15 Marzo 2006
“En general, el abuso sexual es la forma más extrema de la violencia, de abuso de poder, ya que el impacto destructor que tiene sobre la víctima es masivo, y deja sus marcas en toda su subjetividad, que afectan principalmente las áreas de su identidad y de su sexualidad”, especificó la licenciada Silvina Cohen Imach.
Según detalló la psicóloga, si bien no se puede hablar de un perfil del abusador sexual, sí es posible descubrir en la práctica clínica dos posiciones subjetivas diferentes.
“Por un lado, encontramos aquel abusador que se muestra reservado, poco viril, poco expansivo, y fuera de la familia se muestra en actitud de repliegue social. Aparentemente es púdico y moralista, e incluso a veces religioso”, detalló la experta. Y prosiguió: “se trata de individuos solitarios y revelan aversión a la sexualidad adulta. Comúnmente se los denomina paidofílicos, es decir que presentan trastorno grave del comportamiento definido. Como una desviación sexual en la que la elección de objeto sexual es un niño. El niño es la fuente exclusiva de placer”, remarcó Cohen Imach.
En segundo lugar, según la experta, la otra posición de los abusadores es agresiva y violenta. “Es un sujeto que tiende a la expansión, la conquista y el desprecio por el entorno social. Muestra su voluntad de conquistar, de controlar, de someter a otros, reivindicando su arbitrariedad y su tiranía”, remarcó.
La especialista consideró que en esta posición subjetiva la violencia verbal y psicológica aparecen en forma de injuria y humillaciones contra quienes considera más débiles: las mujeres y los niños. “Se trata de una estructura psicópata con características egocéntricas, cuya búsqueda es sólo el placer individual, guiado por un afán de revancha, de afirmación dominadora y de sadismo, basado en el placer de atemorizar a otros. Su comportamiento es osado y temerario, sin escrúpulos”, caracterizó la licenciada.
Cohen Imach dijo que aunque estas características no pueden generalizarse, mayormente los abusadores que presentan una psicopatía (una perversión) han sufrido en su infancia algún abuso o algún tipo de violencia, y que no suelen tener registro de lo que significa la transgresión a las normas.
Según detalló la psicóloga, si bien no se puede hablar de un perfil del abusador sexual, sí es posible descubrir en la práctica clínica dos posiciones subjetivas diferentes.
“Por un lado, encontramos aquel abusador que se muestra reservado, poco viril, poco expansivo, y fuera de la familia se muestra en actitud de repliegue social. Aparentemente es púdico y moralista, e incluso a veces religioso”, detalló la experta. Y prosiguió: “se trata de individuos solitarios y revelan aversión a la sexualidad adulta. Comúnmente se los denomina paidofílicos, es decir que presentan trastorno grave del comportamiento definido. Como una desviación sexual en la que la elección de objeto sexual es un niño. El niño es la fuente exclusiva de placer”, remarcó Cohen Imach.
En segundo lugar, según la experta, la otra posición de los abusadores es agresiva y violenta. “Es un sujeto que tiende a la expansión, la conquista y el desprecio por el entorno social. Muestra su voluntad de conquistar, de controlar, de someter a otros, reivindicando su arbitrariedad y su tiranía”, remarcó.
La especialista consideró que en esta posición subjetiva la violencia verbal y psicológica aparecen en forma de injuria y humillaciones contra quienes considera más débiles: las mujeres y los niños. “Se trata de una estructura psicópata con características egocéntricas, cuya búsqueda es sólo el placer individual, guiado por un afán de revancha, de afirmación dominadora y de sadismo, basado en el placer de atemorizar a otros. Su comportamiento es osado y temerario, sin escrúpulos”, caracterizó la licenciada.
Cohen Imach dijo que aunque estas características no pueden generalizarse, mayormente los abusadores que presentan una psicopatía (una perversión) han sufrido en su infancia algún abuso o algún tipo de violencia, y que no suelen tener registro de lo que significa la transgresión a las normas.