El sospechoso del crimen que conmocionó a los tucumanos fue aprehendido en Las Catonas, un barrio de monoblocks que, según los investigadores, es una versión reducida de Fuerte Apache. Allí habría estado oculto desde hace varias semanas, puesto que muy pocos estaban dispuestos a darle refugio y tampoco tenía el dinero suficiente para continuar huyendo.
Los pesquisas aseguran que el acusado, para evitar ser atrapado, se movilizaba permanentemente de provincia en provincia. En cada una de ellas habría cometido diferentes delitos para recaudar dinero.
Ultimamente, siempre de acuerdo con la información proporcionada por la Policía Bonaerense, estaría vinculado a un grupo que se dedicaba a salideras bancarias y a motoarrebatos.
González es hijo de Daniel Carrizo, que murió cuando se encontraba detenido en la Dirección General de Investigaciones. Los integrantes del clan de "Los Gardelitos", al cual pertenecía, acusaron a Mario "El Malevo" Ferreyra de haber torturado a Carrizo hasta que murió; pero la Justicia nunca lo comprobó.
El joven, en varias oportunidades, juró vengar la muerte de su padre. Esta amenaza la realizó, inclusive, cuando era buscada por el crimen de la joven.
Llamativamente, el acusado del crimen de Chaila no cuenta con antecedentes penales. Sí es sospechoso de haber cometido varios asaltos; entre ellos, el de las sucursales de Monteros de Castillo y del Banco Nación.
Los investigadores nunca descartaron que también esté vinculado al tráfico de drogas, versión que fue desmentida categóricamente por sus familiares. Estos confirmaron en una entrevista que publicó LA GACETA, que sólo era adicto a la marihuana.
La familia protagonizó un escándalo
"El no la mató. Es inocente, pero la Policía lo quiere responsabilizar de todo", coincidieron en afirmar integrantes del clan de "Los Gardelitos" que ayer se presentaron en Tribunales pasado el mediodía para defender a Lucas González.
Las mujeres de la familia del acusado del crimen de María Fernanda Chaila intentaron en un primer momento desmentir que su pariente hubiera sido detenido. Y cuando no les quedó más remedio que reconocer que González se encontraba en un calabozo de una comisaría de Buenos Aires, responsabilizaron a los periodistas de su detención.
"Por ustedes él está preso y ahora lo van a matar", gritó una mujer antes de intentar a agredir a una reportera que la entrevistaba. La periodista fue socorrida por los empleados de Tribunales, y la Guardia desalojó a las revoltosas. Una de ellas se desmayó en las escalinatas de la puerta que da a la avenida Sarmiento.