13 Mayo 2006
BUENOS AIRES.- La rapidez con que el ministro de Planificación Federal, Julio de Vido, desmintió a la influyente agencia internacional Bloomberg para desvirtuar una versión acerca de presiones sobre Repsol YPF con el fin vender sus activos en el país, está marcando transparentemente que el Gobierno no lleva el rumbo nacionalizador que, a veces, aparenta. Horas antes, el propio Kirchner expresó su satisfacción en Viena por la forma en que esa empresa “está contribuyendo al desarrollo energético argentino”. Ambas aclaraciones ante la versión de Bloomberg trataron de corregir el error de hace una semana, cuando el Presidente y el ministro recibieron en la Casa Rosada al cineasta Fernando “Pino” Solanas para escuchar su proyecto estatizante “a la boliviana”, por recomendación de Hebe de Bonafini. El episodio es otra muestra de cuánto le cuesta al Gobierno coordinar sus políticas internas y externas con el frágil estilo que aconseja la realidad global. Sin embargo, en esta ocasión, Kirchner y su comitiva en la cumbre vienesa están manejándose dentro de carriles muy precisos para eludir las habituales tentaciones dialécticas que se producen en nuestras regiones latinoamericanas. Esto no quiere decir que el Presidente abandone su personal estilo duro de expresión, como pudo observarse en las imputaciones al mundo industrializado por la contaminación ambiental en el subdesarrollado, aunque siempre arrojando hacia fuera responsabilidades tan nativas como las del Riachuelo, que habían inquietado a Sarmiento hace más de un siglo.
Mirando a La Haya
El conflicto con Uruguay fue manejado por ello como un caso de medio ambiente, sin dejar suponer que el Gobierno nacional se opondría a papeleras que reúnan condiciones aceptables de acuerdo con un informe calificado. Por ello, no fue del agrado de Kirchner la cómica aparición de la belleza en bikini, representativa de la más dura posición. El presidente argentino ha procurado igualmente tomar distancia de los bikinis mentales expuestos por sus colegas Evo Morales y Hugo Chávez, siempre requeridos por sus políticas internas, que los siguen a ambos doquiera que van. Más aún, tanto Kirchner como De Vido se muestran ajenos a los dilemas que el presidente boliviano está planteando con el brasileño Lula Da Silva y ante la perplejidad de Chávez, calificando los desbordes de Morales de “cuestión bilateral”; una modalidad en boga para escapar del temporal cada vez que el Mercosur hace agua sobre los arrecifes regionales. Modalidad útil, por cierto y en estos momentos, cuando comenzó a correr el calendario en la Corte Internacional de La Haya para escuchar a las partes -el 15 de junio- con el fin de determinar la improbable medida cautelar de interrumpir las obras de Fray Bentos. (De nuestra Sucursal)
Mirando a La Haya
El conflicto con Uruguay fue manejado por ello como un caso de medio ambiente, sin dejar suponer que el Gobierno nacional se opondría a papeleras que reúnan condiciones aceptables de acuerdo con un informe calificado. Por ello, no fue del agrado de Kirchner la cómica aparición de la belleza en bikini, representativa de la más dura posición. El presidente argentino ha procurado igualmente tomar distancia de los bikinis mentales expuestos por sus colegas Evo Morales y Hugo Chávez, siempre requeridos por sus políticas internas, que los siguen a ambos doquiera que van. Más aún, tanto Kirchner como De Vido se muestran ajenos a los dilemas que el presidente boliviano está planteando con el brasileño Lula Da Silva y ante la perplejidad de Chávez, calificando los desbordes de Morales de “cuestión bilateral”; una modalidad en boga para escapar del temporal cada vez que el Mercosur hace agua sobre los arrecifes regionales. Modalidad útil, por cierto y en estos momentos, cuando comenzó a correr el calendario en la Corte Internacional de La Haya para escuchar a las partes -el 15 de junio- con el fin de determinar la improbable medida cautelar de interrumpir las obras de Fray Bentos. (De nuestra Sucursal)
Lo más popular