09 Octubre 2007
LA PAZ.- Vallegrande, una comarca de 17.000 habitantes al este del país, donde el legendario guerrillero fue fusilado y enterrado en una fosa común, fue el centro de los homenajes políticos y culturales que le tributaron sus simpatizantes. En este poblado del departamento de Santa Cruz, el presidente, Evo Morales, aseguró que la revolución será imparable hasta acabar el sistema capitalista, y que estos procesos de cambio son impulsados en el ámbito internacional por su país, Cuba y Venezuela.
Vestido de negro, Morales llegó en helicóptero al aeródromo de Vallegrande para rendir un homenaje personal y no oficial al Che, según aclaró una fuente de su entorno. Del acto participaro más de 3.000 personas, incluyendo al ex compañero del Che en la guerrilla boliviana, el cubano Leonardo Tamayo, y delegados de organizaciones de izquierda de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. También asistieron los embajadores de Venezuela y de Cuba, y ex guerrilleros extranjeros. Portando banderas bolivianas, cubanas y las indígenas whipalas (símbolo multicolor de los aymaras y quechuas), visitantes extranjeros se congregaron desde temprano, en una ferviente comunión que cobijó incluso a quienes no tenían la misma visión del guerrillero.
El mandatario reaccionó a ciertas críticas que surgieron en ámbitos castrenses por participar en la ceremonia. “Habrá repudios por mi presencia acá, pero no veo por qué ocultar que somos guevaristas, socialistas, revolucionarios”, dijo. El comandante de las Fuerzas Armadas, general Wilfredo Vargas, dijo que respeta la decisión de Morales de rendir homenaje a Guevara, pero aclaró que él se quedará en el cuartel, donde asistirá al recordatorio de los 55 soldados caídos durante la guerrilla de 1967.
Los “beneméritos”
El homenaje al Che suscita amargura y enojo entre los ex soldados que están aún a la espera de algún reconocimiento por haber combatido al guerrillero. La mayoría de ellos eran jóvenes reclutas cuando siguieron los rastros del Che durante once meses en la selva del sureste boliviano, antes de neutralizarlo. Pero esta victoria nunca les valió gloria popular ni grandes rentas militares. Instalado en Santa Cruz, Gary Prado, comandante de la unidad de elite que capturó al Che, ve el homenaje como una ofensa a la dignidad nacional. “En vez de rendir homenaje a un hombre que vino para invadir el país, se debería honrar a los soldados que defendieron el país”, afirmó este general retirado de 68 años, que reclama una pensión vitalicia para los ex combatientes y sus viudas. En 1985, estos soldados fueron distinguidos por decreto “beneméritos de la patria”, un título honorífico que consideran insuficiente. Para hacerse oír, los cerca de 1.500 “beneméritos” se agruparon en federaciones. La mayoría de ellos reside en Santa Cruz, motor económico del país y bastión de la derecha boliviana. El malestar de los ex soldados estalló tras el triunfo electoral de Morales, en diciembre de 2005. “Tengo rabia contra el gobierno, no contra el Che”, afirma Ananías Mariscal, de 60 años, un ex soldado que reconoce su admiración por el ideal de justicia del guerrillero. Recientemente, militares exhortaron a Morales, en tanto que comandante en jefe, que se rinda homenaje también a los militares. Bolivia fue reticente durante mucho tiempo a ceder al culto del Che. Después del golpe del general Hugo Bánzer, en 1971, el alcalde de Vallegrande fue a prisión. “Su única falta fue haber propuesto darle el nombre del comandante Guevara a una avenida”, contó la hija del jefe comunal. (AFP-NA)
Vestido de negro, Morales llegó en helicóptero al aeródromo de Vallegrande para rendir un homenaje personal y no oficial al Che, según aclaró una fuente de su entorno. Del acto participaro más de 3.000 personas, incluyendo al ex compañero del Che en la guerrilla boliviana, el cubano Leonardo Tamayo, y delegados de organizaciones de izquierda de Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay. También asistieron los embajadores de Venezuela y de Cuba, y ex guerrilleros extranjeros. Portando banderas bolivianas, cubanas y las indígenas whipalas (símbolo multicolor de los aymaras y quechuas), visitantes extranjeros se congregaron desde temprano, en una ferviente comunión que cobijó incluso a quienes no tenían la misma visión del guerrillero.
El mandatario reaccionó a ciertas críticas que surgieron en ámbitos castrenses por participar en la ceremonia. “Habrá repudios por mi presencia acá, pero no veo por qué ocultar que somos guevaristas, socialistas, revolucionarios”, dijo. El comandante de las Fuerzas Armadas, general Wilfredo Vargas, dijo que respeta la decisión de Morales de rendir homenaje a Guevara, pero aclaró que él se quedará en el cuartel, donde asistirá al recordatorio de los 55 soldados caídos durante la guerrilla de 1967.
Los “beneméritos”
El homenaje al Che suscita amargura y enojo entre los ex soldados que están aún a la espera de algún reconocimiento por haber combatido al guerrillero. La mayoría de ellos eran jóvenes reclutas cuando siguieron los rastros del Che durante once meses en la selva del sureste boliviano, antes de neutralizarlo. Pero esta victoria nunca les valió gloria popular ni grandes rentas militares. Instalado en Santa Cruz, Gary Prado, comandante de la unidad de elite que capturó al Che, ve el homenaje como una ofensa a la dignidad nacional. “En vez de rendir homenaje a un hombre que vino para invadir el país, se debería honrar a los soldados que defendieron el país”, afirmó este general retirado de 68 años, que reclama una pensión vitalicia para los ex combatientes y sus viudas. En 1985, estos soldados fueron distinguidos por decreto “beneméritos de la patria”, un título honorífico que consideran insuficiente. Para hacerse oír, los cerca de 1.500 “beneméritos” se agruparon en federaciones. La mayoría de ellos reside en Santa Cruz, motor económico del país y bastión de la derecha boliviana. El malestar de los ex soldados estalló tras el triunfo electoral de Morales, en diciembre de 2005. “Tengo rabia contra el gobierno, no contra el Che”, afirma Ananías Mariscal, de 60 años, un ex soldado que reconoce su admiración por el ideal de justicia del guerrillero. Recientemente, militares exhortaron a Morales, en tanto que comandante en jefe, que se rinda homenaje también a los militares. Bolivia fue reticente durante mucho tiempo a ceder al culto del Che. Después del golpe del general Hugo Bánzer, en 1971, el alcalde de Vallegrande fue a prisión. “Su única falta fue haber propuesto darle el nombre del comandante Guevara a una avenida”, contó la hija del jefe comunal. (AFP-NA)
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