09 Agosto 2007
Buenos Aires.- La misteriosa aparición de un maletín en manos de un ciudadano venezolano y la confirmación de que junto con ese hombre viajaron desde Caracas tres funcionarios argentinos configuran para el Gobierno un episodio muy incómodo que puede tener efectos políticos.
Dentro del esquema de poder kirchnerista, el más perjudicado por el nuevo escándalo es el poderoso ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, ya que todos los funcionarios que estuvieron en ese avión se desempeñan bajo su órbita. Uno de ellos, Claudio Uberti, es considerado el principal nexo político entre De Vido y el gobierno de Hugo Chávez.
El extraño episodio también pone bajo un cono de sombras a la administración chavista, porque los pasajeros venezolanos del avión pertenecen al staff de PDVSA, la petrolera estatal, sobre cuyas ganancias Chávez basa su poder.
Claro que nadie reconoce amistad con Guido Alejandro Antonini Wilson, el hombre del maletín.
Es probable que el caso adquiera una gravedad comparable a la aparición de la bolsa con dinero en el baño de la ex ministra de Economía Felisa Miceli, o a las denuncias contra la secretaria de Medio Ambiente, Romina Picolotti, y el caso Skanska. Se trata de un escándalo con efectos políticos cuyos alcances dependerán de cómo actúe el Gobierno nacional. Por ahora, Miceli debió renunciar, lo mismo que los ex funcionarios Fulvio Madaro y Néstor Ulloa (caso Skanska).
La gran incógnita es cuál será la reacción que tendrá el Gobierno argentino para alejar los coletazos del escándalo. (NA)
Dentro del esquema de poder kirchnerista, el más perjudicado por el nuevo escándalo es el poderoso ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, ya que todos los funcionarios que estuvieron en ese avión se desempeñan bajo su órbita. Uno de ellos, Claudio Uberti, es considerado el principal nexo político entre De Vido y el gobierno de Hugo Chávez.
El extraño episodio también pone bajo un cono de sombras a la administración chavista, porque los pasajeros venezolanos del avión pertenecen al staff de PDVSA, la petrolera estatal, sobre cuyas ganancias Chávez basa su poder.
Claro que nadie reconoce amistad con Guido Alejandro Antonini Wilson, el hombre del maletín.
Es probable que el caso adquiera una gravedad comparable a la aparición de la bolsa con dinero en el baño de la ex ministra de Economía Felisa Miceli, o a las denuncias contra la secretaria de Medio Ambiente, Romina Picolotti, y el caso Skanska. Se trata de un escándalo con efectos políticos cuyos alcances dependerán de cómo actúe el Gobierno nacional. Por ahora, Miceli debió renunciar, lo mismo que los ex funcionarios Fulvio Madaro y Néstor Ulloa (caso Skanska).
La gran incógnita es cuál será la reacción que tendrá el Gobierno argentino para alejar los coletazos del escándalo. (NA)
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