Las dos últimas producciones de Roberto Cossa

Las dos últimas producciones de Roberto Cossa

Por Juan Antonio Tríbulo. "El Saludador" y "Pingüinos", unidos al juvenil "El caso cien", muestran distintas facetas de uno de nuestros grandes dramaturgos.

28 Mayo 2006

En este volumen 6 de las obras dramáticas de Roberto Cossa, que viene publicando Ediciones de la Flor, el autor nos ofrece sus dos últimas producciones, El saludador (1999) y Pingüinos (2001) junto a un texto de su etapa de inicio como dramaturgo -texto que había extraviado y que él mismo relata en su prólogo cómo recuperó azarosamente-, El caso cien (1967). En El saludador retoma un tema recurrente de alguna de sus piezas, como en Ya nadie recuerda a Fréderic Chopin, puesta en escena por el Teatro Estable de nuestra provincia, con dirección de Leonardo Goloboff (2001). Se trata del personaje idealista que ha visto fracasar todas sus utopías. En este caso, Saludador privilegia durante toda su vida el bien común, las utopías solidarias y comunitarias, por sobre el interés individual, la atención de su esposa y la crianza y la relación con su único hijo varón. Vuelve una y otra vez a su casa con un nuevo fracaso a cuestas, en sus intentos de saludar a Fidel Castro, el subcomandante Marcos, Olof Palme o Massimo D?Alemma o frustrado en su accionar en los movimientos ecologistas o de los derechos humanos. En cada nuevo retorno aparece con un miembro menos y cada vez es echado de su patio familiar, tirado por encima del muro medianero mediante ingeniosas estrategias de Marucha, sola o ayudada por su hijo Vicente.
Salvo en el último viaje de regreso, ya sin brazos para abrazar a tanto líder internacional, ni piernas para trotar por el mundo, la esposa lo conserva, sobre todo por sus expectativas sexuales, y lo confina a la puerta de calle, a saludar a los vecinos del barrio. Metáfora corrosiva, de humor negro, con aires de familia con su otra pieza, La Nona, esta obra de Cossa impacta, divierte, asombra y nos pone a reflexionar.
En Pingüinos, texto que como el anterior surge de improvisaciones con el elenco, el escenógrafo y los músicos, Roberto Cossa toma por primera vez la problemática de la juventud. La intriga está resuelta con dos actores y una actriz, que asumen sus propios roles casi adolescentes, y además los de padres y otros adultos, en escenas breves, en múltiples ámbitos, en distintos momentos del presente y el pasado, sin solución de continuidad. Plantea un universo de violencia, desorientación, desamor y parricidio. En el momento final, después de diversas peripecias, la jueza los declara culpables y condena a los jóvenes "a vivir con los padres por el resto de sus vidas". Ellos, como pingüinos empapados en petróleo, corren para no ser alcanzados por la violencia que se engendra a sí misma en cada nueva situación, pero sucumben ante balas verdaderas que hacen derramar sangre de verdad.
El caso cien es un diálogo corto, ingenioso y divertido, entre un bebedor consuetudinario, divorciado, bancario, feliz, que saborea su libertad consumiendo whisky y escuchando las nueve sinfonías de Beethoven, y un miembro de la Sociedad de Alcoholistas Recuperados.
El propósito de salvar de las garras del vicio a su antagonista se frustrará ante la impávida felicidad del bebedor y se trocará por una confesión insólita del buen samaritano, que no es otra cosa que un dominado por su mujer, quien le obliga a ejercer ese rol de salvador.
Las tres obras de Roberto Cosa nos muestran distintas facetas de uno de los dramaturgos sobresalientes de nuestro teatro nacional. (c) LA GACETA

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