18 Diciembre 2006
Experimento sobre experimentos. Esa fue la consigna de "Shine. El arte de Pink Floyd", el espectáculo que se presentó el viernes, en dos funciones, en el Virla.Bajo la coordinación de Nicolás Aiziczon (voz y teclados), músicos provenientes de distintos estilos subieron al escenario para reinterpretar temas de la banda británica, acompañados por las imágenes que el proyector disparaba sobre la pantalla, como en los shows de Pink Floyd.El recorrido propuesto no apuntó a los hits, sino que mostró parte de la faceta más experimental de la banda, con temas como "Astronomy domine", "Breathe" o "In the flesh". Por supuesto que también hubo algo para satisfacer a los menos eruditos en la materia, como versiones impecables de "Another Brick in the Wall (2 y 3)".Pero, en el plano de la búsqueda y del paseo por diferente, fue la versión de "Set the Controls for the Heart of the Sun" (un tema tan largo como su nombre) el que marcó el ritmo del recital. Los golpes del corazón del que habla la canción, con las imágenes que acompañaban en una sincronía milimétricamente calculada que ayudaba a generar lo que Pink Floyd quería: mucho más que música, más que sonidos; sensaciones para todo el cuerpo y el alma.
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