Los dignos compromisos de Manuel Andreozzi

“Era un hombre muy severo y de una cultura superlativa, no sólo en materia jurídica, sino en los temas más dispares. Pintura, filosofía, música, literatura, todo el conocimiento parecía haber sido abarcado por él. Escucharlo era un deleite muy particular. Eso mismo -estoy convencido- le provocaba una suerte de rechazo visceral de la ignorancia y más aún si esa ignorancia tenía tonos soberbios”. De esta manera, el administrativista Simón Zelaya solía recordar a Manuel Andreozzi, jurista que descolló en la primera mitad del siglo XX.
Aunque había nacido en Tucumán en 1889, se graduó en la Universidad Nacional de Córdoba. De regreso a la provincia, ejerció la docencia, primero en la cátedra de Derecho Procesal y luego en la de Derecho Administrativo. Escribió “La materia contencioso administrativa, bases para su codificación”, entre muchas otras obras, incluso políticas. Militante radical, fue intendente de esta capital, ministro de Gobierno, Justicia e Instrucción Pública entre 1939 y 1941, y un año más tarde fue elegido diputado nacional. Falleció en 1957.