10 Julio 2007
Buenos Aires.- La aparición de una bolsa llena de dinero en el despacho de Felisa Miceli, la designación de familiares y amigos en el área conducida por Romina Picolotti y la irresuelta crisis de los radares, que golpea a Nilda Garré, pusieron en tela de juicio a las figuras femeninas del Gobierno nacional.
No se trata de un hecho menor, porque los cuestionamientos apuntan a desacreditar dos valores considerados centrales del accionar de las mujeres en la política: la honestidad y la eficacia en la gestión.
El florecimiento de las críticas públicas a las funcionarias del Gobierno se produce, con mayor o menor grado de justicia -según el caso-, cuando Cristina Fernández de Kirchner se puso en marcha en la campaña hacia las elecciones presidenciales de octubre. ¿Será entonces un mensaje cifrado para la primera dama? El presidente Néstor Kirchner viene denunciando la existencia de una campaña sucia contra su esposa, aunque todavía no terminó de precisar a qué se está refiriendo.
Lo cierto es que lo enfurecen las críticas a las mujeres de su Gobierno: así lo comprobaron días atrás sus principales colaboradores, cuando se progagó una versión que daba cuenta de que su hermana Alicia Kirchner sufrió un desgaste en su imagen y que por eso no será candidata a gobernadora de Santa Cruz.
Esa versión, que echó a rodar gente del propio oficialismo, señalaba que el candidato kirchnerista a la Gobernación santacruceña será Daniel Peralta, el actual mandatario de transición. Más allá de todas estas especulaciones, que florecen día tras día en los despachos oficiales, es a esta altura una evidencia que en el Gobierno se ha desatado una disputa de poder y también lo es que esa pelea se tornó visible tras el lanzamiento de la candidatura presidencial de la senadora y primera dama.
En la Casa Rosada admiten esta situación, sobre todo porque la información que complica a Miceli y Picolotti parece haber salido del propio Gobierno. El caso de Garré es distinto, porque quienes la enfrentan -controladores aéreos y pilotos- no surgen de la interna oficialista. El círculo parece haberse cerrado días atrás cuando tambaleaba la ministra de Economía: una versión afirmaba que ese cargo iba a ser ocupado en forma inminente por el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, un hombre de confianza del ministro Julio De Vido, enfrentado con Miceli.
Muchos funcionarios K se miraron entonces con gesto cómplice y creyeron identificar el origen de todos los males, pero no pudieron responder una pregunta simple: ¿por qué permitiría Kirchner que los cuestionamientos a las mujeres del Gobierno surjan del propio oficialismo?
Cristina Kirchner, por su parte, sigue escudada en el silencio, pero tendrá con seguridad una respuesta contundente a la hora de armar su propio Gabinete, en caso de que gane las elecciones presidenciales. (NA)
No se trata de un hecho menor, porque los cuestionamientos apuntan a desacreditar dos valores considerados centrales del accionar de las mujeres en la política: la honestidad y la eficacia en la gestión.
El florecimiento de las críticas públicas a las funcionarias del Gobierno se produce, con mayor o menor grado de justicia -según el caso-, cuando Cristina Fernández de Kirchner se puso en marcha en la campaña hacia las elecciones presidenciales de octubre. ¿Será entonces un mensaje cifrado para la primera dama? El presidente Néstor Kirchner viene denunciando la existencia de una campaña sucia contra su esposa, aunque todavía no terminó de precisar a qué se está refiriendo.
Lo cierto es que lo enfurecen las críticas a las mujeres de su Gobierno: así lo comprobaron días atrás sus principales colaboradores, cuando se progagó una versión que daba cuenta de que su hermana Alicia Kirchner sufrió un desgaste en su imagen y que por eso no será candidata a gobernadora de Santa Cruz.
Esa versión, que echó a rodar gente del propio oficialismo, señalaba que el candidato kirchnerista a la Gobernación santacruceña será Daniel Peralta, el actual mandatario de transición. Más allá de todas estas especulaciones, que florecen día tras día en los despachos oficiales, es a esta altura una evidencia que en el Gobierno se ha desatado una disputa de poder y también lo es que esa pelea se tornó visible tras el lanzamiento de la candidatura presidencial de la senadora y primera dama.
En la Casa Rosada admiten esta situación, sobre todo porque la información que complica a Miceli y Picolotti parece haber salido del propio Gobierno. El caso de Garré es distinto, porque quienes la enfrentan -controladores aéreos y pilotos- no surgen de la interna oficialista. El círculo parece haberse cerrado días atrás cuando tambaleaba la ministra de Economía: una versión afirmaba que ese cargo iba a ser ocupado en forma inminente por el secretario de Comercio, Guillermo Moreno, un hombre de confianza del ministro Julio De Vido, enfrentado con Miceli.
Muchos funcionarios K se miraron entonces con gesto cómplice y creyeron identificar el origen de todos los males, pero no pudieron responder una pregunta simple: ¿por qué permitiría Kirchner que los cuestionamientos a las mujeres del Gobierno surjan del propio oficialismo?
Cristina Kirchner, por su parte, sigue escudada en el silencio, pero tendrá con seguridad una respuesta contundente a la hora de armar su propio Gabinete, en caso de que gane las elecciones presidenciales. (NA)
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