En tres minutos quedaron a la intemperie

En tres minutos quedaron a la intemperie

Un humilde caserío, ubicado al sur de Garmendia, fue casi destruido por el agua, el viento y el granizo. 31 familias perdieron todo. Los pobladores no tienen trabajo; viven de subsidios de $ 150. Con angustia vieron volar las chapas de los techos y las casillas de madera.

RUEGOS. Una niña espera que se seque el dormitorio y que no llueva otra vez porque ya no hay chapas. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO RUEGOS. Una niña espera que se seque el dormitorio y que no llueva otra vez porque ya no hay chapas. LA GACETA / JORGE OLMOS SGROSSO
15 Noviembre 2005
Duró menos de tres minutos. El violento remolino de viento y agua que el domingo azotó el paraje Paso de la Patria, ubicado unos seis kilómetros al sur de la localidad de Garmendia, generó pánico y llanto entre los humildes pobladores, y dejó 31 familias prácticamente a la intemperie.
"Veíamos que se llevaba todo. Algunos de nuestros chicos lloraban de miedo y otros corrían ?asustaos? sin saber qué hacer. Cuando empezaron a volar las chapas, a caer los árboles, a desarmarse las casillas de madera, a los más chiquitos ?lo mos metío? debajo de los catres y de las camas... La lluvia y el granizo ?a destrozao por todos laos?: no nos queda nada de lo poco que ?teníamo?". Con este testimonio de Nidia Palavecino y de Raúl Maldonado coincidieron todos los demás pobladores que hablaron con LA GACETA.

Extrema pobreza
Todas las familias damnificadas tienen entre seis y doce hijos, y son muy pobres: ninguno tiene empleo, y los pocos que consiguen llevar un peso a la casa, lo hacen a través de changas. Son contados los que cobran los $ 150 del Plan Jefas y Jefes de Hogar.
Sentados bajos los árboles -único lugar que permitía soportar el sol recalcitrante y la humedad de ayer a la siesta-, los pobladores contaron que todo comenzó a las 6 de la tarde, con un fuerte viento con tierra. Luego se largó la tormenta con granizo.
"Habrán sido más de las 7 cuando paró un poco la lluvia y el ?pedrerío?, pero al ratito nomás vino el remolino que nos inundó y nos rompió los ranchos; nos mojó la ropa y los colchones. Ahora dicen que va a llover de nuevo, no sé que irá a ser de nosotros", narraron Albino Pereyra, de 21 años, y su mujer, Sonia Díaz, mientras mostraban su vivienda: un techo de paja calzado con horcones; el piso era la propia tierra, y un plástico verde oscuro que circundaba los horcones hacía las veces de pared.
En esa tapera vive la pareja con sus dos hijos: Bruno, de 2 años, y Abril, de 4 meses. Albino no tiene empleo y viven con los $ 200 mensuales que cobra Sonia por hacer la limpieza en la casa de una finca de la zona, que está a 8 km de Paso de la Patria. "Voy dos días a la semana -dijo Sonia- y camino de ida y de vuelta con mi hijita".
Los ranchos están ubicados uno contiguo del otro, a la vera de un camino de tierra. "Aquí somos todos parientes. Este terrenito me dejó mi padre", comenta doña Manuela Pereyra, de 70 años, cuyo marido, Pedro Miguel Pereyra, no camina porque sufrió un accidente cerebrovascular.
"Los $ 150 del plan no nos alcanza para nada, y yo ando medio enferma y no veo casi nada", expresó la mujer, quien tuvo 12 hijos y todos viven en el lugar. Una de sus hijas, Julia Pereyra, y su esposo, Romelio Pereyra, viven al frente, son desocupados y tienen 10 hijos. Al igual que su prima Estela del Valle Pereyra (37), viuda, con siete hijos, que cobra una pensión de $ 350, no saben cómo pasarán la noche, ya que quedaron con las habitaciones a cielo abierto, como muchas otras familias. Las chapas de los techos volaron y estaban colocando las que cayeron más cerca.
"?Tenimo? que seguir buscando las otras en los cercos", señaló Leónides Jiménez (56), a quien el temporal le destruyó casi totalmente su casilla de madera.
"Estas familias viven en tierras de la sucesión Pereyra Rojas, y esta debe ser la sexta generación. Por eso llevan el mismo apellido", aclaró el habilitado de la comuna de Garmendia, Gustavo Toledo.