23 Enero 2006
"Los viejos luchadores, los que empezaron con Martín Karadagián, eran todos estibadores del puerto; por eso eran grandotes y forzudos... Competían y eran buenos", contó el luchador tucumano Walter Haar, quien llegó a participar en algunas luchas de "Titanes en el ring" con el nombre de "Súper Pibe".
Haar, quien sigue en contacto con muchos de esos luchadores ("que ya ni se mueven porque son muy grandes", dijo), contó que la genialidad de Karadagián fue llamar a los que luchaban de manera amateur y armar todo el circo; "él hizo mucha plata con eso, viajó por todo el mundo", aseguró.
Sin embargo, Haar afirmó: "los buenos luchadores siguen la disciplina olímpica, por deporte, y no esa payasada que se hace por guita".El luchador explicó que este tipo de programas de televisión, son como obras de teatro en las que todo se ensaya -"aunque por ahí, a alguno se le va la mano y recibís un bollo, que te tenés que bancar", agrega-.
"Lo más difícil es aprender a caer, porque el ring es de tablas, no de lona... pero ni las trompadas ni nada es real, no se pegan, lo hacen para la tele", aclaró.
Estos programas de lucha generaron siempre, especialmente entre los niños, una gran admiración. Haar, quien llegó a luchar con un gorila en un circo, en Tucumán, contó que en la época dorada de "Titanes...", cuando enseñaba dibujo en escuelas públicas, dejaba que los chicos jueguen a luchar en el patio. "Los estimulaba mucho, y después hacían unos dibujos impresionantes", dijo. Al respecto, aclaró que esta disciplina tiene muchos riesgos, por lo que lo mejor es que los chicos asistan a escuelas de lucha, y que no lo hagan por su cuenta porque puede ser peligroso.
La lucha libre siguió existiendo siempre, aunque en los últimos años disminuyó el número de quienes la practican (actualmente hay escuelas en el complejo Belgrano, en Famaillá y en Acheral). No obstante, la aparición de la disciplina llamada "vale todo" le dio un nuevo impulso.
"Son como peleas callejeras con ciertas reglas, y se anotan de distintas disciplinas, como boxeo, kung fu, etcétera; pero el 80% de esa pelea es lucha libre", explicó.
Haar, quien sigue en contacto con muchos de esos luchadores ("que ya ni se mueven porque son muy grandes", dijo), contó que la genialidad de Karadagián fue llamar a los que luchaban de manera amateur y armar todo el circo; "él hizo mucha plata con eso, viajó por todo el mundo", aseguró.
Sin embargo, Haar afirmó: "los buenos luchadores siguen la disciplina olímpica, por deporte, y no esa payasada que se hace por guita".El luchador explicó que este tipo de programas de televisión, son como obras de teatro en las que todo se ensaya -"aunque por ahí, a alguno se le va la mano y recibís un bollo, que te tenés que bancar", agrega-.
"Lo más difícil es aprender a caer, porque el ring es de tablas, no de lona... pero ni las trompadas ni nada es real, no se pegan, lo hacen para la tele", aclaró.
Estos programas de lucha generaron siempre, especialmente entre los niños, una gran admiración. Haar, quien llegó a luchar con un gorila en un circo, en Tucumán, contó que en la época dorada de "Titanes...", cuando enseñaba dibujo en escuelas públicas, dejaba que los chicos jueguen a luchar en el patio. "Los estimulaba mucho, y después hacían unos dibujos impresionantes", dijo. Al respecto, aclaró que esta disciplina tiene muchos riesgos, por lo que lo mejor es que los chicos asistan a escuelas de lucha, y que no lo hagan por su cuenta porque puede ser peligroso.
La lucha libre siguió existiendo siempre, aunque en los últimos años disminuyó el número de quienes la practican (actualmente hay escuelas en el complejo Belgrano, en Famaillá y en Acheral). No obstante, la aparición de la disciplina llamada "vale todo" le dio un nuevo impulso.
"Son como peleas callejeras con ciertas reglas, y se anotan de distintas disciplinas, como boxeo, kung fu, etcétera; pero el 80% de esa pelea es lucha libre", explicó.
NOTICIAS RELACIONADAS