09 Septiembre 2007
CARLA ROMINA ORTEGA. La adolescente tenía 17 años. ARCHIVO LA GACETA
Analizó, pero no debatió. Pensó, y trató de usar las mejores palabras para explicar un tema tan complicado como este. El fiscal Guillermo Herrera, que investigó el crimen del juez de Menores Héctor Agustín Aráoz mantuvo una charla con LA GACETA. “El enfoque ha cambiado considerablemente en los últimos tiempos. Antes, las mujeres eran consideradas un grupo de riesgo, pero ahora no se deja de tenerlas en cuenta como victimarias”, afirmó.
- ¿Qué análisis puede hacer sobre estos hechos?
- Hay que aclarar que estos crímenes se ajustan a las nuevas tendencias del perfil criminológico de una mujer. En todos estos casos aparece lo sexual y lo pasional por detrás. A eso se le debe agregar una cuestión biológica.
- ¿A qué se refiere?
- Hormonalmente, las mujeres actúan con mayor saña y alevosía. Un homicida puede matar, por ejemplo, de una sola puñalada, pero la mujer utiliza más violencia por una cuestión biológica.
- ¿Sólo se da en los homicidios?
- No, en todos los delitos. Los remiseros asaltados no sólo las acusan de ser las más violentas, sino que además dicen que incitan a los hombres para que los dañen.
- ¿En qué otro delito es relevante la participación femenina?
- En los conocidos como delitos de guante blanco. En los últimos tiempos, en la mitad de las estafas que se investigan están involucradas mujeres. Antes, eso no ocurría o era muy raro que sucediera.
- ¿Cuál es la razón?
- En los últimos tiempos, las mujeres han comenzado a ocupar lugares muy importantes dentro de distintas estructuras y lograron llegar a vivir situaciones de poder a las que antes no podían acceder.
- ¿Qué otro tipo de situación le llama la atención?
- Las denuncias falsas. Hay muchos casos en los ellas denuncian a sus ex parejas por abuso, especialmente contra sus hijos. También maltratos. Es una manera de tomar venganza; tenemos que ser muy cuidadosos al investigarlos.
- ¿Hay suficiente preparación para hacer frente a este flagelo?
- No. Pero nadie puede negar que existe una revisión en lo que se refiere a la política criminal. Pero no es sencillo. Si hasta los códigos del hampa son machistas.
- ¿Y las leyes?
- Ese es un tema muy puntual. Si bien es cierto que ante la ley todos somos iguales, para el caso de las mujeres no están contemplados algunos aspectos, especialmente el psicológico. Cuando se sancionaron, ellas no tenían tanto protagonismo en el ámbito criminal.
La proximidad cada vez mayor de las mujeres con la violencia activa es una novedad para algunos y para otros no tanto. Toda violencia empobrece tanto a la víctima como al victimario porque exhibe el fracaso de la palabra y, con ello, el acceso al fondo del conflicto.
La supremacía física del hombre sobre la mujer caracterizó un punto de partida originario de dominación que se extendió a muchos ámbitos. El concepto de justicia para ambos sexos puede haber tenido, entonces, distinta interpretación. Y la reivindicación para cada cual, distintos caminos. Para el hombre, formas más directas y para la mujer indirectas, más ligada a la astucia y, por lo tanto, quizá más premeditadas.
Los montos de odio, resentimiento y rencor son similares en ambos sexos con diferencias cualitativas. Las fuertes modificaciones que el contrato social experimenta, sin duda han ido transformando modos de procesamiento femenino frente a obstáculos de variada naturaleza con los que no quiere, no sabe o no puede enfrentarse.
Esta globalización situacional agregada a las impotencias mencionadas, se relaciona directamente con la profusión de hechos policiales recientes protagonizados por mujeres.
Debemos considerar valoraciones diferentes en la construcción de la violencia dentro de códigos femeninos respecto de los observables entre ambos sexos, tales como el maltrato masculino. La intensa o prolongada humillación por eventuales situaciones de celos, envidia y poder entre mujeres construye algunas claves con las cuales analizar y comprender ciertos homicidios actuales.
La eliminación física del obstáculo y la impunidad correspondiente puede ser una muy mala interpretación de liberación femenina que encubre así un alarmante aumento de comportamientos psicopáticos y perversos en nuestra sociedad.
- ¿Qué análisis puede hacer sobre estos hechos?
- Hay que aclarar que estos crímenes se ajustan a las nuevas tendencias del perfil criminológico de una mujer. En todos estos casos aparece lo sexual y lo pasional por detrás. A eso se le debe agregar una cuestión biológica.
- ¿A qué se refiere?
- Hormonalmente, las mujeres actúan con mayor saña y alevosía. Un homicida puede matar, por ejemplo, de una sola puñalada, pero la mujer utiliza más violencia por una cuestión biológica.
- ¿Sólo se da en los homicidios?
- No, en todos los delitos. Los remiseros asaltados no sólo las acusan de ser las más violentas, sino que además dicen que incitan a los hombres para que los dañen.
- ¿En qué otro delito es relevante la participación femenina?
- En los conocidos como delitos de guante blanco. En los últimos tiempos, en la mitad de las estafas que se investigan están involucradas mujeres. Antes, eso no ocurría o era muy raro que sucediera.
- ¿Cuál es la razón?
- En los últimos tiempos, las mujeres han comenzado a ocupar lugares muy importantes dentro de distintas estructuras y lograron llegar a vivir situaciones de poder a las que antes no podían acceder.
- ¿Qué otro tipo de situación le llama la atención?
- Las denuncias falsas. Hay muchos casos en los ellas denuncian a sus ex parejas por abuso, especialmente contra sus hijos. También maltratos. Es una manera de tomar venganza; tenemos que ser muy cuidadosos al investigarlos.
- ¿Hay suficiente preparación para hacer frente a este flagelo?
- No. Pero nadie puede negar que existe una revisión en lo que se refiere a la política criminal. Pero no es sencillo. Si hasta los códigos del hampa son machistas.
- ¿Y las leyes?
- Ese es un tema muy puntual. Si bien es cierto que ante la ley todos somos iguales, para el caso de las mujeres no están contemplados algunos aspectos, especialmente el psicológico. Cuando se sancionaron, ellas no tenían tanto protagonismo en el ámbito criminal.
PUNTO DE VISTA
Celos, envidia y humillación
Por Osvaldo Aiziczon, psicoanalistaCelos, envidia y humillación
La proximidad cada vez mayor de las mujeres con la violencia activa es una novedad para algunos y para otros no tanto. Toda violencia empobrece tanto a la víctima como al victimario porque exhibe el fracaso de la palabra y, con ello, el acceso al fondo del conflicto.
La supremacía física del hombre sobre la mujer caracterizó un punto de partida originario de dominación que se extendió a muchos ámbitos. El concepto de justicia para ambos sexos puede haber tenido, entonces, distinta interpretación. Y la reivindicación para cada cual, distintos caminos. Para el hombre, formas más directas y para la mujer indirectas, más ligada a la astucia y, por lo tanto, quizá más premeditadas.
Los montos de odio, resentimiento y rencor son similares en ambos sexos con diferencias cualitativas. Las fuertes modificaciones que el contrato social experimenta, sin duda han ido transformando modos de procesamiento femenino frente a obstáculos de variada naturaleza con los que no quiere, no sabe o no puede enfrentarse.
Esta globalización situacional agregada a las impotencias mencionadas, se relaciona directamente con la profusión de hechos policiales recientes protagonizados por mujeres.
Debemos considerar valoraciones diferentes en la construcción de la violencia dentro de códigos femeninos respecto de los observables entre ambos sexos, tales como el maltrato masculino. La intensa o prolongada humillación por eventuales situaciones de celos, envidia y poder entre mujeres construye algunas claves con las cuales analizar y comprender ciertos homicidios actuales.
La eliminación física del obstáculo y la impunidad correspondiente puede ser una muy mala interpretación de liberación femenina que encubre así un alarmante aumento de comportamientos psicopáticos y perversos en nuestra sociedad.
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