10 Septiembre 2007
Muchos padres reconocen que tienen una cuota importante de culpa en la violencia que manifiestan los jóvenes cada día. Otros, en cambio, dicen que sus hijos se les van de las manos ante la falta de límites que plantea la sociedad.
Pablo Berarducci, presidente de la Red de Padres, una ONG que trata las problemáticas de las familias actuales, considera que el incremento de la violencia juvenil es muy doloroso, especialmente porque ocurre, muchas veces, entre amigos. Sin embargo, sostiene que a los padres no les sorprende que haya hechos en los que se manifieste demasiada agresividad.
“El caso de Carla Ortega debe ser un llamado a la reflexión. Hoy los padres de más de 40 años hemos dejado de captar una buena parte de lo que nos transmiten nuestros hijos porque no manejamos los códigos de los jóvenes. Los padres debemos capacitarnos para entenderlos, al igual que los docentes”, opina. “Con la violencia, el joven busca llamar la atención porque la familia y la sociedad han dejado de darle respuestas”, dice. Berarducci cree que la violencia de los jóvenes no es sólo contra el prójimo sino también contra ellos mismos. “Cada vez más chicos abandonan los estudios, se vuelven adictos y aumentan los suicidios. Algo está pasando, y es grave porque los chicos se están muriendo”, apunta.
El especialista nota que no sólo hay una ruptura del joven con los padres, sino también con sus mismos amigos. “El amigo es el que tolera todo, no el que te aconseja que no hagas algo malo. Amigo es sinónimo de secuaz. Así surgen los grupos agresivos”, detalla.
“Los padres trabajamos mucho y descargamos todas las presiones en los hijos. Los chicos después hacen su descarga social, por eso hay tanta violencia escolar. En los recreos aumenta la agresión. El baño se convirtió en una zona liberada, donde hay tráfico de drogas, abusos y peleas”, comenta. El experto opina que la cantidad de jóvenes que mueren en accidentes de tránsito también se conecta con la violencia. “Se suben a un auto donde todo vale. La velocidad es una forma de agresión”, agrega.
Para encontrar una salida a la violencia, Berarducci cree que hay que empezar por casa. “Los chicos reclaman límites, están pidiendo contención y los padres debemos recuperar ese rol”, apunta.
En oposición a la opinión de este especialista, algunos padres consideran que la escuela y el Gobierno deben controlar la violencia que se genera en las calles. “En casa no somos agresivos y hay mucha comunicación, pero puertas afuera los chicos lo único que consumen es violencia. Es imposible controlarlos”, consideraron María Inés Gramajo y Silvia Castañeda, madres de adolescentes.
Pablo Berarducci, presidente de la Red de Padres, una ONG que trata las problemáticas de las familias actuales, considera que el incremento de la violencia juvenil es muy doloroso, especialmente porque ocurre, muchas veces, entre amigos. Sin embargo, sostiene que a los padres no les sorprende que haya hechos en los que se manifieste demasiada agresividad.
“El caso de Carla Ortega debe ser un llamado a la reflexión. Hoy los padres de más de 40 años hemos dejado de captar una buena parte de lo que nos transmiten nuestros hijos porque no manejamos los códigos de los jóvenes. Los padres debemos capacitarnos para entenderlos, al igual que los docentes”, opina. “Con la violencia, el joven busca llamar la atención porque la familia y la sociedad han dejado de darle respuestas”, dice. Berarducci cree que la violencia de los jóvenes no es sólo contra el prójimo sino también contra ellos mismos. “Cada vez más chicos abandonan los estudios, se vuelven adictos y aumentan los suicidios. Algo está pasando, y es grave porque los chicos se están muriendo”, apunta.
El especialista nota que no sólo hay una ruptura del joven con los padres, sino también con sus mismos amigos. “El amigo es el que tolera todo, no el que te aconseja que no hagas algo malo. Amigo es sinónimo de secuaz. Así surgen los grupos agresivos”, detalla.
“Los padres trabajamos mucho y descargamos todas las presiones en los hijos. Los chicos después hacen su descarga social, por eso hay tanta violencia escolar. En los recreos aumenta la agresión. El baño se convirtió en una zona liberada, donde hay tráfico de drogas, abusos y peleas”, comenta. El experto opina que la cantidad de jóvenes que mueren en accidentes de tránsito también se conecta con la violencia. “Se suben a un auto donde todo vale. La velocidad es una forma de agresión”, agrega.
Para encontrar una salida a la violencia, Berarducci cree que hay que empezar por casa. “Los chicos reclaman límites, están pidiendo contención y los padres debemos recuperar ese rol”, apunta.
En oposición a la opinión de este especialista, algunos padres consideran que la escuela y el Gobierno deben controlar la violencia que se genera en las calles. “En casa no somos agresivos y hay mucha comunicación, pero puertas afuera los chicos lo único que consumen es violencia. Es imposible controlarlos”, consideraron María Inés Gramajo y Silvia Castañeda, madres de adolescentes.
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