Un cuentero célebre

Un cuentero célebre

Embaucó a la Policía Federal y a la Justicia, con la fábula de que había encontrado el "tesoro del virrey Sobremonte" en un campo de Pergamino.

VIERNES SCARDULLA. Manosanta de a ratos y adicto perenne al juego, logró estar varias semanas en la primera plana de los diarios.
16 Noviembre 2003
A fines de la década de 1930, a los hombres muy altos se les decía genéricamente "Camachos", por el nombre de un gigante famoso. Y a los cuenteros se los llamaba "Scardulla", por un estafador que tuvo entonces mucha notoriedad. La verdad es que el embuste de Scardulla ocupó por varias semanas la primera plana de los diarios de Buenos Aires y del país, y tuvo a mal traer a la Justicia y a la Policía.
Viernes Scardulla era un vecino de Venado Tuerto, en Santa Fe. Vivía allí desde 1920. Poco afecto al trabajo, se dedicaba a actividades de manosanta, dada la excelente "llegada" que decía tener con la Virgen de Luján. En un momento dado poseyó caballos de carrera, siempre perdedores. Su gran pasión era el juego. Había perdido mucho dinero en las mesas de naipe de Venado, para consternación de su excelente y laboriosa mujer. Como todo estafador, tenía trato muy agradable y su voz sonaba muy convincente.
Tal era el hombre de 35 años que, en octubre de 1938, se presentó a la Policía Federal, en Buenos Aires, para denunciar que había sido estafado. Su historia era que, tres años atrás, en el campo "La Blanquita", cerca de Pergamino, había descubierto por casualidad un pequeño túnel. Se metió y, tras romper una antiquísima pared, encontró tres pesados cofres. Estos, dijo, contenían el "tesoro" que el virrey Sobremonte se llevó a Córdoba en 1806, cuando huía de los invasores ingleses. Narró que, con su cuñado, al no poder abrir (?) los cofres, resolvieron cargarlos hasta Buenos Aires, al Senado de la Nación.Y que allí, un tal doctor Monti, "alto funcionario", le había dicho que dejara las cajas en su estudio, a media cuadra del Congreso, y que él arreglaría la venta de su contenido por muy buen precio. Afirmaba Scardulla que volvió a Venado, y que durante dos años se carteó con Monti, quien le prometía vender el tesoro ( de "más de 100 kilos de oro y 33 de piedras preciosas"), pero nunca concretaba la operación. Scardulla afirmaba que, considerándose estafado, había resuelto denunciarlo todo.
Rápidamente la policía capturó a Monti (quien resultó ser Carlos Valdivieso, un estafador chileno de frondoso prontuario). Pero sucedió que, en un descuido de los agentes que lo llevaban, Monti se arrojó desde uno de los pisos altos del Departamento de Policía, se fracturó el cráneo y murió horas después. En su dedo tenía un anillo de oro que, según un joyero, era de manufactura muy antigua.
El suicidio de Monti-Valdivieso dio un aire de verdad al relato de Scardulla. A todo esto, el periodismo se hacía una fiesta con el "tesoro del virrey" , tema que tenía sobre ascuas a todos los lectores del país. Finalmente, una comisión de la Federal se trasladó a Pergamino, para inspeccionar el sitio del supuesto hallazgo. Cavaron y no encontraron las paredes que Scardulla decía haber perforado.
Pero sí recogieron testimonios. Un herrero de Pergamino denunció que Scardulla le había encargado tiempo atrás la confección de unos cofres y que, tras llenarlos de hierro viejo para que fueran muy pesados, le pidió que los soldara herméticamente, para que fuese muy difícil abrirlos. También aparecieron denunciantes de las cuantiosas deudas de juego de Scardulla, quien "debía a cada santo una vela?, así como gente que le había prestado dinero que prometió devolver cuando vendiera el "tesoro".
El embuste ya no pudo sostenerse. Scardulla estuvo poco tiempo en la cárcel porque, al final, su única falta era deber plata y entre nosotros no hay prisión por deudas. No se sabe mucho de su vida posterior. En 1967, en un diario de San Luis, publicó unas fantásticas "Memorias". "Dijeron que Viernes Scardulla, el que suscribe, había mentido. Pocos fueron los que creyeron en la realidad, incógnita no develada a pesar del tiempo transcurrido. Y estoy seguro de que esa duda ha de mantenerse y acrecentarse en el transcurso del relato de mis memorias", decía al comienzo. Las memorias no aclaraban nada sobre los fabulosos "tres cofres".
El artículo de Hernán Ceres, de donde tomamos todos estos datos, dice que "el cuento de Viernes Scardulla forma parte de toda una picaresca que floreció en esos años".

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