericana en ser condenado por su participación en crímenes cometidos durante la última dictadura. El Tribunal Oral 1 de La Plata lo consideró coautor y partícipe necesario de 32 secuestros, 41 casos de torturas y siete homicidios y lo condenó a “reclusión perpetua e inhabilitación absoluta perpetua”.
Von Wernich operó durante la represión ilegal como un colaborador activo del esquema represivo bonaerense, con pase libre para descender a los centros clandestinos de detención para extraerles información a los testigos, según dio por probado el tribunal.
“Voy a estar rezando por tu alma”, prometía el ex capellán de la Policía Bonaerense y confesor del ex jefe policial Ramón Camps, a los detenidos desaparecidos que visitaba en los calabozos, para asistirlos espiritualmente y convertirlos.
El objetivo era simple: llegaba siempre luego de terribles sesiones de tortura y los interrogaba hasta lograr que delataran a sus compañeros y se pasaran -en algunos casos- al Grupo de Tareas de las fuerzas represivas de La Plata, comandado por Camps y por el director general de Investigaciones, Miguel Etchecolatz, condenado en 2006.
Siempre con su mejor sonrisa se presentaba con sotana o una simple camisa ante las víctimas de la represión ilegal que rogaban clemencia, y regalaba promesas de libertad a cambio de colaboración, según detallaron testigos y víctimas que sobrevivieron al horror.
Pero los testimonios que terminaron de inculpar al sacerdote fueron los relacionados con el homicidio múltiple del llamado Grupo de los Siete, un grupo de jóvenes de Montoneros, a quienes había logrado convencer, para que -bajo su protección- colaboraran con la maquinaria represiva platense.
“De qué centros clandestinos hablan si yo entraba a todas partes sin tocar el timbre cuando visitaba a los subversivos en los destacamentos policiales y en los militares”, se jactaba Von Wernich a poco de retornada la democracia, al justificar su paso por los centros conocidos: Puerto Vasco, Coti Martínez y Pozo de Quilmes. Incluso, llegó a elogiar la represión ilegal. Decía que era “una guerra santa contra la subversión comunista”. Según relató el periodista Hernán Brienza en su biografía “Maldito Tú Eres”, Von Wernich nació en Concordia, en el seno de una familia adinerada y en su legajo constan hechos de antisemitismo, festejos por el golpe del 55 y peleas callejeras por la educación laica o libre. Consagrado sacerdote al inicio de los 70, se presentaba como un cura amigo y cómplice de los jóvenes, hasta que ingresó como capellán de la Policía y comenzó a visitar los centros clandestinos.
Con el nacimiento de la democracia, en 1985 declaró en el Juicio contra las Juntas, acusado de encubrir torturas y desapariciones, y fue destituido como suboficial de la Policía Bonaerense.
Von Wernich pidió en 1988 su traslado a Bragado, ciudad donde por ocho años soportó protestas y marchas de los vecinos en su contra. Pasaron otros ocho años para que la Iglesia decidiera sacarlo de esa parroquia por un escándalo amoroso. Entonces viajó a Chile y se refugió en la capilla de El Quisco, un paradisíaco pueblo del sur, bajo el nombre de Christian González.
Su nombre volvió a ser mencionado cuando, en el Juicio por la Verdad que se realiza en La Plata, el fiscal Félix Crous pidió su detención -en 2003-. Ese año fue rastreado y hallado en Chile, y desde entonces comenzó su penitencia para convertirse ayer en el primer sacerdote, en América Latina, en ser condenado en un juicio por violaciones a los derechos humanos. (NA-DyN)
Von Wernich operó durante la represión ilegal como un colaborador activo del esquema represivo bonaerense, con pase libre para descender a los centros clandestinos de detención para extraerles información a los testigos, según dio por probado el tribunal.
“Voy a estar rezando por tu alma”, prometía el ex capellán de la Policía Bonaerense y confesor del ex jefe policial Ramón Camps, a los detenidos desaparecidos que visitaba en los calabozos, para asistirlos espiritualmente y convertirlos.
El objetivo era simple: llegaba siempre luego de terribles sesiones de tortura y los interrogaba hasta lograr que delataran a sus compañeros y se pasaran -en algunos casos- al Grupo de Tareas de las fuerzas represivas de La Plata, comandado por Camps y por el director general de Investigaciones, Miguel Etchecolatz, condenado en 2006.
Siempre con su mejor sonrisa se presentaba con sotana o una simple camisa ante las víctimas de la represión ilegal que rogaban clemencia, y regalaba promesas de libertad a cambio de colaboración, según detallaron testigos y víctimas que sobrevivieron al horror.
Pero los testimonios que terminaron de inculpar al sacerdote fueron los relacionados con el homicidio múltiple del llamado Grupo de los Siete, un grupo de jóvenes de Montoneros, a quienes había logrado convencer, para que -bajo su protección- colaboraran con la maquinaria represiva platense.
“De qué centros clandestinos hablan si yo entraba a todas partes sin tocar el timbre cuando visitaba a los subversivos en los destacamentos policiales y en los militares”, se jactaba Von Wernich a poco de retornada la democracia, al justificar su paso por los centros conocidos: Puerto Vasco, Coti Martínez y Pozo de Quilmes. Incluso, llegó a elogiar la represión ilegal. Decía que era “una guerra santa contra la subversión comunista”. Según relató el periodista Hernán Brienza en su biografía “Maldito Tú Eres”, Von Wernich nació en Concordia, en el seno de una familia adinerada y en su legajo constan hechos de antisemitismo, festejos por el golpe del 55 y peleas callejeras por la educación laica o libre. Consagrado sacerdote al inicio de los 70, se presentaba como un cura amigo y cómplice de los jóvenes, hasta que ingresó como capellán de la Policía y comenzó a visitar los centros clandestinos.
Con el nacimiento de la democracia, en 1985 declaró en el Juicio contra las Juntas, acusado de encubrir torturas y desapariciones, y fue destituido como suboficial de la Policía Bonaerense.
Von Wernich pidió en 1988 su traslado a Bragado, ciudad donde por ocho años soportó protestas y marchas de los vecinos en su contra. Pasaron otros ocho años para que la Iglesia decidiera sacarlo de esa parroquia por un escándalo amoroso. Entonces viajó a Chile y se refugió en la capilla de El Quisco, un paradisíaco pueblo del sur, bajo el nombre de Christian González.
Su nombre volvió a ser mencionado cuando, en el Juicio por la Verdad que se realiza en La Plata, el fiscal Félix Crous pidió su detención -en 2003-. Ese año fue rastreado y hallado en Chile, y desde entonces comenzó su penitencia para convertirse ayer en el primer sacerdote, en América Latina, en ser condenado en un juicio por violaciones a los derechos humanos. (NA-DyN)
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