08 Mayo 2006
"Yo era sus manos. Las manos que él necesitaba. Le puse el vaso con la pajita, en el que había disuelto cianuro en agua. Sin embargo, no le dio la muerte ideal de la que él tanto habló. Fue largo y no pude soportarlo. Me fui a la habitación contigua para hablarle a través de la pared". (Ramona Maneiro, 44 años).
Ocurrió hace siete años. Un 12 de enero de 1998, Ramón Sampedro decidió tomar cianuro. Fue el primer español que pidió a los tribunales que le permitieran suicidarse. El hombre estaba paralítico.
El ruego fue rechazado. La Corte Suprema de Derechos Humanos denegó la petición del otrora marino. Sin embargo, Sampedro se mató a los 55 años después de casi tres décadas de postración. El año pasado, su amiga íntima (Ramona) confesó que ella fue quien lo ayudó a morir.
"La eutanasia activa y el suicidio asistido son una aberración. La eutanasia pasiva, en cambio, la practicamos muchos médicos. En ese caso, hacemos simplemente lo mínimo indispensable para asegurarle una muerte digna al paciente. No tiene sentido prolongar una agonía". José de la Peña es el autor de la sentencia. Es que, según este médico terapista tucumano, las enfermedades terminales o irrecuperables obligan a decidir si vale la pena o no continuar realizando esfuerzos.
El experto, miembro de la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Padilla, explica que el estado de coma es la pérdida de la conciencia. Se supone que un individuo en una situación de inconsciencia grave no puede recibir información sensitiva. La persona parece dormida.
"El coma es distinto al estado vegetativo. La mayor diferencia es que los pacientes que sufren un coma no pueden respirar por sí mismos", indica De la Peña. Sucede que quienes caen en estado vegetativo, en cambio, suelen conservar las potencias vegetativas. Esto quiere decir que el corazón y los pulmones continúan funcionando (ayudados, a veces, por aparatos externos). "Pero su estado de inconsciencia es irreversible", añade.
Más allá de las diferencias entre coma y vegetativo, el profesional está convencido de que, mientras el corazón está latiendo, su portador todavía está vivo. (Publicado por LA GACETA en marzo de 2005).
Ocurrió hace siete años. Un 12 de enero de 1998, Ramón Sampedro decidió tomar cianuro. Fue el primer español que pidió a los tribunales que le permitieran suicidarse. El hombre estaba paralítico.
El ruego fue rechazado. La Corte Suprema de Derechos Humanos denegó la petición del otrora marino. Sin embargo, Sampedro se mató a los 55 años después de casi tres décadas de postración. El año pasado, su amiga íntima (Ramona) confesó que ella fue quien lo ayudó a morir.
"La eutanasia activa y el suicidio asistido son una aberración. La eutanasia pasiva, en cambio, la practicamos muchos médicos. En ese caso, hacemos simplemente lo mínimo indispensable para asegurarle una muerte digna al paciente. No tiene sentido prolongar una agonía". José de la Peña es el autor de la sentencia. Es que, según este médico terapista tucumano, las enfermedades terminales o irrecuperables obligan a decidir si vale la pena o no continuar realizando esfuerzos.
El experto, miembro de la Unidad de Terapia Intensiva del Hospital Padilla, explica que el estado de coma es la pérdida de la conciencia. Se supone que un individuo en una situación de inconsciencia grave no puede recibir información sensitiva. La persona parece dormida.
"El coma es distinto al estado vegetativo. La mayor diferencia es que los pacientes que sufren un coma no pueden respirar por sí mismos", indica De la Peña. Sucede que quienes caen en estado vegetativo, en cambio, suelen conservar las potencias vegetativas. Esto quiere decir que el corazón y los pulmones continúan funcionando (ayudados, a veces, por aparatos externos). "Pero su estado de inconsciencia es irreversible", añade.
Más allá de las diferencias entre coma y vegetativo, el profesional está convencido de que, mientras el corazón está latiendo, su portador todavía está vivo. (Publicado por LA GACETA en marzo de 2005).
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