09 Septiembre 2007
Una de las cosas que me llamó poderosamente la atención cuando recorría los stands de las editoriales infantiles alemanas o anglosajonas en la feria de Frankfurt fue el tamaño de los libros para chicos. Cuando aquí no pasamos de las 150 o 200 páginas de texto como muy largo en las novelas para chicos de 10 o 12 años, allí todos los libros que me ofrecían tenían una extensión de 500 o 700 páginas como lo más normal del mundo y, en muchos casos, se trataba de sagas que continuaban en dos o tres volúmenes. Este fenómeno de apostar a la capacidad que tienen los chicos de leer un volumen importante de texto, creo que recién se produce con la aparición de Harry Potter. Me parece que chicos y grandes le perdieron el miedo al tamaño a partir de la experiencia con el mago Harry, y eso creo que marca un antes y un después.
El lanzamiento de los libros de Harry Potter se ha convertido en un fenómeno mediático comparable con el de una película o un disco, muy distinto de lo que pasa habitualmente con la literatura, que no llega nunca a esos niveles. El libro se vende histéricamente en cuanto sale, casi diría que un porcentaje altísimo desaparece de las librerías en la primera semana, luego de ese pico tan elevado, se convierte en un libro de muy buena venta pero dentro de los parámetros normales.
Es muy interesante observar cómo el personaje de la novela va creciendo al ritmo de sus lectores, es decir que los que empezaron con él cuando tenían 11 años, en el año 1997, hoy en día han crecido y tienen 10 años más y aun así no lo han abandonado.
Los chicos están ávidos por saber qué pasa con la historia, si Harry muere o no, pero aunque la puedan leer en internet o en fotocopias quieren tener el libro y le dan gran valor al hecho de poseerlo, lo que no sucede habitualmente a esa edad.Pienso que también el fenómeno se da porque en el mundo en general los chicos han cambiado de rol y han pasado a ser consumidores activos en la sociedad.
Las grandes marcas han descubierto el poder de compra de los chicos y apuntan directamente a ellos, puesto que se dan cuenta de que ellos mismos eligen. La autora ha entendido esto, jerarquiza al lector y nunca lo subestima. Por eso los lectores la siguen.© LA GACETA
El lanzamiento de los libros de Harry Potter se ha convertido en un fenómeno mediático comparable con el de una película o un disco, muy distinto de lo que pasa habitualmente con la literatura, que no llega nunca a esos niveles. El libro se vende histéricamente en cuanto sale, casi diría que un porcentaje altísimo desaparece de las librerías en la primera semana, luego de ese pico tan elevado, se convierte en un libro de muy buena venta pero dentro de los parámetros normales.
Es muy interesante observar cómo el personaje de la novela va creciendo al ritmo de sus lectores, es decir que los que empezaron con él cuando tenían 11 años, en el año 1997, hoy en día han crecido y tienen 10 años más y aun así no lo han abandonado.
Los chicos están ávidos por saber qué pasa con la historia, si Harry muere o no, pero aunque la puedan leer en internet o en fotocopias quieren tener el libro y le dan gran valor al hecho de poseerlo, lo que no sucede habitualmente a esa edad.Pienso que también el fenómeno se da porque en el mundo en general los chicos han cambiado de rol y han pasado a ser consumidores activos en la sociedad.
Las grandes marcas han descubierto el poder de compra de los chicos y apuntan directamente a ellos, puesto que se dan cuenta de que ellos mismos eligen. La autora ha entendido esto, jerarquiza al lector y nunca lo subestima. Por eso los lectores la siguen.© LA GACETA
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