16 Julio 2006
EL PLANETA EN VILO. El escenario se asemeja al de la Guerra Fría.
Nada parece remoto hoy en día. Especialmente, en cuanto a conflictos bélicos y a ataques terroristas se refiere. No tanto por la impronta informativa que genera el vínculo con los medios de comunicación, sino porque, ciertamente, el mundo está cada vez más en peligro. Dan cuenta de ello no sólo las amenazas nucleares, la carrera armamentística y las tensiones entre potencias militares -situación a la que muchos analistas definen como la segunda Guerra Fría-, sino porque, en efecto, todos los días mueren decenas de personas a causa de conflictos de distinta índole (política, racial, ideológica...).
En los últimos días se recrudeció el conflicto palestino-israelí, a partir la ofensiva militar del gobierno de Ehud Olmert, luego del secuestro de un soldado israelí por parte del Movimiento Islámico Hamas, que gobierna a los palestinos.
Asimismo, desde el miércoles, Israel también inició una ofensiva con bombas contra el territorio del Líbano, en represalia por las acciones de la milicia chiíta del Hezbollah, que secuestró a dos soldados israelíes. Y el Hezbollah declaró la "guerra abierta" contra Israel, que, a su vez, se niega a liberar presos palestinos y libaneses, y exige el desarme de Hezbollah.
Esta nueva escalada de violencia ya causó la muerte de más de cien civiles -en su mayoría libaneses- y amenaza con extenderse a Siria y al resto del Medio Oriente. Y no hay visos de solución si una de las partes no cede terreno, lo que hoy parece improbable, según sostienen los expertos.
Mientras la Unión Europea (UE) y Rusia criticaron la operación israelí, y Estados Unidos la justificó, el programa de enriquecimiento nuclear de Irán parece haber quedado en un segundo plano, pero no por ello deja de desarrollarse. Lo ha reiterado el presidente de ese país, Mahmoud Ahmadinejad. Lo mismo ocurre con Corea del Norte, que hace 10 días hizo ensayos militares, mediante el lanzamiento de siete misiles, que puso al mundo con los pelos de punta.
Ayer, el Consejo de Seguridad de la ONU votó por unanimidad imponer sanciones al régimen de Kim Jong-il por esas pruebas. Una Corea del Norte gobernada por un régimen totalitario en las antípodas ideológicas de Corea del Sur, en la que rige la democracia.
El mundo se militariza. Volvieron las carreras armamentísticas -o salieron a la superficie después de haber estado lejos de los primeros planos. En América Latina, Venezuela refleja esta coyuntura, sostiene el politólogo Sergio Berenztein. "Con gobernantes que invierten en armas, como en el caso de Hugo Chávez -que está entregándole armas a la gente-, hay riesgos de que estos hechos, eventualmente, también impacten en América del Sur", afirma Berenztein.
El terrorismo, inasible y ubicuo
Venezuela mantiene una alianza estratégica comercial con Irán -ambos, grandes productores de petróleo- y ambos regímenes son deplorados de Estados Unidos. Sumado a las carreras armamentísticas, aparece también el terrorismo. Inasible y ubicuo, como lo define la docente de la UNT, Judith Babot, que ha logrado su éxito más rotundo: instalar el temor, la inseguridad y la impotencia.
Si los sociólogos Paul Lazarsfeld y Robert Merton vivieran, estarían celebrando que en la era de las comunicaciones parece cumplirse a la perfección uno de los axiomas que desarrollaron en su obra "Comunicación de masas, gusto popular y acción organizada social": el de la "disfunción narcotizante". Este concepto sugiere que ante la proliferación y la democratización de formas de comunicación (cualquier persona hoy puede subir a la red un blog con información, de manera gratuita); la diversificación del público; y, en consecuencia, el ensanchamiento del espectro de temas, los medios, en vez de informar, desinforman, o bien, les dan un tratamiento superficial a los problemas, lo cual, según sus autores, conduce a una "apatía masiva".
A propósito de esto, es válido resaltar que día tras día, el mundo se vuelve más inseguro, pero la movilidad social frente a esas amenazas -viejas y nuevas, como lo define Berenztein- es prácticamente nula; o bien, de indiferencia.
¿Qué resultados obtendríamos de realizar un sondeo entre los tucumanos sobre su opinión acerca de los ataques de Israel al Líbano? ¿O sobre el lanzamiento de misiles de Corea del Norte, que pueden llegar hasta Alaska? Por otra parte, ¿los tucumanos deberían priorizar los conflictos internacionales entre sus temas de interés? Cada nación tiene sus problemas en directo. La Argentina los tiene -corrupción, pobreza, desocupación, crisis institucionales-, pero a su vez está inserta en un mundo cada vez más violento, acaso impredecible.
Berenztein enfatiza que los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA (1992 y 1994, respectivamente) inauguraron los ataques terroristas de "nueva generación" en América Latina. Los estudiosos de la realidad internacional advierten que la Argentina debería medir sus políticas y prepararse para hacer frente a nuevos avatares, no sólo bélicos, sino también económicos. De momento, el impresionante aumento del precio del crudo (cerró el viernes a un récord de U$S 77,03 el barril en Nueva York) y la inestabilidad bursátil agregan un panorama de mayor incertidumbre y crisis.
Definitivamente, estamos en un período en el que se está potenciando una cantidad de conflictos, tanto en Medio Oriente como en el este de Asia. Y hay otros focos de crisis importantes en Africa y algunos pendientes en América Latina. Se genera una combinación muy explosiva, donde nuevos y viejos elementos ponen de manifiesto que el mundo sigue siendo un lugar muy inseguro.
A estos conflictos hay que entenderlos, en primer lugar, en el corto plazo, como consecuencia de la erosión del liderazgo, del predominio y de la hegemonía norteamericana. EEUU está sufriendo un problema -tanto externo como interno- importantísimo, como conse- cuencia del desgaste causado por la guerra en Irak, y por la lucha contra el terrorismo. Esta es difícil, cara y sumamente incierta, porque hay que enfrentar un enemigo que no está presente; que aparece y desaparece en múltiples frentes. Y es muy difícil convencer a la opinión pública de que se están logrando éxitos contundentes.
En particular, en Irak, donde la permanente situación de violencia, de guerra de guerrillas, deja la sensación de que el que más sufre es EEUU, y ello erosiona su legitimidad.
En este contexto, reaparecen conflictos y amenazas del viejo orden, remanentes de la Guerra Fría, como el de Corea del Norte y del Medio Oriente y, en algunos casos, del nuevo orden, vinculados a los desafíos de seguridad, como el que ocurrió en estos días en la India.
El hilo general es que este es un mundo cada vez más inseguro, más incierto; tanto como consecuencia de viejas amenazas de inseguridad como de nuevos problemas; este es el caso del terrorismo.
Corea del Norte mantuvo su dictadura, cerrada e ideologizada, típica de la Guerra Fría. Los países más grandes no lograron subsistir con dictaduras. Los países más pequeños, como Cuba o Corea del Norte, sí lo hicieron con esquemas de esa época. La manera más directa de entenderlo es la siguiente: esos países no eran suficientemente importantes, y por ello, tras la caída del Muro de Berlín, lograron subsistir a las presiones internacionales y a la resistencia interna.
El tema más interesante de la península coreana es que está en una zona del mundo que crece a pasos agigantados, un área económica y política de gran dinamismo. Pero Corea del Norte está gobernada por un régimen dictatorial que mantiene a la población en la extrema pobreza; que siempre se caracterizó por un altísimo gasto militar y por avances en el uso de tecnología misilística y que tiene pretensiones nucleares. Y amenaza a Japón, a Corea del Sur, e, indirectamente, a China.
Desde ese punto de vista, es una amenaza militar que genera riesgo para EEUU, porque sus misiles pueden llegar a la zona de Alaska.
Una zona conflictiva
En cuanto al conflicto de Medio Oriente, hay que decir que se potencia después de la Segunda Guerra Mundial como resultado de la creación del Estado de Israel. Aunque siempre ha sido una zona conflictiva, a partir de la Constitución del Estado de Israel y de un conjunto de estados árabes, el escenario adquirió otras características.
En los últimos años se había avanzado mucho en un proceso de paz, sobre todo en la relación entre Israel y Palestina. Desde el comienzo de los 90, ni bien se solucionó la Guerra Fría, EEUU apareció con posibilidades de liderazgo como para presionar una salida pacífica.
Así, se firmó el tratado de Oslo, a partir del cual se dieron pasos impresionantes, como la constitución del Estado Palestino. Incluso, las elecciones en Palestina fueron exitosas en su primer turno, y se avanzó bastante, pese a las dificultades y a las diferencias internas. Pero luego ganó el grupo Hamas, que aprovechó todas las dificultades que tiene el proceso de construcción de la nueva nación para llegar al poder. Se trata de un proceso muy complejo. Los costos necesarios para administrar una zona tan difícil, con déficits en infraestructura, mucha pobreza, violencia, razones idiosincráticas y la presencia de grupos fundamentalistas como Hamas o Hezbollah, que incluso hasta compiten con Al Qaeda, son enormes.
Nuestros propios problemas
En América latina estamos un poco mejor porque aparecemos lejos de los principales focos de conflicto, pero tenemos los propios. De hecho, en América latina se perpetraron los primeros atentados terroristas de la nueva generación, más precisamente, en la Argentina: los ataques a la Embajada de Israel y a la AMIA, en 1992 y en 1994. Ocurrieron nueve y siete años, respectivamente, antes del atentado a las Torres Gemelas.
Los argentinos y los latinoamericano no somos ajenos a estas amenazas a la seguridad. Además, tenemos las propias, como la guerrilla más vieja de América Latina (las FARC) en la Colombia, ahora cooperando con el narcotráfico. Y hay que tener en cuenta el proceso armamentista de países que gastan en esto una enorme cantidad de dinero, como Venezuela.
De modo que, en la medida en que persisten estos y aquellos conflictos, y con gobernantes que invierten en armas, como en el caso de Hugo Chávez -que está entregándoselas a la gente-, hay riesgos de que estos hechos, eventualmente, también impacten en América del Sur. Hay analistas que temen que en Cuba surjan problemas: Fidel Castro está por cumplir 80 años, y no está claro cómo se manejará su sucesión.
Y no olvidemos la Triple Frontera, donde siempre hubo actividades terroristas, lavado de dinero, lavado de identidades. Es decir que tenemos razones para estar preocupados. Básicamente, cuando el Estado es débil o cuando este está ausente hay posibilidades de que grupos terroristas, mafiosos o contrasistémicos desarrollen su actividad.
Y es también un mundo con contradicciones. La economía sigue progresando, en general, con lo que en ese sentido hay motivos para estar y para ser optimistas.
Pero las amenazas de seguridad y los conflictos vinculados a los nuevos y a los viejos dilemas ponen indudablemente nubarrones en el futuro. No sólo en los términos de mercado, con el precio del petróleo, por ejemplo, sino mostrando que en muchos países los escenarios son bien complicados.
En los últimos días se recrudeció el conflicto palestino-israelí, a partir la ofensiva militar del gobierno de Ehud Olmert, luego del secuestro de un soldado israelí por parte del Movimiento Islámico Hamas, que gobierna a los palestinos.
Asimismo, desde el miércoles, Israel también inició una ofensiva con bombas contra el territorio del Líbano, en represalia por las acciones de la milicia chiíta del Hezbollah, que secuestró a dos soldados israelíes. Y el Hezbollah declaró la "guerra abierta" contra Israel, que, a su vez, se niega a liberar presos palestinos y libaneses, y exige el desarme de Hezbollah.
Esta nueva escalada de violencia ya causó la muerte de más de cien civiles -en su mayoría libaneses- y amenaza con extenderse a Siria y al resto del Medio Oriente. Y no hay visos de solución si una de las partes no cede terreno, lo que hoy parece improbable, según sostienen los expertos.
Mientras la Unión Europea (UE) y Rusia criticaron la operación israelí, y Estados Unidos la justificó, el programa de enriquecimiento nuclear de Irán parece haber quedado en un segundo plano, pero no por ello deja de desarrollarse. Lo ha reiterado el presidente de ese país, Mahmoud Ahmadinejad. Lo mismo ocurre con Corea del Norte, que hace 10 días hizo ensayos militares, mediante el lanzamiento de siete misiles, que puso al mundo con los pelos de punta.
Ayer, el Consejo de Seguridad de la ONU votó por unanimidad imponer sanciones al régimen de Kim Jong-il por esas pruebas. Una Corea del Norte gobernada por un régimen totalitario en las antípodas ideológicas de Corea del Sur, en la que rige la democracia.
El mundo se militariza. Volvieron las carreras armamentísticas -o salieron a la superficie después de haber estado lejos de los primeros planos. En América Latina, Venezuela refleja esta coyuntura, sostiene el politólogo Sergio Berenztein. "Con gobernantes que invierten en armas, como en el caso de Hugo Chávez -que está entregándole armas a la gente-, hay riesgos de que estos hechos, eventualmente, también impacten en América del Sur", afirma Berenztein.
El terrorismo, inasible y ubicuo
Venezuela mantiene una alianza estratégica comercial con Irán -ambos, grandes productores de petróleo- y ambos regímenes son deplorados de Estados Unidos. Sumado a las carreras armamentísticas, aparece también el terrorismo. Inasible y ubicuo, como lo define la docente de la UNT, Judith Babot, que ha logrado su éxito más rotundo: instalar el temor, la inseguridad y la impotencia.
Si los sociólogos Paul Lazarsfeld y Robert Merton vivieran, estarían celebrando que en la era de las comunicaciones parece cumplirse a la perfección uno de los axiomas que desarrollaron en su obra "Comunicación de masas, gusto popular y acción organizada social": el de la "disfunción narcotizante". Este concepto sugiere que ante la proliferación y la democratización de formas de comunicación (cualquier persona hoy puede subir a la red un blog con información, de manera gratuita); la diversificación del público; y, en consecuencia, el ensanchamiento del espectro de temas, los medios, en vez de informar, desinforman, o bien, les dan un tratamiento superficial a los problemas, lo cual, según sus autores, conduce a una "apatía masiva".
A propósito de esto, es válido resaltar que día tras día, el mundo se vuelve más inseguro, pero la movilidad social frente a esas amenazas -viejas y nuevas, como lo define Berenztein- es prácticamente nula; o bien, de indiferencia.
¿Qué resultados obtendríamos de realizar un sondeo entre los tucumanos sobre su opinión acerca de los ataques de Israel al Líbano? ¿O sobre el lanzamiento de misiles de Corea del Norte, que pueden llegar hasta Alaska? Por otra parte, ¿los tucumanos deberían priorizar los conflictos internacionales entre sus temas de interés? Cada nación tiene sus problemas en directo. La Argentina los tiene -corrupción, pobreza, desocupación, crisis institucionales-, pero a su vez está inserta en un mundo cada vez más violento, acaso impredecible.
Berenztein enfatiza que los atentados a la Embajada de Israel y a la AMIA (1992 y 1994, respectivamente) inauguraron los ataques terroristas de "nueva generación" en América Latina. Los estudiosos de la realidad internacional advierten que la Argentina debería medir sus políticas y prepararse para hacer frente a nuevos avatares, no sólo bélicos, sino también económicos. De momento, el impresionante aumento del precio del crudo (cerró el viernes a un récord de U$S 77,03 el barril en Nueva York) y la inestabilidad bursátil agregan un panorama de mayor incertidumbre y crisis.
PUNTOS DE VISTA
Los argentinos y los latinoamericanos no son ajenos a las amenazas a la seguridad
Por Sergio Berensztein, director de poliarquia, consultores profesor de la utdtLos argentinos y los latinoamericanos no son ajenos a las amenazas a la seguridad
Definitivamente, estamos en un período en el que se está potenciando una cantidad de conflictos, tanto en Medio Oriente como en el este de Asia. Y hay otros focos de crisis importantes en Africa y algunos pendientes en América Latina. Se genera una combinación muy explosiva, donde nuevos y viejos elementos ponen de manifiesto que el mundo sigue siendo un lugar muy inseguro.
A estos conflictos hay que entenderlos, en primer lugar, en el corto plazo, como consecuencia de la erosión del liderazgo, del predominio y de la hegemonía norteamericana. EEUU está sufriendo un problema -tanto externo como interno- importantísimo, como conse- cuencia del desgaste causado por la guerra en Irak, y por la lucha contra el terrorismo. Esta es difícil, cara y sumamente incierta, porque hay que enfrentar un enemigo que no está presente; que aparece y desaparece en múltiples frentes. Y es muy difícil convencer a la opinión pública de que se están logrando éxitos contundentes.
En particular, en Irak, donde la permanente situación de violencia, de guerra de guerrillas, deja la sensación de que el que más sufre es EEUU, y ello erosiona su legitimidad.
En este contexto, reaparecen conflictos y amenazas del viejo orden, remanentes de la Guerra Fría, como el de Corea del Norte y del Medio Oriente y, en algunos casos, del nuevo orden, vinculados a los desafíos de seguridad, como el que ocurrió en estos días en la India.
El hilo general es que este es un mundo cada vez más inseguro, más incierto; tanto como consecuencia de viejas amenazas de inseguridad como de nuevos problemas; este es el caso del terrorismo.
Corea del Norte mantuvo su dictadura, cerrada e ideologizada, típica de la Guerra Fría. Los países más grandes no lograron subsistir con dictaduras. Los países más pequeños, como Cuba o Corea del Norte, sí lo hicieron con esquemas de esa época. La manera más directa de entenderlo es la siguiente: esos países no eran suficientemente importantes, y por ello, tras la caída del Muro de Berlín, lograron subsistir a las presiones internacionales y a la resistencia interna.
El tema más interesante de la península coreana es que está en una zona del mundo que crece a pasos agigantados, un área económica y política de gran dinamismo. Pero Corea del Norte está gobernada por un régimen dictatorial que mantiene a la población en la extrema pobreza; que siempre se caracterizó por un altísimo gasto militar y por avances en el uso de tecnología misilística y que tiene pretensiones nucleares. Y amenaza a Japón, a Corea del Sur, e, indirectamente, a China.
Desde ese punto de vista, es una amenaza militar que genera riesgo para EEUU, porque sus misiles pueden llegar a la zona de Alaska.
Una zona conflictiva
En cuanto al conflicto de Medio Oriente, hay que decir que se potencia después de la Segunda Guerra Mundial como resultado de la creación del Estado de Israel. Aunque siempre ha sido una zona conflictiva, a partir de la Constitución del Estado de Israel y de un conjunto de estados árabes, el escenario adquirió otras características.
En los últimos años se había avanzado mucho en un proceso de paz, sobre todo en la relación entre Israel y Palestina. Desde el comienzo de los 90, ni bien se solucionó la Guerra Fría, EEUU apareció con posibilidades de liderazgo como para presionar una salida pacífica.
Así, se firmó el tratado de Oslo, a partir del cual se dieron pasos impresionantes, como la constitución del Estado Palestino. Incluso, las elecciones en Palestina fueron exitosas en su primer turno, y se avanzó bastante, pese a las dificultades y a las diferencias internas. Pero luego ganó el grupo Hamas, que aprovechó todas las dificultades que tiene el proceso de construcción de la nueva nación para llegar al poder. Se trata de un proceso muy complejo. Los costos necesarios para administrar una zona tan difícil, con déficits en infraestructura, mucha pobreza, violencia, razones idiosincráticas y la presencia de grupos fundamentalistas como Hamas o Hezbollah, que incluso hasta compiten con Al Qaeda, son enormes.
Nuestros propios problemas
En América latina estamos un poco mejor porque aparecemos lejos de los principales focos de conflicto, pero tenemos los propios. De hecho, en América latina se perpetraron los primeros atentados terroristas de la nueva generación, más precisamente, en la Argentina: los ataques a la Embajada de Israel y a la AMIA, en 1992 y en 1994. Ocurrieron nueve y siete años, respectivamente, antes del atentado a las Torres Gemelas.
Los argentinos y los latinoamericano no somos ajenos a estas amenazas a la seguridad. Además, tenemos las propias, como la guerrilla más vieja de América Latina (las FARC) en la Colombia, ahora cooperando con el narcotráfico. Y hay que tener en cuenta el proceso armamentista de países que gastan en esto una enorme cantidad de dinero, como Venezuela.
De modo que, en la medida en que persisten estos y aquellos conflictos, y con gobernantes que invierten en armas, como en el caso de Hugo Chávez -que está entregándoselas a la gente-, hay riesgos de que estos hechos, eventualmente, también impacten en América del Sur. Hay analistas que temen que en Cuba surjan problemas: Fidel Castro está por cumplir 80 años, y no está claro cómo se manejará su sucesión.
Y no olvidemos la Triple Frontera, donde siempre hubo actividades terroristas, lavado de dinero, lavado de identidades. Es decir que tenemos razones para estar preocupados. Básicamente, cuando el Estado es débil o cuando este está ausente hay posibilidades de que grupos terroristas, mafiosos o contrasistémicos desarrollen su actividad.
Y es también un mundo con contradicciones. La economía sigue progresando, en general, con lo que en ese sentido hay motivos para estar y para ser optimistas.
Pero las amenazas de seguridad y los conflictos vinculados a los nuevos y a los viejos dilemas ponen indudablemente nubarrones en el futuro. No sólo en los términos de mercado, con el precio del petróleo, por ejemplo, sino mostrando que en muchos países los escenarios son bien complicados.
Lo más popular