03 Abril 2007
DESCANSO EN PAZ. Cementerio de los soldados argentinos caídos en Malvinas, cerca de Darwin. AFP
Las Malvinas son sagradas para él. Las conoció por primera vez hace 25 años, cuando llegó a ellas como soldado argentino a mediados de 1982. Eran unas islas hermosas, con la dignidad que dan los mares. Ayer, Guillermo Vélez volvió a esa tierra de horizonte difuso y verde desolado donde antes combatió. Pero esta vez no empuña una ametralladora, sino una rosa.
Una caricia al olvido. Exactamente a las 12, el sosiego del cementerio de Darwin se mimetizó con el mutismo del conscripto, que entregó un minuto de silencio. "Un rezo y una flor, al pie de la tumba, les ofrecimos mi amigo Ramón y yo a nuestros queridos 649 compañeros de trinchera, únicos héroes emblemáticos que derramaron su sangre", dice Vélez.
"Cantamos allí nuestro sagrado himno nacional", relató el otrora militar, en una carta enviada a LA GACETA On Line.
Los hijos de la guerra recuerdan aquellos días
"Querido papá: cuando recibas esta carta, yo ya estaré rindiendo cuentas de mis acciones a Dios. El, que sabe lo que hace, así lo ha dispuesto: que muera en cumplimiento de mi misión.
¿Te acordás cuando, de chico, diseñaba vehículos y armas destinados a recuperar a las islas Malvinas y a restaurar así nuestra soberanía? Dios ha querido que viva esta experiencia única y deje mi vida en ofrenda a nuestra patria.
Lo único que quiero pedirles es que restauren una sincera unidad en la familia, que me recuerden con alegría y que recen por mí.
Papá: hay cosas que, en un día cualquiera, no se dicen entre hombres, pero hoy debo decírtelas. Gracias por tenerte como modelo de bien nacido; gracias por creer en el honor; gracias por tener tu apellido; gracias por ser católico y argentino; gracias por ser soldado; gracias por ser como soy.
Hasta el reencuentro, si Dios lo permite. Un fuerte abrazo, Roberto"
Las últimas palabras que el teniente Roberto Estévez dedicó a su padre hicieron estremecer al lector Roberto Romagnoli Muedra que, respondiendo a la convocatoria que lanzó nuestro diario para homenajear a los caídos en la guerra de Malvinas, envío una copia de esa carta.
Como él, una treintena de personas quisieron manifestar su opinión acerca del conflicto. ¿Se imagina como habrá galopado el corazón del padre del teniente Estévez al leer esas líneas? Liliana Yuse experimentó esas sensaciones. Hija de un ex combatiente, recuerda claramente el día en que su padre partió hacia aquellas tierras tan distantes, mientras su familia trataba de conciliar el temor de no volver a verlo con el orgullo por su heroica actitud.
"Para mí es un honor ser hija de un hombre que arriesgó su vida por su patria. Me acuerdo de la multitud que salió a las calles enarbolando banderas y que, con gritos y bocinas, festejaban la decisión de recuperar ese pedacito de nuestro continente", rememora.
En su carta, Yuse repudia a quienes "vestidos de argentinos en los primeros días del conflicto, hoy llenan sus bocas de palabras ofensivas y expresiones que descalifican a aquella guerra en la que esos patriotas, convencidos de su deber, arriesgaron su vida por el país".
Por eso, ella invita a aprender de los errores cometidos en vez de cuestionarlos y, con la frente muy en alto, recordar a "los hombres que partieron hacia esas tierras lejanas pero nuestras, arriesgando sus vidas algunos, y dejándola allí otros...".
Sobreviviente del crucero Belgrano
José Rodolfo Buadas, uno de esos hombres que Liliana menciona, también quiso contar su versión. Y, como ella, volcó en una carta los sentimientos que lo invadieron el día en que pisó las islas.
"Como ex combatiente de Malvinas, viví momentos de gran angustia. Con 19 años, me encontré embarcado en el Crucero General Belgrano, cuyo destino ya se conoce", cuenta.
Buadas opina que el conflicto fue manejado con mucha liviandad por las autoridades, que faltó planeamiento, que se subestimó la reacción británica y que el pueblo no estuvo bien concientizado acerca de lo que una guerra implicaba.
"Cuando volví no podía creer lo que veía: la gente continuaba viviendo como si nada y encima suponían que íbamos ganado la guerra. Yo, por ejemplo, había visto morir a 323 compañeros en el naufragio del buque", lamenta.
Será tal vez por todo eso que, cuando alguien le preguntó si regresaría a combatir en las islas, la respuesta de José fue tan tajante: "En esas condiciones, no".
Pese a eso, cree que nunca se debería renunciar al reclamo de Malvinas. "Aunque debemos ser consciente de cómo y dónde hacerlo. Mucho más, si de involucrar vidas se trata", remata Buadas. LA GACETA (C)
Varios aviones argentinos lograron hundir la fragata Antelope
Espeluznantes imágenes de destrucción aérea y naval
"Recuerdos de Malvinas", un revelador documental realizado por "The History Channel"
La Fuerza Aérea Argentina, en imágenes
Una caricia al olvido. Exactamente a las 12, el sosiego del cementerio de Darwin se mimetizó con el mutismo del conscripto, que entregó un minuto de silencio. "Un rezo y una flor, al pie de la tumba, les ofrecimos mi amigo Ramón y yo a nuestros queridos 649 compañeros de trinchera, únicos héroes emblemáticos que derramaron su sangre", dice Vélez.
"Cantamos allí nuestro sagrado himno nacional", relató el otrora militar, en una carta enviada a LA GACETA On Line.
Los hijos de la guerra recuerdan aquellos días
"Querido papá: cuando recibas esta carta, yo ya estaré rindiendo cuentas de mis acciones a Dios. El, que sabe lo que hace, así lo ha dispuesto: que muera en cumplimiento de mi misión.
¿Te acordás cuando, de chico, diseñaba vehículos y armas destinados a recuperar a las islas Malvinas y a restaurar así nuestra soberanía? Dios ha querido que viva esta experiencia única y deje mi vida en ofrenda a nuestra patria.
Lo único que quiero pedirles es que restauren una sincera unidad en la familia, que me recuerden con alegría y que recen por mí.
Papá: hay cosas que, en un día cualquiera, no se dicen entre hombres, pero hoy debo decírtelas. Gracias por tenerte como modelo de bien nacido; gracias por creer en el honor; gracias por tener tu apellido; gracias por ser católico y argentino; gracias por ser soldado; gracias por ser como soy.
Hasta el reencuentro, si Dios lo permite. Un fuerte abrazo, Roberto"
Las últimas palabras que el teniente Roberto Estévez dedicó a su padre hicieron estremecer al lector Roberto Romagnoli Muedra que, respondiendo a la convocatoria que lanzó nuestro diario para homenajear a los caídos en la guerra de Malvinas, envío una copia de esa carta.
Como él, una treintena de personas quisieron manifestar su opinión acerca del conflicto. ¿Se imagina como habrá galopado el corazón del padre del teniente Estévez al leer esas líneas? Liliana Yuse experimentó esas sensaciones. Hija de un ex combatiente, recuerda claramente el día en que su padre partió hacia aquellas tierras tan distantes, mientras su familia trataba de conciliar el temor de no volver a verlo con el orgullo por su heroica actitud.
"Para mí es un honor ser hija de un hombre que arriesgó su vida por su patria. Me acuerdo de la multitud que salió a las calles enarbolando banderas y que, con gritos y bocinas, festejaban la decisión de recuperar ese pedacito de nuestro continente", rememora.
En su carta, Yuse repudia a quienes "vestidos de argentinos en los primeros días del conflicto, hoy llenan sus bocas de palabras ofensivas y expresiones que descalifican a aquella guerra en la que esos patriotas, convencidos de su deber, arriesgaron su vida por el país".
Por eso, ella invita a aprender de los errores cometidos en vez de cuestionarlos y, con la frente muy en alto, recordar a "los hombres que partieron hacia esas tierras lejanas pero nuestras, arriesgando sus vidas algunos, y dejándola allí otros...".
Sobreviviente del crucero Belgrano
José Rodolfo Buadas, uno de esos hombres que Liliana menciona, también quiso contar su versión. Y, como ella, volcó en una carta los sentimientos que lo invadieron el día en que pisó las islas.
"Como ex combatiente de Malvinas, viví momentos de gran angustia. Con 19 años, me encontré embarcado en el Crucero General Belgrano, cuyo destino ya se conoce", cuenta.
Buadas opina que el conflicto fue manejado con mucha liviandad por las autoridades, que faltó planeamiento, que se subestimó la reacción británica y que el pueblo no estuvo bien concientizado acerca de lo que una guerra implicaba.
"Cuando volví no podía creer lo que veía: la gente continuaba viviendo como si nada y encima suponían que íbamos ganado la guerra. Yo, por ejemplo, había visto morir a 323 compañeros en el naufragio del buque", lamenta.
Será tal vez por todo eso que, cuando alguien le preguntó si regresaría a combatir en las islas, la respuesta de José fue tan tajante: "En esas condiciones, no".
Pese a eso, cree que nunca se debería renunciar al reclamo de Malvinas. "Aunque debemos ser consciente de cómo y dónde hacerlo. Mucho más, si de involucrar vidas se trata", remata Buadas. LA GACETA (C)
LA GACETA On Line recopiló una serie de videos realizados en 1982, que muestran la crudeza de la guerra:
Varios aviones argentinos lograron hundir la fragata Antelope
Espeluznantes imágenes de destrucción aérea y naval
"Recuerdos de Malvinas", un revelador documental realizado por "The History Channel"
La Fuerza Aérea Argentina, en imágenes
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