20 Julio 2007
Siempre lo admiré. Para mí fue el más completo de todos los que alguna vez escribieron de humor, porque lo hacía muy bien. Y dibujaba mejor. En mayo de 1998 lo entrevisté para el suplemento Actualidad. Serio y preciso en sus respuestas cambió el tono cuando le pregunté (algo que, como hincha de Newell?s, era para mí una tentación difícil de eludir), qué hubiera hecho si esta noche aparecieran en sus sueños el Inodoro ataviado con la camiseta de Newell?s y, al grito de "¡Canallas hijos de la lepra!", lo desafiara a pelear... ¿Cómo reacciona? "Ay, ay... Pienso que no se lo perdonaría... Lo dejaría librado a su suerte. No le perdonaría jamás que fuera de la contra. Lo tendría que seguir escribiendo algún leproso. ¿Vos, cómo andás de tiempo?", me dijo, en medio de una estruendosa carcajada. Rosario Central fue una de sus grandes pasiones. Fue el tema de conversación obligado con sus amigos, los de la mesa de los galanes en la confitería "El Cairo". Y era mutuo. El club de sus amores había incorporado hace un tiempo un dibujo suyo en la camiseta, junto al monograma. El Rosario futbolero lo llora por igual. El fanatismo cedió ante su partida. El "Negro" se fue a buscar a Alberto Olmedo.