03 Agosto 2006
A mediados de la década del 60 hubo una crisis por superproducción de azúcar, que significó un desplome en los precios. En ese contexto, los ingenios del norte (Jujuy y Salta) impugnaron ante la Justicia el Fondo Regulador Azucarero, que les sacaban producción a los que tenían mayor eficiencia para darles a los de menor productividad. El norte aprovechó la superproducción en ese momento para pedir medidas de emergencia que solucionen la crisis, como la exportación o la inmovilización de 300.000 toneladas de azúcar..
En 1964, la caña molida en todo el país fue de 11,1 millones de toneladas, y en 1965, de 13,1 millones de toneladas; ese año fue el de la superproducción. En 1966 se molieron 10 millones de toneladas de caña; en 1967 cayó a 8 millones por efecto de los cierres, y en 1968 siguió en 8 millones de toneladas de caña. Pero lo importante es que donde disminuyó la molienda fue en Tucumán, porque de 8,7 millones de toneladas de caña molidas en el 65 pasó a 6,1 millones en el 66, y a 4,7 millones en el 67. O sea que de 8,7 millones pasó a 4,7 en dos años.
El efecto del ajuste azucarero cayó directamente sobre Tucumán. El norte pasó de 3,5 millones de toneladas de caña molida en 1964 a 3,7 millones en el 65. Cayó a 3,5 millones en el 66 y en el 67 tuvo una reducción temporaria a 2,9 millones,. Pero en 1968 volvió a 3,1 millones. Había una solución ya planeada para Tucumán desde el gobierno de Illia; tanto es así, que se dice que Onganía y Salimei lo que hicieron fue aplicar esas medidas. Pero no sé si los anteriores proponían que todo eso se aplicara gradualmente.
En ese entonces, el que estaba cerrando era Ranchillos. Los afectados por la medida gubernamental fueron los ingenios Esperanza, Lastenia, Bella Vista (reabrió luego), Los Ralos (los dueños decidieron cerrar), Marapa (volvió a abrir, a través de los cañeros) Mercedes, Nueva Baviera, San José, y Santa Ana. San Ramón había cerrado antes por quiebra. Por lo tanto, había 27 ingenios en Tucumán, y cerraron 10; quedaron 17, y después fueron desactivados Santa Lucía -por voluntad propia-, y más tarde San Pablo.
En 1966, se sancionó la ley 17.163, que era muy parecida a la ley 19.597, de entrados los 70, que establece la regulación a través de cupos, que se anuló en 1991 con la llamada desregulación. Pero los cupos de producción y de entregas al mercado, y la exportación obligatoria, ya existían en la ley de 1966, y se afianzó luego. El Gobierno respondió al planteo del norte para la liquidación del fondo regulador azucarero; creó cupos, y le mantuvo la producción promedio a esos ingenios, y se los expropió a Tucumán. Esto se hizo a través de la compra de estas cuotas: al cañero que quería dejar el azúcar le pagaban la indemnización. Les quitaron el cupo a todos proporcionalmente en Tucumán. Entre los que vendieron y los que compraron, se redujo el cupo de Tucumán.
El cierre de los ingenios representó un golpe para la provincia. Es por eso que inmediatamente el Gobierno lanzó el Operativo Tucumán, que incluyó indemnizaciones a obreros que habían quedado despedidos, y créditos, fomentos y subsidios para establecer nuevas industrias. Creo que era necesario un reajuste en el sector, porque había ingenios que producían 7.000 toneladas de azúcar. Desde la Caja Popular, a mí me tocó liquidar algunos ingenios, en cumplimiento de la medida. Pero el problema es que ese ajuste se hizo militarmente.
En 1964, la caña molida en todo el país fue de 11,1 millones de toneladas, y en 1965, de 13,1 millones de toneladas; ese año fue el de la superproducción. En 1966 se molieron 10 millones de toneladas de caña; en 1967 cayó a 8 millones por efecto de los cierres, y en 1968 siguió en 8 millones de toneladas de caña. Pero lo importante es que donde disminuyó la molienda fue en Tucumán, porque de 8,7 millones de toneladas de caña molidas en el 65 pasó a 6,1 millones en el 66, y a 4,7 millones en el 67. O sea que de 8,7 millones pasó a 4,7 en dos años.
El efecto del ajuste azucarero cayó directamente sobre Tucumán. El norte pasó de 3,5 millones de toneladas de caña molida en 1964 a 3,7 millones en el 65. Cayó a 3,5 millones en el 66 y en el 67 tuvo una reducción temporaria a 2,9 millones,. Pero en 1968 volvió a 3,1 millones. Había una solución ya planeada para Tucumán desde el gobierno de Illia; tanto es así, que se dice que Onganía y Salimei lo que hicieron fue aplicar esas medidas. Pero no sé si los anteriores proponían que todo eso se aplicara gradualmente.
En ese entonces, el que estaba cerrando era Ranchillos. Los afectados por la medida gubernamental fueron los ingenios Esperanza, Lastenia, Bella Vista (reabrió luego), Los Ralos (los dueños decidieron cerrar), Marapa (volvió a abrir, a través de los cañeros) Mercedes, Nueva Baviera, San José, y Santa Ana. San Ramón había cerrado antes por quiebra. Por lo tanto, había 27 ingenios en Tucumán, y cerraron 10; quedaron 17, y después fueron desactivados Santa Lucía -por voluntad propia-, y más tarde San Pablo.
En 1966, se sancionó la ley 17.163, que era muy parecida a la ley 19.597, de entrados los 70, que establece la regulación a través de cupos, que se anuló en 1991 con la llamada desregulación. Pero los cupos de producción y de entregas al mercado, y la exportación obligatoria, ya existían en la ley de 1966, y se afianzó luego. El Gobierno respondió al planteo del norte para la liquidación del fondo regulador azucarero; creó cupos, y le mantuvo la producción promedio a esos ingenios, y se los expropió a Tucumán. Esto se hizo a través de la compra de estas cuotas: al cañero que quería dejar el azúcar le pagaban la indemnización. Les quitaron el cupo a todos proporcionalmente en Tucumán. Entre los que vendieron y los que compraron, se redujo el cupo de Tucumán.
El cierre de los ingenios representó un golpe para la provincia. Es por eso que inmediatamente el Gobierno lanzó el Operativo Tucumán, que incluyó indemnizaciones a obreros que habían quedado despedidos, y créditos, fomentos y subsidios para establecer nuevas industrias. Creo que era necesario un reajuste en el sector, porque había ingenios que producían 7.000 toneladas de azúcar. Desde la Caja Popular, a mí me tocó liquidar algunos ingenios, en cumplimiento de la medida. Pero el problema es que ese ajuste se hizo militarmente.