01 Abril 2007
Dos empresarios vitivinícolas de Cafayate, que producen vinos de alta gama, coincidieron en que es viable la producción de vinos de calidad en los valles de Tucumán, aunque aclararon que los proyectos deben encararse con seriedad y profesionalismo.
“Para el cultivo de la vid, en primer lugar se debe considerar el clima, más precisamente que las lluvias no afecten la calidad de la uva, pudriéndola en la época de su madurez, y este no es el caso de la zona de Amaicha. En segundo lugar, debe haber buena presencia de sol y sabemos de las virtudes al respecto de este lugar, También hay que considerar que las heladas tardías o tempranas no afecten a los viñedos y la zona ecológicamente es similar a Cafayate y esto no sucede”, considera el enólogo José Luis Mounier, propietario de “Finca Las Nubes”.
Mounier, consultado por LA GACETA, destacó que otro factor fundamental es buscar el asesoramiento correcto. “En general, por conocer la zona (los valles tucumanos) desde hace casi 25 años, pienso que es apta para los viñedos, con la recomendación de encarar los proyectos de manera súper profesional, con expertos en la materia diseñando junto con al propietario y en función de su expectativa del proyecto. Es una actividad muy complicada y apasionante a la vez. Pero reitero: no hay que dejar nada librado al azar o tomar decisiones empíricas o por impulsos. En caso de fracasar, el gasto es enorme. “Para ser concreto, en Tucumán, con las condiciones mencionadas, se adaptaría muy bien el cepaje blanco típico de la región, el torrontés, el Malbec (siempre injertado), cabernet sauvignon, tannat y syrah”, agregó.
Otro empresario de Cafayate, Arnaldo Etchart -uno de los pioneros en la zona y propietario de la bodega San Pedro de Yacochuya- explicó que no todo el Valle Calchaquí es apto para hacer viñedos. “El terroir, como dicen los franceses, es fundamental para hacer vinos de calidad. El terroir es calidad de tierra y la convergencia de otros varios factores”, sostuvo Etchart. También advirtió que hay que analizar muy bien la tierra y el agua para no fracasar en la producción de vinos. “Las condiciones en Tucumán se pueden dar. Pero hay que buscarlas. En Cafayate, en los últimos 20 años, el mercado argentino de vinos sufrió un cambio de gran magnitud: se hacía cantidad y no calidad. Antes, los vinos dejaban mucho que desear. Ahora se busca calidad y a eso hay que apuntar”, concluyó Etchart.
“Para el cultivo de la vid, en primer lugar se debe considerar el clima, más precisamente que las lluvias no afecten la calidad de la uva, pudriéndola en la época de su madurez, y este no es el caso de la zona de Amaicha. En segundo lugar, debe haber buena presencia de sol y sabemos de las virtudes al respecto de este lugar, También hay que considerar que las heladas tardías o tempranas no afecten a los viñedos y la zona ecológicamente es similar a Cafayate y esto no sucede”, considera el enólogo José Luis Mounier, propietario de “Finca Las Nubes”.
Mounier, consultado por LA GACETA, destacó que otro factor fundamental es buscar el asesoramiento correcto. “En general, por conocer la zona (los valles tucumanos) desde hace casi 25 años, pienso que es apta para los viñedos, con la recomendación de encarar los proyectos de manera súper profesional, con expertos en la materia diseñando junto con al propietario y en función de su expectativa del proyecto. Es una actividad muy complicada y apasionante a la vez. Pero reitero: no hay que dejar nada librado al azar o tomar decisiones empíricas o por impulsos. En caso de fracasar, el gasto es enorme. “Para ser concreto, en Tucumán, con las condiciones mencionadas, se adaptaría muy bien el cepaje blanco típico de la región, el torrontés, el Malbec (siempre injertado), cabernet sauvignon, tannat y syrah”, agregó.
Otro empresario de Cafayate, Arnaldo Etchart -uno de los pioneros en la zona y propietario de la bodega San Pedro de Yacochuya- explicó que no todo el Valle Calchaquí es apto para hacer viñedos. “El terroir, como dicen los franceses, es fundamental para hacer vinos de calidad. El terroir es calidad de tierra y la convergencia de otros varios factores”, sostuvo Etchart. También advirtió que hay que analizar muy bien la tierra y el agua para no fracasar en la producción de vinos. “Las condiciones en Tucumán se pueden dar. Pero hay que buscarlas. En Cafayate, en los últimos 20 años, el mercado argentino de vinos sufrió un cambio de gran magnitud: se hacía cantidad y no calidad. Antes, los vinos dejaban mucho que desear. Ahora se busca calidad y a eso hay que apuntar”, concluyó Etchart.
Lo más popular