El rotundo triunfo de Evo Morales es consecuencia del hartazgo del pueblo boliviano, que soportó dictaduras militares y malos gobiernos democráticos. Ellos gobernaron para un sector minoritario y dejaron de lado a la mayoría indígena y obrera. Ahora, la chance de Evo es incluir esa diversidad, que era ajena a la participación activa en la cosa pública. De todas maneras, esa chance de Morales implica riesgos importantes, porque la cultura política boliviana es absolutamente clientelar. Y eso no cambia con una elección.
Hay expectativas varias sobre el accionar gubernamental de Morales. Existe una gran cantidad de gente que tiene una visión positiva porque considera que es un líder honesto. Por lo tanto, se espera de él que sea el articulador de un sector de la población que se incorpora a la política.
Otro grupo tiene una visión más milenarista que plantea -más allá de Morales- el hecho de que un indígena sea presidente por derecho histórico de un país donde la mayoría tiene ese origen.
También hay visiones muy negativas de Morales que lo vinculan con el narcotráfico y sobre todo con posturas radicales como las Hugo Chávez, Fidel Castro o Moamar Kadafi. Por lo tanto, hay un temor fantasmal creado alrededor de Morales de gente que teme por su propiedad privada, no necesariamente bien habida. En el oriente se lo ve como a un demonio, porque en esa región las tierras públicas se repartieron como pan caliente entre las elites que gobernaron. De tal manera que, si se apoya una Asamblea Constituyente que ordene una revisión de la tenencia de tierras, muchos van a perder sus ventajas.
Morales es un hombre centrado, muy inteligente y que no será fácil de manipular -como plantean con insidia algunos medios-. Desde el quiebre político de octubre de 2003, cuando huyó González "Goñi" Sánchez de Quesada, el Movimiento al Socialismo (MAS) tuvo el papel más responsable en la política interna. En etapas críticos, Morales y sus seguidores se inclinaron por mantener la vía constitucional.
Más allá del discurso radical, Morales no actúa de manera irresponsable y diletante. Es un hombre sin formación profesional, que se detiene a pensar lo que le parece más conveniente para el pueblo. Entonces corre el riesgo de que se conspire mucho desde las fuerzas tradicionales.
Pero, el mayor peligro es que la mayoría de sus bases carecen de la formación técnica requerida para gobernar. Por lo tanto, Morales va a tener que vincularse a los sectores intelectuales de izquierda, que están ahora cerca de él y que tienen buenas intenciones y un importante compromiso con el país, aunque poca experiencia, Será muy delicado para Morales la cultura poco democrática de las personas que lo rodean y que suponen que el nuevo presidente les va a dar todo lo que les fue negado históricamente. Eso no podrá ser así, porque no se trata de voluntad política sino que el Estado boliviano no cuenta con recursos operativos para cumplir con esas expectativas exageradas y caprichosas.